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ByCalitos, el youtuber de 20 años que se hace de oro haciendo soñar con ropa a adolescentes

“Se trata de tener algo difícil de conseguir, no algo caro”, cuenta a S Moda el creador de Cuánto vale tu ‘outfit’.

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Los influencers ocupan un día sí y otro también noticias en los medios especializados en moda y belleza. Nadie puede negar su influencia (valga la redundancia) a la hora de conseguir que una prenda, una marca o un determinado estilo se conviertan en tendencia. Pero en las redes hay otro submundo igualmente prescriptor y profundamente generacional cuyas estrategias son, en teoría, lo opuesto a las de los primeros.

Se les conoce como hypebeasts, algo así como ‘cazadores de éxitos’. Mientras los influencers se dedican en su mayoría a promocionar productos a partir de contratos de colaboración con la marca en cuestión. Los hypebeasts compran prendas, en su mayoría de edición limitada que, a medio plazo, acaban convirtiéndose en objetos de culto cotizadísimos que pueden alcanzar en la reventa diez veces su valor en tienda.

En España, el hypebeast más famoso es byCalitos, alias de Carlos Martín, un joven de 20 con un canal de Youtube que supera el medio millón de suscriptores. Acaba de ser elegido por Zalando para comisariar, junto a otros expertos, la exposición ‘In street we trust’, una muestra dedicada a las zapatillas y las prendas urbanas con mayor tirón entre los jóvenes.

“En el verano de 2016 empecé a interesarme por el fenómenos de la zapatillas que se agotaban al momento: las Yeezy, las NMD..”, explica. “Ese otoño llegaron a Madrid por primera vez las 350 Beluga de Yeezy (la colaboración de zapatillas entre Adidas y Kanye West) y decidí empezar a participar en los sorteos”. A Carlos le costó varios meses hacerse con un par de Yeezy. “Fue un 16 de diciembre”, recuerda.

Porque para los hypebeast el dinero es casi lo de menos. Lo que importa es la exclusividad. Cuando Carlos habla de sorteo se refiere a las raffles: si una prenda o unas zapatillas de edición muy limitada se venden en ciertas tiendas, estas ‘rifan’ una parte de las unidades entre los participantes. Al final existe todo un ritual de información y contactos que le da valor real a la pieza, mucho más que su precio (que no suele superar, en tienda, los 200 o 300 euros). “Iba viendo que Kanye (West) se ponía camisetas de Antisocial social club, Palace, etc., e invesitgaba sobre las marcas. Empecé a informarme de cómo y cuándo eran los drops (ventas limitadas y por sorpresa) y poco fui metiéndome en este mundo”, cuenta Carlos.

De repente, se dio cuenta de que la ropa que llevaba podía ser carne de viral. Y comenzó a subir a su canal de Youtube (antes dedicado a los videojuegos) las últimas adquisiciones, narrando dónde y cómo las había conseguido. “A mis amigos de toda la vida no les interesa esto, pero de repente iba a los botellones y conocía a gente que me hablaba de la sudadera que llevaba puesta, de cómo la había comprado…Por ejemplo, entre los primeros vídeos que grabé está uno en el que llevó una sudadera de Supreme que me dejó un chico que conocí en un botellón. Como garantía de que no me lo iba a quedar yo le presté mis Yeezy”. Y la audiencia subió como la espuma. Hasta alcanzar los dos millones de visitas en algunos vídeos.

El mundo audiovisual de los hypebeasts se divide en cuatro secciones: el unboxing o la muestra de las codiciadas piezas que les ha costado conseguir es la base. “Por las Nike Jordan que lanzó Travis Scott dormí una noche en la calle haciendo cola, participé en todos los sorteos y no las conseguí por los canales oficiales. Cuando pasa eso, tiene 48 horas para lograr comprárselas a alguien por un precio no muy desorbitado. Al final se las compré a un chico de Alicante”, explica.

Hay prendas que superan los diez mil euros en las reventas y mucho joven avispado que está engrosando la cuenta bancaria dedicándose a ello (incluso existen plataformas como Stock X, algo así como la bolsa de la moda urbana, una plataforma que indica a cuánto cotizan ciertas piezas en Internet), por eso los tutoriales para detectar falsificaciones cotizan al alza. El de Carlos se llama ‘cazando fakes’, superan el millón de visualizaciones y en ellos no duda en desenmascarar incluso a famosos que llevan prendas falsas “Yo ya no compro a la gente en Internet. Alguna vez claro que me la han colado, porque es imposible detectarlo en ocasiones, así que si no es en tiendas oficiales, confío en amigos”, explica. Así, a la pregunta sobre cómo se costean un armario tan exclusivo, la respuesta está en la compra en comunidad. Una prenda puede pasar por varias manos y ser reemplazada por otras ganando dinero entre medias. “Los que tenemos ya un público no nos topamos con muchos problemas al vender porque ya nos hemos ganado cierta confianza. Antes de eso, era una lotería: puedo comprar una colaboración limitada y no saber si la gente la va a querer, si se va a vender. Te guías un poco por lo que sabes o lo que te gusta, pero con tantas marcas y tantas colaboraciones, cada vez es más difícil reconocer el hype”, explica.

La fama de Carlos creció con ‘Cuánto vale tu outfit’, la serie de videos en las que se reúne con sus seguidores en distintas ciudades de España y ellos (normalmente decenas), miran a cámara mientras detallan la marca y el precio de la ropa que llevan. Sí, hay gente con apariencia de ser menor de edad que lleva relojes de unos cuantos miles de euros, pero lo normal es que ellos combinen prendas de edición limitada de Nike, Supreme, Palace o Balenciaga de unos centenares de euros con otras prendas low cost. “Se trata de tener algo difícil de conseguir, no algo caro.  Puede parecer que tu ropa vale seiscientos euros y vale sesenta”, dice.

La forma en que esta generación se relaciona con la moda es mucho más abierta. “Antes daba vergüenza entrar a tiendas de lujo. Yo ni me lo planteaba. Eso ha cambiado. Yo compro moda urbana, pero tengo amigos que compran Dior”, comenta Carlos. Importa el logo, no la prenda. Y ese mismo logo puede estar en los lugares más insospechados. “Mi primera compra de Supreme fue un mechero. Este año me he comprado alguna figurita”, dice. Para ellos, el ritual de la compra de edición limitada no es muy distinto al de un videojuego. “Es como una partida. Está la tensión de saber si llegas a tiempo, la estrategia para conseguirlo, competir con tu amigo…”. Las firmas de lujo tradicionales hace tiempo que tomaron nota de los modos de consumo y las estrategias de identidad de las nuevas generaciones: Louis Vuitton ha colaborado con Supreme y ha contratado a Virgil Abloh (Off White) como director creativo de su línea masculina, Ralph Lauren lanzó una colección junto a Palace y Moncler ha creado una línea, Genius, que cada temporada encarga a un diseñador emergente o a una firma urbana.

La estrategia a seguir para que una marca empiece a tener relevancia entre esta subcultura tiene poco que ver con los canales tradicionales. “Hay revistas especializadas, aunque yo no suelo fijarme mucho en ellas. Al final todo se genera dentro de la comunidad. Y lógicamente, está la música. Si Travis Scott saca una colaboración con Nike, sabes que lo va a agotar”. Pero todavía hay cosas que se le escapan a Carlos. “Llevo meses queriendo una riñonera de Goyard que le vi a A$AP Rocky, pero son dos mil euros. Entro a la tienda y me lo pienso, pero no veo el momento de pagar ese dinero”, comenta. El lujo, al final, sigue siendo lujo.

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