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Love y American Gods - Juan Manuel, ingeniero. Después de unos meses intensos, un “vamos demasiado rápido” y un “es que esto me da vértigo”, lo mejor es cortar por lo sano. Cansado de que Netflix me recomendara siempre lo mismo lo intenté con Amazon y me llamó la atención el argumento de American Gods porque hablaba de un tío que sale antes de la cárcel “porque su mujer ha muerto en un accidente de coche mientras tenía la polla de su mejor amigo en la boca”. Si él puede superar eso, tú puedes superar cualquier mierda. Luego vuelves a Netflix y, con mejor ánimo, le das la oportunidad a la serie que parece más antiamor del catálogo, Love. No la engulles, la asimilas y, cuando la terminas, no sabes si por la ficción o por el tiempo pasado, te encuentras mejor. Se te ha olvidado casi todo. Quizá porque el protagonista de la serie tiene tantos altibajos como tú, es tan imperfecto como todos. Quizá porque te has enamorado un poco Gillian Jacobs, que es rara y loca, pero tiene ese no sé qué. O porque, como he dicho, el tiempo ha hecho su efecto.