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Por qué arrasa el Instagram donde las parejas cuentan cómo se conocieron

La cuenta ‘The way we met’ (Cómo nos conocimos) recopila historias de todo tipo sobre parejas enamoradas.

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Son como pequeñas comedias románticas con solo una imagen como prueba. Así podría definirse ‘The way we met’ (Cómo nos conocimos), la cuenta de Instagram que arrasa contando las historias de cómo nació el amor entre parejas de lo más felices y plenas. Con 358.000 seguidores, las historias pasan desde la dulzura total (la última es la de una pareja que se conoció en cuarto curso y tras pasar por varios colegios  separados, volvieron a encontrarse hace 10 años en el instituto. Llevan 8 años casados y tienen tres hijos) a la llorera incontralada.

La ciencia tiene una respuesta a por qué importa cómo contemos nuestra historia (y el futuro de nuestra relación). Según apunta Science of Us, John Gottman publicó un estudio a principios de los 90 en el que grabó a parejas contando cómo se conocieron y volvió a contactar con ellas tres años después para saber cómo iba la relación. ¿El resultado? Las parejas que fueron más entusiastas contando su historia tenían más probabilidades de seguir juntos que las que no lo contaron alegremente o lo hicieron de formás más negativa. «El modo en el que hablaban sobre su pasado lanzaba luz sobre su futuro», aseguraron los investigadores. Así que lo que importa es cómo lo cuentes, no cómo te conociste. Aquí cuatro ejemplos de parejas que cuentan con entusiasmo su relación:

«En 2013, tras 81 años juntos, John y Ann Betar se convirtieron en la pareja con el matrimonio más longevo de América. Se fugaron y casaron el 25 de noviembre de 1932, tras huir de su barriada en Bridgeport, Connecticut. Condujeron lo más rápido que pudieron hasta Harrison, Nueva York, para evitar los planes del plan de Ann, que quería casarla con un hombre 20 años mayor. Ann: «John no era mi vecinito (boy next door, algo así como el chico de la puerta de al lado) , pero sí era el chico que vivía en la acera de enfrente del que estaba colgada. John: «Por eso se casó conmigo, a ella le encantaba mi coche». Para poner en perspectiva histórica, cuando la pareja se casó en 1932, la Gran Depresión estaba en su peor momento, Franklin D. Roosevel acababa de ser elegido presidente, John F. Kennedy iba al institto y Adolf Hitler estaba a punto de conseguir poder en Alemania. John: Hemos visto cómo cambiaba el mundo juntos. La clave es siempre estar de acuerdo con tu mujer». John y Ann han formado una familia en Bridgeport, donde John abrió una tienda de comestibles hasta que se pasó a la construcción. John: «Era un vendedor de fruta ambulante y teníamos muchísimos vegetales. Vivíamos gracias a eso». Ann: «¡Teníamos suerte de poder comer!». Ellos tuvieron 5 hijos, 14 nietos y 16 bisnietos. Ann: «Esto es lo que hace la vida. Hemos sido lo suficientemente afortunados como para ver a nuestros nietos y bisnietos convertirse en adultos». Así que, ¿cuál es el secreto para llegar al ‘para toda la vida’ en un matrimonio? John:  «esta contento con lo que tienes y con lo que haces». Ann: «No creas que la vida y todo lo que te rodea será maravilloso». John: «Sólo nos peleamos sobre cocina». Ann: «¿Ves? Eso es lo que él cree, que es sólo nos peleábamos por la cocina?!». Y el consejo de los Betar para las parejas casadas de hoy en día es: Ann:. «El matrimonio no es una cosa tan acaramelada como creen, ¿sabes?, llevamos 81 años. Las parejas esperan milagros del otro como ‘tienes que estar de acuerdo conmigo, esto es lo que quiero hacer ‘, pero no funciona de esa manera». John:»Tienes que aprender a aceptar otras formas de vida, llegar a acuerdos, a desacuerdaos sobre tus propios hijos o cómo criarlos. Ese fue el motor de nuestra relación: nuestros hijos.»

«Tamara y yo empezamos a salir en el instituto y hemos estado juntos durante siete años. Cuando Tamara tenía 21 años, se le diagnosticó un linfoma no Hodgkin. Fue un día que nunca olvidaré. Ella fue diagnosticada el 17 de febrero, el día de mi cumpleaños. Escuchar al médico confirmar el diagnóstico fue desgarrador para mi alma. No había nada que pudiera hacer, y esa fue la peor parte. Tamara era tan valiente y hice todo lo posible para mantener una actitud positiva todo el tiempo. Aunque hemos tenido subidones y bajones como cualquier relación, esta ha sido, de lejos, la cosa más difícil que hemos tenido que pasar. Pero nos ha acercado aún más y nos ha enseñado nuestras cualidades como marido y mujer. Fue durante la segunda sesión de quimioterapia de Tamara cuando me di cuenta de la nada, como una epifanía, que sería genial pedirle que se casara conmigo en su última sesión de quimioterapia. Sentí que aquello maracaría el final de todo lo que habíamos pasado juntos con el cáncer para pasar página a una nueva parte de nuestras vidas. Así, el 5 de junio de 2015, en su última sesión de quimioterapia, tras 96 horas de tratamiento, me declaré a Tamara justo en su habitación del hospital. Decoramos la sala con temas de Hollywood el día de su último tratamiento. Tamara quería un tema hawaiano al principio, pero me convenció para el rollo hollywoodiense porque así estaría bien vestida. Cuando terminó la quimio, un amigo y su hermana la convencieron para dar un paseo fuera de la habitación durante unos minutos. A medida que la distraían, tuve un grupo de aproximadamente 30 personas, incluyendo el personal del hospital, que transformaron el ambiente en un entorno romántico lleno de 100 velas, 100 ramos de rosas, y 60 globos. Cuando ella volvió a entrar en la habitación, se sorprendió. Empecé a hablar, pero estaba muy nervioso. Tartamudeaba y luchaba contra las lágrimas. Pero al final, lo conseguií. El momento era perfecto. Estamos muy emocionados por nuestro futuro juntos» *En marzo de 2015, el cabello de Tamarase cayó por su tratamiento, por lo que pidió a sus amigos que le rapasen entera. Lucas, entonces, apareció también con la cabeza recién afeitada. Cuando se le preguntó al respecto, Lucas dijo: «quería demostrarle que yo también pasaba con ella todo esto».

«Conocí a Sid cuando empecé como voluntario en una organización benéfica llamada Impulse LA. Es una fundación que crea conciencia mediante la educación y aboga por el sexo seguro dentro de la comunidad gay. Cuando me mudé a Los Ángeles desde Londres, no conocía a nadie y siempre estaba buscando maneras de conocer a gente nueva. Oí hablar de Impulse a través de un amigo y decidí involucrarme. De vez en cuando, Impulse lleva a cabo eventos con voluntarios que trabajan por turnos. Suelen ser dos personas por turno y para uno de los eventos, a Sid y a mí nos colocaron juntos. No lo había visto antes en ninguna de las reuniones, así que era un poco tímido. Sin embargo, la timidez se evaporó rápidamente gracias a su carácter cálido y tranquila. Empezamos a hablar y no pudimos parar. Las tres horas de trabajo parecieron 3 minutos. Cuando nuestro turno terminó, todavía era relativamente temprano, así que decidimos tomar una copa y seguir charlando. Hemos estado juntos desde entonces. En esta foto, nosotros, como Impulse, formamos parte del desfile del orgullo gay de LA. Es algo en lo que siempre me ha gustado participar, incluso cuando vuelvo a casa en Londres. El sentimiento de comunidad es abrumador y me hace sentir orgulloso. He oído la noticia del ataque de Orlando. Mi estómago se ha cerrado de golpe. ¿Cómo puede la visión de dos hombres besándose provocar tanto odio? En cada desfile del orgullo en todo el mundo siempre hay un área designada para que contramanifestantes puedan vocear lo estrecha que es su mente y por qué están en contra del orgullo gay. Me desconcierta por qué se les da una plataforma para predicar su odio, pero por desgracia ese es el caso. A medida que nos acercamos a los cantos de los manifestantes, sin dudarlo, Sid y me agarró y nos besamos. No fue por enfrentarnos eal grupo de homófobos. Fue una una manera de decir, «Ya está bien. No vamos a vivir en el miedo u ocultar lo que somos». Nos besamos por todas y cada una de las víctimas que nunca van a llegar a besar a sus seres queridos de nuevo. Comenzó un efecto dominó y todo el mundo alrededor nuestro comenzó a besarse también. Fue tan reconfortante sentir esa unidad como consecuencia de una terrible tragedia».

«En el verano de 1947, yo estaba jugandoa softball en el campamento de Taylor en Louisville, Kentucky. Ruth apareció en el campo con algunas de sus amigas para vernos jugar. Me deslicé en tercera base, mientras que la buscaba con la mirada, la sonreí y le guiñé un ojo. 67 años, 10 niños, y más de 50 nietos y bisnietos posteriores, es sorprendente ver la historia que hemos creado todo porque dos personas se enamoraron».

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