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Casa Corberó: la excentricidad arquitectónica que fascina a los gigantes del lujo está en Barcelona

El espacio concebido por el escultor Xabier Corberó hace medio siglo se ha convertido en el escenario de numerosas campañas de firmas internacionales.

En 1968 el escultor Xabier Corberó compró un terreno en Esplugues de Llobregat para, según sus propias palabras, “hacer poesía”. A partir de nueve estructuras deterioradas, Corberó comenzó a construir su casa / taller, un laberinto de arcos, cemento y madera, que destila surrealismo y recuerda a las pinturas de Escher. Tardó cerca de cuarenta años en terminarla. Hoy esa obra, más escultural que arquitectónica, de 15.000 metros cuadrados, nueve edificios y 25 espacios independientes es uno de los secretos mejor guardados de Barcelona.

Imagen de una de las estancias de la casa
Imagen de una de las estancias de la casa

Al menos, hasta ahora, porque la Casa Corberó lleva algún tiempo convirtiéndose en lugar de peregrinación para muchas marcas, que han descubierto que sus arcos desiguales y su luz (todo emerge a partir de un patio abovedado hexagonal) resulta perfecto para realizar vídeos, presentaciones y campañas. Si a eso le sumamos que Corberó repartió por la casa decenas de sus monumentales esculturas, el efecto visual (y viral) resulta perfecto.

La última en viajar hasta Esplugues de Llobregat ha sido Miu Miu. La marca italiana ha titulado simplemente ‘Casa Corberó’ a su campaña para esta primavera / verano. Fotografiada por el colectivo ‘Call This Number’ , la campaña imagina una colonia de artistas femeninas que conviven en un entorno onírico. El mismo hilo conductor utilizó Uterqüe para realizar allí su campaña el pasado otoño. Con una colección titulaza The Maze ( el laberinto) concebida como un armario cápsula en la que las prendas se combinan y se superponen en variaciones casi infinitas, era de esperar que la firma del grupo Inditex eligiera este enclave para hacer las veces de escenario. Otras, como Zara Home o la firma catalana Honne The Brand también la han elegido para ilustrar sus creaciones. Aunque el primero en fijarse en el enclave fue Woody Allen, que lo eligió para ser el taller de Javier Bardem en Vicky Cristina Barcelona.

Algunos consideran a Xabier Corberó el mayor artista catalán después de Gaudí. Sin embargo, siempre consideró esta casa como su gran obra. Se le ocurrió construirla cuando descubrió el establo y el lavadero abandonados de una casa de Esplugues. Alrededor de ellos comenzó a construir su escultura habitable. Levantó minuciosamente cada muro porque su obsesión era que la luz se reflejara para producir la sensación de caleidoscopio.

Su afán por habitar en una de sus obras tiene mucho que ver con la que fue su pareja en los setenta, la joyera Elsa Peretti. Se conocieron en Barcelona, cuando ella llegó escapando del Nueva York excesivo del Studio 54. «Era la niña mimada de Barcelona, aunque tuve un amor difícil con Corberó», declaraba a S Moda en 2012. Fue él quien le presentó a su círculo artístico y mientras el escultor se enamoraba de aquel terreno de Esplugues e imaginaba cómo sería su obra monumental, ella se prendaba de otra población catalana, Sant Martí Vell, un pueblo abandonado que Peretti compró y reformó por completo a imagen y semejanza de sus diseños.

Antes de servir de escenario para las marcas (o para los muros personales de Instagram) el hogar de Xabier Corberó ha alojado a Dalí (su gran amigo íntimo y el primer comprador de sus esculturas), Max Ernst o Antonio Gades. Allí Xabier Corberó, cuya obra se expone en el MOMA o el Victoria and Albert, entre otros, conservó buena parte de su trabajo, financiado por mecenas y amigos que quisieron convertir este monumento en museo. Ya la propia entrada al espacio está rodeada de sus esculturas a modo de tótems y algunas estancias recuerdan más a una galería expositiva que a un entorno habitable. Hoy su única inquilina es la viuda del artista, María Dolores Rica, que también se encarga de preservar el legado de Corberó y de mantener la casa alquilándola para eventos y campañas.

Dada su creciente popularidad, este imponente mausoleo a las afueras de Barcelona tiene visos de convertirse en la nueva Muralla Roja, la obra que levantó Ricardo Bofill durante los años sesenta en Calpe y que, más de cuarenta años después, adquirió el estatus de lugar más instagrameable de España.

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