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El poder de Mickey Mouse se basa en tres sólidas patas: una marca reconocible a simple vista, un perenne tirón en ventas y el hechizo de la nostalgia. Símbolo de la cultura estadounidense desde hace casi cien años, en el arte lo versionaron Andy Warhol, Dalí y Damien Hirst, pero este ratón antropomórfico se ha grabado en todas las capas del relato cultural y su impacto en la moda está en ascenso. Marc Jacobs, Markus Lupfer, Givenchy, Supreme, Jeremy Scott o Comme Des Garcons -firmas tan dispares como relevantes- han homenajeado al protagonista de Disney en los últimos años. A las marcas más jóvenes, una colaboración con Mickey les pone en el mapa de la moda. A las legendarias les ayuda a comunicar un mensaje más ligero a su audiencia. Esta temporada se venden como churros las sudaderas, camisetas y zapatillas con Mickey sobre el logo de Gucci (lanzada para celebrar en 2020 el año chino del ratón), pero también con la etiqueta de Zara.
A lo largo de los años este roedor ha sido lo que diseñadores y artistas han querido que fuera: punk (Katie Eary, en su colección del otoño-invierno de 2014), grunge (en una iteración de Meadham Kirchhoff) y eminentemente pop (a la historia pasó la foto de Michael Jackson de niño con una camiseta de Mickey, pero también la de John Lennon en los años 70). Y si esto es así, es porque Mickey Mouse es un icono global con una energía divertida y optimista que nos inspira a todos y se traduce, a la perfección, en la moda.