_
_
_
_
_

«A McQueen le habría gustado que Kate Middleton lleve sus diseños»

Sebastián Pons, mano derecha del diseñador, vuelve a la moda con Muchache, una colección sin género ni talla. Charlamos con él sobre la nueva propuesta, sus años en la revolucionaria firma y por qué el liderazgo español en ‘fast fashion’ perjudica a la moda de autor.

El diseñador Sebastián Pons presenta su nueva línea Muchache.
El diseñador Sebastián Pons presenta su nueva línea Muchache.Muchache / José Urbano
Clara Ferrero

Hace tiempo que Sebastián Pons (Mallorca, 1972) no presenta una colección, pero nunca ha llegado a abandonar del todo la moda. «Es mi escudo protector ante la vida», esgrime. Una existencia –profesional y personal–marcada por su paso por Alexander McQueen, la firma que revolucionó y cambió para siempre la moda del siglo XXI. Fue mano derecha y amigo del malogrado diseñador –da buena cuenta de ello en el recién estrenado documental McQueen–, aunque su nombre pueda haber pasado desapercibido para el gran público. Tras cerrar su marca homómima en mitad de la crisis «con un pufo que no podía pagar», Pons vuelve con Muchache, una línea de túnicas que no entienden de géneros ni de tallas. Durante este tiempo fuera del circuito, en el que fallecieron su padre y su hermano, cambió los patrones por la granja familiar para estar más cerca de los suyos. Ahora, «los planetas se han alineado» para lanzar esta pequeña firma que aún no tiene tienda online y en la que todo lo hace él. Hasta las fotos de la campaña.

Aprovechamos su vuelta para reivindicar la figura de este español que un día llegó a París para perseguir, siempre al lado de su añorado colega, el sueño de dirigir una gran casa de alta costura como es Givenchy. Muchache, McQueen (Lee y Alexander), Zara, Vetements y Kate Middleton se suceden y entremezclan en nuestra conversación. Un spoiler: aunque en el pasado se ha mostrado crítico con la segunda etapa que atraviesa la firma Alexander McQueen, capitaneada ahora por Sarah Burton, el mallorquín reconoce ahora el buen hacer de la británica y hasta la figura de la duquesa de Cambridge como embajadora real (figurada y literal) de la casa.

Las prendas de Muchache no tienen género. ¿Desaparecerán del todo las etiquetas ‘femenino’ y ‘masculino’?

Es difícil de predecir, pero lo que sí sé es que hay que darle una vuelta de tuerca a todo. La moda tiene que ser más democrática, que no sea solamente para la gente con dinero y con un género o talla determinados.

Muchache termina en –e. ¿Es una reivindicación del género neutro en castellano como propone el colectivo LGTB+?

He cogido la idea de ahí, pero yo no reivindico nada. Me encantaba la palabra ‘muchacho/a’ y para hacerla genérica le puse la –e porque le iba al pelo al concepto de la línea y porque es un debate candente en la sociedad.

Fuiste la mano derecha de Alexander McQueen. ¿Se ha reconocido tu papel en la firma lo suficiente?

Quien me lo tenía que reconocer [dice en referencia al propio McQueen] me lo reconoció y lo hizo en vida. No me interesa más reconocimiento aparte del que me dio él. Fue una magnífica persona conmigo, siempre alababa mi trabajo. Tuvimos nuestros más y nuestros menos, como todos, pero haciendo balance fue una relación muy positiva. Cuando debuté con mi propia marca, estuvo a mi lado y me apoyó financieramente y también a nivel psicológico.

Muchache, su nueva línea, apuesta por prendas sin género ni talla.
Muchache, su nueva línea, apuesta por prendas sin género ni talla.Muchache

¿Te costó mucho decidirte a hablar de él en el recién estrenado documental McQueen?

Muchísimo. No quería caer en las garras de gente que quisiera hacer algo que no fuera en consonancia con lo que era él. Tuve largas conversaciones con los directores y no me abrí a ellos hasta que no los conocí bien. Al principio me veía más capacitado y una vez ya estaba metido en el ajo me emocioné muchísimo. Vuelve la pena y también la nostalgia al recordar los buenos momentos.

¿El resultado refleja bien cómo fue el diseñador?

Cuando lo vi por primera vez me emocionó mucho. El resultado es bueno y creo que refleja bien las dos figuras: la persona (Lee) y Alexander McQueen (el personaje). Está toda esa parte dramática que narra la muerte de Isabella Blow y de la madre de McQueen, que ojalá no hubieran tenido que estar, porque todo lo demás es tan bonito y tan inspirador… Pero es un reflejo de la vida misma y de lo que ocurrió.

¿Te quedas con la persona o con el personaje?

Me quedo con los dos. Lo conocí como creador, pero mi favorito era Lee: una persona normal con mucho talento y una risa contagiosa y muy potente. Siempre estaba haciendo bromas. El personaje era otra historia.

Fuiste su mano derecha. ¿Fue injusto no quedarte al frente de la firma tras su desaparición?

Para nada. La que estuvo dando el callo y trabajando de asistenta era Sarah (Burton, actual directora creativa) y era ella la que tenía que coger el mando. Si me lo hubiesen propuesto no sé si hubiera aceptado. Para mí era muy importante su figura y no sé si me hubiese visto capacitado. Sarah está demostrando colección a colección que era la persona adecuada. No tengo mucha relación con ella, pero nos llamamos puntualmente. La última vez que nos reunimos el equipo de aquella época fue en 2015, en el quinto aniversario de la muerte de McQueen. Tuvimos una velada muy agradable en la que también estuvo Anabelle Neilson (la musa de McQueen que falleció hace unos días). Recuerdo que jugamos a poner música y adivinar de qué desfile era la canción que sonaba.

«McQueen reconoció mi talento en vida», asegura el diseñador.
«McQueen reconoció mi talento en vida», asegura el diseñador.Muchache

En el documental, McQueen dice que le gustaría que la marca acabara con él. ¿Compartes su opinión?

No. Creo que en el fondo él sí quería que la firma continuara y dejó los cabos atados para que así fuera. Quería crear un imperio a la altura del de Yves Saint Laurent y lo consiguió. Nunca hablamos de esto pero pondría la mano en el fuego por que él estaría contento de saber que la marca sigue, que están haciendo cosas bonitas y que los números les acompañan.

La marca atraviesa una etapa muy distinta a la que vivió con él, menos espectacular.

Sí, pero la esencia sigue estando, aunque ahora veo una gran influencia de Sarah, como es lógico. Los desfiles de McQueen eran espectaculares porque le salían del alma. Alexander McQueen solo había uno y sería una tontería intentar hacer lo que él hacía. Imagínate la presión de la pobre Sarah, lo que debe estar pasando esa chica. ¿Sabes la responsabilidad que supone reemplazar a Alexander McQueen y que te comparen con él?

La duquesa de Cambridge se ha convertido en la gran embajadora de la casa. ¿Encaja con el ADN de la firma?

A mí me encanta que lleve modelos de McQueen. No son los de la colección sino piezas adaptadas o creadas para ella. Debe ser un orgullo para el equipo que una marca que empezó desde cero esté vistiendo a la realeza.

¿También le hubiera gustado a McQueen?

Sí. Era gran amante de su país, de su cultura y te diría que hasta de la realeza. Si te fijas en la colección La chica que vive en el árbol, sacó un vestido palabra de honor con un estampado de Isabel II. No sé si era monárquico, pero desde luego no le hacía ascos a la monarquía y aceptó el nombramiento de Comendador de la Orden del Imperio Británico. Estaba muy orgulloso de que su país lo reconociera. Ojalá tuviéramos eso en España.

¿Cuál es la mayor carencia de la moda española?

La moda española se conoce mundialmente por el fast fashion. Ser líderes en ese terreno creo que no permite que lo seamos en la moda de autor y eso que aquí hay muchísimo talento. Lo que pasa es que si los diseñadores venden sus chaquetas a 300 euros, los españoles piensan que por qué van a pagar tanto si pueden ir a Zara y hacerse con una por 80. Eso sí, tengo que decir que soy gran amante de la fórmula de Inditex en sí y a veces compro en Zara, pero hay cosas que no respeto. Ahora estoy intentando conseguir el número de Amancio Ortega para hacerle una propuesta.

Yo no lo tengo, pero si quieres adelantárnosla…

Es una propuesta revolucionaria. No te puedo contar lo que es pero pienso que el fast fashion español debería apoyar más el diseño nacional.

Lorenzo Caprile confesaba a S Moda que admira a Amancio Ortega. ¿Tú también?

En plan empresarial, sí. En plan ético te diría que no lo puedo admirar. Pero en el sentido empresarial me arrodillo delante de él porque su fórmula es revolucionaria y engancha. Eso sí, Zara lo han hecho los españoles que son los que compraron en un principio. Ojalá ahora fueran creando cosas genuinas con la gente súper creativa que tenemos en este país. O concedieran becas y ayudas para los jóvenes diseñadores que están luchando para no tener que cerrar.

Acostumbrado a la teatralidad y dramatismo de los diseños de McQueen y de tu propia marca, ¿qué opinas del éxito de firmas como Vetements y la locura por el street wear de lujo?

Sinceramente no entiendo ese rollo de vender sudaderas a mil euros y zapatillas a 300. Llámame antiguo pero yo valoro mucho el diseño, el corte, la tela… Estas marcas solo trabajan el logo y lo pagas a cojón de obispo. Es una fórmula que funciona con los millennials y todos mis alumnos [es director de proyectos creativos del IED en Barcelona] son superfans, pero yo no sé qué le ven. Y lo que están haciendo con Balenciaga ya es de apaga y vámonos. Cristóbal Balenciaga cerró porque no quería caer en todo esto y ahora lo están haciendo. La marca se ha convertido en unas plataformas Buffalo.

¿Aceptarías dirigir Balenciaga?

Supongo que sí. Pero es muy difícil crear con otro nombre, no sé si estoy preparado.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Sobre la firma

Clara Ferrero
Es redactora en S Moda, revista en la que ha desarrollado la mayor parte de su carrera. También es cocreadora de 'Un Podcast de Moda', el primer podcast en castellano especializado en la temática. Es licenciada en Periodismo y Comunicación Audiovisual, y especialista en Comunicación de Moda por la Universidad Complutense.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_