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‘El show de Graham Norton’, el programa en el que los famosos la lían parda mientras beben alcohol

Darles alcohol, juntarlos, y ver que pasa: Graham Norton tiene la fórmula perfecta para que los famosos le den minutos de oro televisivo

Chris Hemsworth y Jessica Chastain en El show de Graham Norton.
Chris Hemsworth y Jessica Chastain en El show de Graham Norton.Getty

Puede que la comparación sea injusta, pero las cosas como son: en España tenemos El Hormiguero, en Gran Bretaña tienen el Show de Graham Norton. Si el programa de Pablo Motos es una interminable fuente de momentos incómodos (y sexistas) de los que luego algunas estrellas se cachondean cuando vuelven a casa –a Charlize Theron y Jesse Eisenberg, comprensiblemente les costó pillar el concepto–, el de la BBC puede presumir de dar algunos de los mejores minutos televisivos y, desde luego, de tener la lista de invitados más lucida del mundo.

Tan sólo en las últimas dos semanas han pasado por allí Judi Dench, Kenneth Branagh, Johnny Depp, Michelle Pfeiffer –todos a la vez–, Cara Delevingne, Emma Thompson, Claire Foy, Adam Sandler y Morrisey de los Smiths. Los dos programas llegaron con sus propias controversias. El primero por el hecho de invitar a Depp, sobre el que pesan graves acusaciones de violencia de género por parte de su ex mujer Amber Heard –el caso se cerró con el acuerdo de divorcio, pero existen testimonios, fotos y vídeos que indicarían un comportamiento abusivo por parte de la estrella– y el segundo porque Sandler tocó en dos ocasiones la rodilla de la protagonista de The Queen. En el contexto actual, el gesto quedó como mínimo extraño y los dos protagonistas tuvieron que lanzar comunicados después, Sandler diciendo que era un “acto amistoso” y Foy aclarando que no se había molestado.

El cómico pudo ser víctima del Efecto Norton. El presentador irlandés, que se crió viendo late shows americanos –la RTI irlandesa siempre se preció de mostrar los shows estadounidenses antes de que lo hicieran los canales ingleses– tiene una fórmula sencilla pero potencialmente disruptiva: dar alcohol a sus invitados (no todos lo aceptan, pero es frecuente verles salir al plató con un copazo de vino, a lo Rihanna) y sentarlos a todos en el mismo sofá, aparentemente sin jerarquía, de manera que cualquier cosa pueda pasar. Esa es la parte más curiosa del programa, que le da un componente casi de reality, ver cómo interactúan los muy, muy famosos en su hábitat natural. En un programa reciente, por ejemplo, coincidieron en el famoso sofá naranja de Norton Idris Elba, Chris Rock, Kate Winslet y Liam Gallagher. Elba y Rock establecieron cierta competición, en la que Elba, uno de los hombres más cool del mundo, pretendía impresionar al cómico. Y Rock, por su parte, no entendía literalmente la mitad de lo que Liam Gallagher decía con su cerrado acento mancuniano y tampoco comprendía hasta qué punto ese bocazas era famoso y por qué le dejaban hablar mucho más que a la estrella de Titanic. Otras veces, las estrellas se comportan como fans: pasó con Emilia Clarke y Matt Le Blanc. A Daenerys Targaryen le impresionaba estar sentada al lado de Joey Tribbiani. Tanto como a John Boyega conocer a David Beckham, por cierto. Las mezclas más extrañas suelen dar el mayor juego. Nadie podía prever, por ejemplo, la química entre Sir Ian McKellen y Harry Styles o entre Julie Walters y el rapero 50 Cent.

Por supuesto, las estrellas son estrellas y saben a lo que van, pero el programa consigue un grado de autenticidad en las reacciones mayor que cualquier otro. Taylor Swift parecía verdaderamente ofendida por los comentarios de John Cleese sobre su gato, Sarah Silverman mandó callar a Mark Whalberg por no dejarle acabar su anécdota sobre mearse en la cama, Robert de Niro toleró a Tom Hiddleston imitándole en la cara y Ryan Gosling y Jennifer Lawrence, dos habituales del show, se desencajan genuinamente de la risa cada vez que van. Las anécdotas que suelen contar también son más jugosas de lo que es habitual en estos programas. Jeremy Renner explicó la vez que confundió un Ambien con una Viagra y se pasó todo un vuelo transatlántico con una erección gigante, Carrie Fisher reveló allí su romance con Harrison Ford –fue su última aparición televisiva y uno de los mejores episodios que se recuerda– y la propia Lawrence confesó allí que profanó unas rocas sagradas en Hawai, y más tarde tuvo que disculparse.

Éstos son otros momentos memorables del show de Graham Norton.

– La vez que Hillary Clinton casi se salta la investidura de Trump.

La ex Secretaria de Estado estuvo en el programa hace unas semanas y no aceptó compartir el sofá, lo que fue una lástima, porque hubiera tenido gracia verla, por ejemplo, escuchar anécdotas de boca de alguna ex componente de Fifth Harmony. Estuvo bastante suelta y contó que la inauguration de Trump fue tan dura para ella como el mundo entero suponía.

–La vez que Chris O’Dowd se tragó una mosca.

Que Steve Carrell y Kristen Wiig estuvieran ahí para presenciarlo lo hizo todo mucho mejor.

– La vez que Jessica Chastain obligó a Michael Fassbender a bailar breakdance:

Por cierto, en el mismo programa la pelirroja besó a Diane Keaton.

– La vez que Benedict Cumberbatch se pareció más que nunca a una nutria:

– La vez que Graham Norton desenmascaró el pasado rapero de Hugh Laurie:

– Y el de Ryan Gosling como bailarín infantil:

Delante de Emma Stone, Sienna Miller y Ben Affleck. Everybody Dance Now!

– La vez que Rihanna habló de lo que le pasa cuando va a hacerse las ingles

– Algo que no le pasaría  Cameron Diaz, defensora del vello púbico al natural:

–La vez que Will Smith lo dio todo.

Porque si algo tienen en común El Hormiguero y el Show de Graham Norton, además de que se graban con cámaras y se emiten en la tele, es que ambos pueden contar con el príncipe de Bel-Air para espolvorearles mágico polvo televisivo. Aquí se marcó un rap y un baile con su hijo Jayden, el propio presentador y Alfonso Ribeiro, Carlton himself.

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