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De Marilyn a Madonna: breve historia del sujetador cónico que Beyoncé usa como símbolo de escapismo

La artista acaba de revelar su séptimo álbum de estudio, Renaissance, una oda al clubbing que llega acompañada de una opulenta serie de imágenes promocionales en las que la moda tiene mucho que decir.

Beyoncé, con un sujetador cónico de Schiaparelli, en una de las imágenes promocionales de Renaissance.
Beyoncé, con un sujetador cónico de Schiaparelli, en una de las imágenes promocionales de Renaissance.dr
Patricia Rodríguez

“Crear este álbum me permitió un espacio para soñar y una vía de escape durante un momento aterrador para el mundo”, cuenta Beyoncé en una nota en su página web que acompaña el lanzamiento de su nuevo disco, Renaissance. El resultado, en el que ha trabajado los últimos tres años, explica, “me permitió sentirme libre y aventurera en una época en la que todo estaba parado. Mi intención era crear un espacio seguro, un espacio sin juicios, un espacio para ser libre del perfeccionismo”. Una banda sonora para la pista de baile que, como Lemonade, llega acompañada de una fastuosa serie de fotografías en las que la artista da buena cuenta de su manejo de los códigos visuales.

Con poco rastro de esas ganas de huir del perfeccionismo de las que habla en su comunicado, la estadounidense se enfunda en diseños de grandes firmas de lujo como Mugler, Alaïa, Gucci o Dolce & Gabbana. También en piezas de diseñadores fuera del circuito como Nusi Quero, Bethany Cordwell o Natalia Fedner (responsable de uno de los vestidos más mediáticos de Rosalía). Una estética que evoca a grandes de los setenta y los ochenta, de Bianca Jagger a Octavia St. Laurent, y que es obra del trabajo de los estilistas Zerina Akers, Marni Senofonte y KJ Moody.

No falta en esta profusión de imágenes una alusión a Madonna, con una de las prendas más representativas de la subversión de la rubia: el sujetador cónico. Beyoncé, buena manejanta del lenguaje pop, toma los elementos para apropiárselos y reescribirlos. En la instantánea viste un diseño de Daniel Roseberry para la colección alta costura primavera-verano 2022 de Schiaparelli. “Ciertas dosis de vulgaridad y de mal gusto son importantes. Requieren humor e inteligencia”, confesaba el director creativo en esta revista el pasado mes de noviembre. Una prenda cargada de matices y de varias décadas de historia.

Boceto de uno de los diseños de Jean Paul Gaultier para la gira Blond Ambition de Madonna, de 1990.
Boceto de uno de los diseños de Jean Paul Gaultier para la gira Blond Ambition de Madonna, de 1990.getty images

Madonna no fue la primera en plantarse un sujetador cónico. De hecho, el patrón que enfatizaba el pecho femenino y le daba forma casi puntiaguda fue un básico en los años cincuenta. Entonces era conocido como ‘sujetador bala’ y era un símbolo muy gráfico de la sexualización femenina, de la doble moral de la época y de la cosificación a la que fueron sometidas actrices como Marilyn Monroe o Jayne Mansfield.

El puritano estilo de aquella década, que equiparaba a la mujer con un objeto decorativo en posesión del hombre de la casa, toleraba pocas concesiones al erotismo. Pero el sujetador puntiagudo, capaz de marcar el pecho hasta bajo un prudente jersey de cuello a la caja, era una de ellas.

Madonna no lo lució bajo un jersey, sino bajo un traje de raya diplomática en su gira de 1990 Blond Ambition. El conjunto aparecía al inicio del espectáculo y, aunque se desprendía de la chaqueta a los pocos segundos, le servía para jugar con los códigos de las vestimentas masculina y femenina. Debajo aparecía el corsé cónico, de seda rosa empolvada, que se ha convertido en una de las prendas más famosas de la historia de la música y de la moda.

En un primer vistazo la reina del pop transmitía su mensaje de insurrección contra todo lo establecido. Gritaba que ella estaba al mando, que dominaba la narrativa y que hacía con su cuerpo lo que quería. El corsé, que durante tantos siglos se había encargado de modelar la silueta femenina, era adoptado por la cantante para transformarse en una prenda casi agresiva. Una que alentó como pocas a las generaciones que vinieron después para sentirse libres de canalizar su sexualidad a través de la ropa que lucían sobre el escenario.

Todo el vestuario de Blond Ambition, incluido por supuesto el corsé, fue obra de Jean Paul Gaultier, a petición de la propia Madonna. Lo contaba el diseñador en una entrevista con The New York Times en 2001: “Cuando Madonna me llamó por primera vez en 1989, dos días antes de mi desfile de prêt-à-porter, pensé que mi asistente estaba bromeando”. Los corsés cónicos, que aparecieron por primera vez entre las propuestas de Gaultier en los ochenta, ya estaban en el armario de la rubia; ya se había puesto uno para el estreno de Buscando a Susan desesperadamente (1985). “Yo era muy fan”, continuaba el francés, “me preguntó si haría el tour. Sabía lo que quería: un traje a rayas, la corsetería femenina. A Madonna le gusta mi ropa porque combina lo masculino y lo femenino”. La confección de todos los atuendos llevó varios meses e implicó pruebas en París y Nueva York.

Más de treinta años después Beyoncé toma el testigo del sujetador para agitar toda esa simbología, haciéndola propia: abraza la dosis de mal gusto de la que hablaba el diseñador de su corsé, la ironía, la subversión de Madonna y el erotismo de las mujeres de los cincuenta. Y ella lo luce en su celebración de la música de baile que es Renaissance.

Los pechos vuelven a resaltarse con formas cónicas con los diseños de Roseberry para Schiaparelli.
Los pechos vuelven a resaltarse con formas cónicas con los diseños de Roseberry para Schiaparelli.getty images

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Sobre la firma

Patricia Rodríguez
Periodista de moda y belleza. En 2007 creó uno de los primeros blogs de moda en España y desde entonces ha desarrollado la mayor parte de su carrera en medios digitales. Forma parte del equipo de S Moda desde 2017.

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