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Los memes más chungos del mundo: por qué quejarnos en Internet nos ayuda a estar mejor

Frente a los tonos pastel y frases motivacionales de Instagram, los millennials se empeñan en recordarnos, mediante memes, que estar en el pozo es lo más normal del mundo.

Bob Esponja, un personaje recurrente en los memes más tristes de Internet.
Bob Esponja, un personaje recurrente en los memes más tristes de Internet.

“Haber si me muero” (sí, escrito con ese fatal error ortográfico) se ha convertido en una de las consignas más recurrentes entre los millennial y la Generación Z a través de Twitter. Quizás, las dos generaciones que han conseguido reconstruir en una versión digital el espíritu de esas abuelas que miraban al cielo antes de exclamar “señor, llévame pronto”. Los millennial en realidad no nos queremos morir, pero la vida nos pesa: los alquileres abusivos, la precariedad laboral, los contratos basura, los falsos autónomos, la gentrificación o la imposibilidad de formar una familia en esta economía nos han convertido en una generación para la que la inestabilidad es la forma de estar en el mundo. Estas son cosas que tienen que salir por algún lado… y qué mejor lugar que Internet.

En mitad de este desastre, encontramos en Instagram un universo que la mayoría de nosotros no habitamos: gente que viaja mucho (¿de dónde sacan el dinero?), gente estrenando conjuntos increíbles a diario (de nuevo, ¿de dónde sacan el dinero?), gente con peinados perfectos a las 9 de la mañana o gente desayunando cosas de pinta deliciosa que, además, suelen hacer juego con las fundas de su sofá (¿de dónde sacan las ganas?). Además de la vida en tonos pastel, Instagram también nos martillea con todas esas frases motivacionales del tipo “si quieres, puedes” o “si tu vida no te gusta, cámbiala”: mensajes un tanto punzantes para aquellos jóvenes que económicamente no se pueden permitir tomarse un par de meses sabáticos para pensar en el futuro, porque el presente los ahoga.

Frente a esto, un ejército de creadores de memes ­–algunos convertidos en casi toda una institución, como la página Nihilist Memes y otros, personas normales y corrientes– se arman como una auténtica resistencia ante el misterwonderfulismo para recordarnos que estar en el hoyo es de lo más natural. Son memes que se ríen del desastre: hablan de sufrir ansiedad y fobia social, de no ser capaz de relacionarse con alguien más que el anfitrión en una fiesta, de la incapacidad de amar y ser amado, de no tener suficiente dinero, de llorar en el baño de la oficina, de no poder ver a tus amigos por la sobrecarga de trabajo o de asumir que ser adulto es algo que nos viene un poco grande porque no nos dan las horas del día.

«Solo porque seas basura no significa que no puedas hacer cosas geniales. Se llama cubo de basura, no «garbage cannot» (juego de palabras en inglés con la negación del verbo ‘poder’)
«Solo porque seas basura no significa que no puedas hacer cosas geniales. Se llama cubo de basura, no «garbage cannot» (juego de palabras en inglés con la negación del verbo ‘poder’)Instagram @denial_aesthetics

#HABERSIMEMUERO: ¿por qué nos empeñamos en contarle a los demás lo mal que estamos?

“Los humanos somos una especie en constante comunicación: danos cualquier herramienta y la usaremos para comunicarnos e Internet no será distinto. Las redes son un canal más donde poder expresarnos”, explica a S Moda Guido Corradi, psicólogo y profesor en la Universidad Camilo José Cela, “y en toda comunicación también existe una función de regulación de nosotros mismos y nuestras emociones, es decir, mitigar las emociones con carga negativa (como la tristeza o el dolor) y potenciar las positivas: expresar que estamos ansiosos no tiene por qué tener una función de mera descripción de un estado, también tiene un componente de regulación social ‘oye, me siento así, si me veis echadme un cable’”, apunta el psicólogo.

A esto hay que añadirle el factor meme o, lo que es lo mismo, el uso del sentido del humor: “El humor como herramienta psicológica tiene un punto de subversión controlada y tolerable: podemos decir en clave de humor cosas que de manera muy seria parecerían un ataque frontal o darían una mala imagen de nosotros”, explica de nuevo Corradi, “el humor es una interfaz para poder interactuar con nuestra vida de manera que podamos descargar esas cosas que sentimos que tenemos dentro de una manera que no haga daño”.

Para Miguel Esteban, guionista y director en Capítulo 0 y orgulloso perdedor de un premio Emmy por El fin de la comedia, este tipo de humor puede funcionar como bálsamo ante la situación actual: “Creo que el humor sirve siempre como válvula de escape, y ante una crisis como la que vivimos con una injusticia social creciente, la reacción nihilista es la que mejor puede ayudar a equilibrar la ecuación: nada tiene sentido, vamos a morir todos, tú también, yo también, vamos a reírnos y a beber cervezas”.

El guionista también hace hincapié en el aspecto “guay” de estar en el hoyo: “La perspectiva nihilista tiene algo inevitablemente cool, ser pesimista mola más que tener una taza de Mr. Wonderful… así que, irónicamente, el nihilismo tiene algo de narcisismo. Supongo que el momento perfecto para hacer este tipo de humor es cuando estás a punto de estrellarte contra algo muy chungo­ pero sin llegar a estrellarte del todo”.

¿Banalización o bálsamo social?

Si bien es cierto que estos memes han puesto sobre la mesa el grito desesperado de toda una generación, existe un punto en el que es inevitable preguntarse si hablar en tono cómico sobre ataques de ansiedad o determinadas enfermedades mentales ayuda a desestigmatizar y funciona como ungüento social o, por el contrario, banaliza estas enfermedades.

“Internet permite encontrarte con gente que tiene problemáticas más parecidas a las tuyas que las de mucha gente de tu entorno, te deja encontrar ese nicho donde lo tuyo coincide con lo de los demás y, en ese sentido, te refuerza”, explica Corradi, “yo, por ejemplo, soy una persona ansiosa y compartir con otras personas ansiosas memes sobre ansiedad nos ayuda a relativizar y decir ‘mira, es como tú y es como yo y no somos los únicos’ y ese punto de normalización creo que es positivo. Muchas veces, como todo en el humor, depende de quien lo hace y que público lo recibe”.

“No creo que este humor sea 100% honesto: si estuvieras completamente hundido o tuvieras una perspectiva tan oscura sobre la vida, probablemente no harías chistes, no considero que estos memes puedan realmente ayudar a alguien clínicamente deprimido… pero sí sacarán una risa a gente que esté en un momento triste”, cuenta Miguel Esteban.

Los memes son un producto virtual y social. De nada sirve hacer un meme si no lo compartes. En este sentido, el uso de este formato para reírnos de la desgracia es también una manera de compartir nuestra desgracia con personas en nuestra misma situación. Y aunque los memes no vayan a salvarnos, sí pueden conseguir que descarguemos nuestras frustraciones generacionales, identifiquemos nuestros problemas y nos demos cuenta de que no somos los únicos con dificultades para adaptarnos al mundo que nos rodea. Mejor reírnos que llorar.

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