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La importancia de los accesorios en el cine, por Yvonne Blake

La expresidenta de la Academia de las Artes y las Ciencias Cinematográficas de España, presidenta de Honor de la Academia de Cine y directora de vestuario además de hacerse con el Oscar, accesorizó a lo más granado del cine. Recordamos esta columna en S Moda plagada de anécdotas sobre su carrera.

Yvonne Blake en la inauguración de la exposición en su honor en el museo Benlliure  de Valencia en 2009.
Yvonne Blake en la inauguración de la exposición en su honor en el museo Benlliure de Valencia en 2009.Cordon Press (FERNANDO VAZQUEZ/CORDONPRESS)

En el cine, los accesorios son determinantes: pueden ser puro adorno, pura utilidad (una bufanda para no pasar frío, por ejemplo) o fundamentales para dar pistas sobre la psicología de un personaje. Por eso, han de estar bien escogidos, porque igual que son capaces de embellecer un traje, pueden destrozar una interpretación si se ponen demasiados o son de mal gusto.

He trabajado casi siempre en películas de época y hay que pensar que, desde el siglo XIX hasta los años 60, cualquier mujer, sin diferencia de clase, no salía a la calle sin su bolso, su sombrero, su pañuelo o guantes. Para mí fue muy emocionante hacer, por ejemplo, Los fantasmas de Goya, porque tenía que utilizar complementos lo más parecidos posible a los que aparecían en los cuadros del pintor. Supuso una gran documentación, pero fue una búsqueda muy bonita.

Recuerdo Superman, porque había accesorios tan importantes como las gafas de pasta de Clark Kent y porque Margot Kidder, la actriz que daba vida a Lois Lane, no se quería poner los complementos que yo había diseñado. Fue una frustración. Por contra, cuando hice el diseño de vestuario de Una hora en la noche con Elizabeth Taylor, esta quería colocarse todas las joyas de Van Cleefs & Arpels. Todas. Para ella demasiado no era suficiente. Otra anécdota: el collar de mi propiedad que compré en Yemen y decidí poner a la María Magdalena (Yvonne Elliman) de Jesucristo Superstar. Aún lo guardo. Como también tengo (y llevo casi siempre) un broche que me regaló Gene Hackman por mi cumpleaños durante un rodaje: un avión en plata de la Segunda Guerra Mundial. Todo el mundo se fija en él.

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