_
_
_
_
_
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

No lo sé

OPINION-SOFIA-620×470-620×470-620×470

Una noche cualquiera de la Semana de la Moda de Milán, Leticia García, redactora jefa de moda de S Moda, me avisó de que le acababa de llamar la estilista Alba Melendo, que íbamos a cenar. En uno de esos generosos y divertidísimos delirios de Alba, que siempre recibe a todo el que quiera apuntarse, acabamos cenando con Miriam Sánchez y otras dos o tres personas (y cantando a voz en grito algunas canciones que pinchamos en YouTube y que solo confesaré bajo tortura). Esa noche, la modelo española ya había hecho algunos shows y le preguntamos si iba a desfilar para Prada. No lo sé, nos contestó. Se retiró pronto. Al día siguiente, cuando la vi primero en la pantalla y luego caminando hacia mí en el desfile de la colección que viste ahora mismo en esta portada, solo constaté que no podía ser de otra forma: Miriam tenía que estar en aquel desfile.

Y Miriam Sánchez también tenía que protagonizar este número. Una de las 50 modelos más solicitadas del mundo, la madrileña tiene una relación especial con la moda. Es sosegada, sólida, duradera, poco ansiosa. Y esta visión tan particular de una industria con una cara A rápida y consumista es justo el resumen perfecto de lo que queremos contar.

Dicen que la industria de la moda es la segunda industria más contaminante. No lo es. Pero eso no significa que el ritmo de producción y compra desaforado, el usar y tirar, el abaratamiento de la ropa, su producción y su transporte, no sean derivas peligrosísimas que debamos replantearnos. No vale mirar a otro lado y pedir que nos dejen comprar “nuestras cositas”, como dice irónicamente en este número la periodista Marta D. Riezu —y por cositas se refiere, por ejemplo, a camisetas tan baratas que compensa destruir como excedente antes que transportarlas a un mercado secundario—. Tampoco vale ser cínicos y concluir que todas las iniciativas de las grandes marcas no son más que un lavado de cara, blanqueamiento verde (¿se traduce así greenwashing?) y que el descrédito es tal que qué más da: o dejas de comprar para siempre o estás participando en una farsa. Pues no. Las razones serán variadas, y seguro que hay campañas de imagen de por medio, además de conciencia, pero en S Moda creemos que los pequeños o grandes pasos que contribuyen a que la moda sea más equitativa, más limpia, más transparente y más consciente hay, al menos, que contarlos. Así que, entre otros muchos temas que harán de este mes un mes mejor como la entrevista a Gaby Hoffmann, la preciosa imagen de Susi Sánchez, Laia Costa y Alauda Ruiz de Azúa abrazadas, o las fotografías de la colección de Armani en sus jardines, podréis leer sobre iniciativas novedosas, apuestas de futuro y preguntas incómodas con respuestas inciertas porque no las sabemos. En este mundo polarizado, con respuesta para todo, qué difícil es decir solo no lo sé. No suele ocurrir. Espero que lo disfrutéis.

Margaret Thatcher con la diseñadora Katharine Hamnett, que vestía una reivindicativa camiseta antimisiles. Era 1984.
Margaret Thatcher con la diseñadora Katharine Hamnett, que vestía una reivindicativa camiseta antimisiles. Era 1984.PA Images / Getty Images (PA Images via Getty Images)

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_