No parece muy original que dos de las colecciones más importantes en lo que va de Semana de la Alta Costura de París hayan plantado sendos y particulares bosques para presentar sus propuestas de cara a la Primavera/Verano 2013. Pero si en el caso de Dior, sus setos necesitaron de proyección paisajística: estábamos ante una primera floración, en Chanel, el parterre de pinos y robles cavado por Karl Lagerfeld, hace tiempo que brota una y otra vez.
Sus cepas están tan bien ligadas a sus raíces, que sus ramas renacen temporada tras temporada cada vez más fuertes y frondosas y a riesgo de escarcharse, no hay manera de que se congelen. Con esta colección, de tintes fantasiosos y de cuento, aunque con un punto caduco y sin embargo no perecedero, sus hojas y flores de alta gama, su tweed en trajes y vestidos de hombros caídos o descubiertos y mangas cilíndricas, adquiere destellos cristalizados y se une al tallo, las piernas, vestidas por kilométricas botas efecto media de malla metalizada y encaje, que más adelante se transformarán también en largos mitones. Por momentos hay pases que nos recuerdan a la colección Haute Couture Primavera/Verano 2009, la misma de la que salió el vestido de Anne Hathaway en los pasados Globos de Oro. Todo en versión hada encantada y decadente.
De cara a la noche los frutos de sus árboles se bordan, estampan y aplican en vestidos, abullonados, filiformes o de silueta en A, que de las lentejuelas, pasan a las plumas, o combinan ambas, completándose con capelinas o chaquetas.