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La próxima estrella de los Juegos Olímpicos es diseñadora y compite con hiyab

Ibtihaj Muhammad es la primera atleta norteamericana en llegar a unos Juegos llevando el velo musulmán. Con 30 años cuenta además con dos carreras, una firma de ropa y aspira a una medalla en esgrima.

U.S. Olympic team fencer Ibtihaj Muhammad poses for a portrait at the U.S. Olympic Committee Media Summit in Beverly Hills
Cordon Press

Como cualquiera de los otros cientos de miles de asistentes al prestigioso festival South by Southwest, celebrado en marzo en Estados Unidos, Ibtihaj Muhammad hacía cola para registrarse. Cuando llegó su turno, un voluntario se negó a hacerle la foto de acreditación hasta que no se quitara el hiyab que vestía. Defendiendo sus creencias religiosas, la joven se negó a desprenderse de él y pidió hablar con el supervisor. “Bueno, ya sabes que estás en Texas”, le contestó este. Minutos después, la organización del festival enviaba una disculpa pública a todos los medios de comunicación, que se habían hecho eco de los tuits de Muhammad denunciando su situación. Porque el voluntario y el supervisor, sumergidos en su hábitat de racismo y estupidez, habían denegado el acceso no solo a la enésima mujer afroamericana musulmana, sino a una deportista de élite, empresaria de moda y una de las 100 personas más influyentes del mundo según la revista Time. A sus 30 años, Ibtihaj Muhammad es toda una celebridad en el país al ser la primera mujer norteamericana que competirá en unos Juegos Olímpicos vistiendo hiyab. Esta tiradora de esgrima es el espejo en el que se miran no solo miles de mujeres, sino también las minorías afroamericanas y musulmanas en uno de los momentos más convulsos de las últimas décadas. Pero Ibtihaj ha superado (y supera todavía hoy) todos esos obstáculos. “El lugar en el que vives no te sirve como excusa para ser un ignorante, culturalmente insensible y ofender a la gente”, dijo ella después sobre su percance en el festival. Tras la disculpa de la organización, por fin le entregaron su credencial. Eso sí, cambiándole el nombre de Ibtihaj por Tamir. Qué le vamos a hacer, esto es Texas…

La tiradora de esgrima ha logrado un lugar en la prestigiosa lista de los 100 más influyentes del mundo.
La tiradora de esgrima ha logrado un lugar en la prestigiosa lista de los 100 más influyentes del mundo.LUCY NICHOLSON (REUTERS / Cordon Press)

“La fe es extremadamente importante para mí, siempre lo ha sido. Mi hiyab (el velo que cubre la cabeza y el pecho de las mujeres musulmanas), me permite ser yo misma y que no me juzguen por elementos externos, como el pelo o la figura. Siento que posibilita a la gente concentrarse en otras cosas, como aquello que tengo que decir”, confesó en una entrevista. Y el discurso de la atleta va más allá de atreverse a vestir el hiyab en una competición internacional, es un bala dirigida al corazón del creciente monstruo islamófobo creado a raíz de los ataques de ISIS y que algunos se encargan de alimentar por sus propios intereses. Por ejemplo, Donald Trump, el excéntrico millonario y candidato republicano a la Casa Blanca, que pidió el bloqueo “completo y total” de las fronteras a cualquier musulmán, se las tuvo que ver con la deportista. “Si nos vetas la entrada a los musulmanes, ¿cómo vamos a llegar al Preolímpico del equipo USA?”, le apeló Muhammad en Twitter. Todavía hoy espera una respuesta.

El compromiso de deponer la arcaica imagen de la mujer musulmana y afroamericana que mucha gente sigue teniendo, y adaptarlo a la realidad del siglo XXI, le ha llevado a fundar una compañía de moda. Bautizada como Louella, en homenaje a su abuela, la firma diseña y manufactura su propia ropa que vende online. Una compañía emergente creada junto a su hermano que se encarga de la producción, mientras ella misma diseña. La idea se le ocurrió tras comprobar desesperada que no podía encontrar ningún vestido adecuado para acudir a una boda, sin que fuera demasiado corto o ceñido. Louella actualiza los estereotipos con diseños elegantes y modernos, pero respetuosos con sus ideas gracias a los patrones vaporosos, las túnicas y faldas hasta los pies y los estampados actuales.

Algunos de los estilismos de Louella, la firma que dirige Muhammad.
Algunos de los estilismos de Louella, la firma que dirige Muhammad.Louellashop.com

Mujer, afroamericana, musulmana y tiradora de esgrima. Si de algo no se le puede acusar a Ibtihaj Muhammad es de haberse decantado por el camino fácil. Nacida en Nueva Jersey, hija de una profesora y un policía antidrogas, desde muy pequeña practicó tenis, voleibol y atletismo, impregnada por la filosofía deportiva inculcada por sus padres. De pequeña reconoce haberse sentido diferente por tener que vestir equipaciones distintas al resto de los niños, siendo el blanco de las burlas de sus compañeros. Así que su familia decidió buscar un deporte que pudiera practicar totalmente cubierta y se unió al equipo de esgrima del instituto a los 13 años. No solo ha tenido que lidiar con la censura religiosa en su país, sino con el rechazo a su color de piel en el propio deporte, en una disciplina históricamente reservada a los hombres blancos. “Cuando era joven, la esgrima era un deporte para blancos en Nueva Jersey. No había mucha gente parecida a mí. No tenía modelos en los que fijarme. Cuando competía en torneos locales, habitualmente había comentarios sobre mi color de piel o mi religión”.

El derribo de las Torres Gemelas, el 11 de septiembre de 2001, complicaría aún más su paso por el instituto. Su hermano y otros chicos musulmanes fueron sacados de sus clases y recluidos en una zona apartada de la escuela sin mediar explicación. “El 11 de septiembre impactó a todos. Los niños fueron marginados y marcados. La gente me gritaba cuando conducía por la calle”, explicó la madre de Ibtihaj a The New Yorker, recordando el pánico que vivió su familia aquellos días. La situación actual no pinta mucho mejor que hace 15 años. Los aeropuertos que frecuenta muy a menudo en su carrera son otro foco de problemas. Acostumbrada, como dice que está, a que mucha gente evite el contacto visual con ella. “No puedo caminar sola por la calle demasiado tarde o ir a ver a los amigos por la noche. Vivimos en un momento de locura, en el que muchas minorías tienen miedo de llamar a la policía”, apunta la atleta.

Ibtihaj Muhammad juega con una niña ante la mirada de Michelle Obama.
Ibtihaj Muhammad juega con una niña ante la mirada de Michelle Obama.Instagram

Considerada la mejor del país en su etapa escolar, Ibtihaj Muhammad fue aceptada por la prestigiosa universidad de Duke con una beca escolar y tiene una doble titulación en Relaciones Internacionales y Estudios Africanos. En 2012 consiguió clasificarse para los Juegos Olímpicos de Londres pero una inoportuna lesión de muñeca le apartó del equipo norteamericano. Lejos de desanimarse, Muhammad volvió a prepararse para llegar a Río y cumplir su sueño de convertirse en la primera atleta del país que compite con hiyab. Ahora, con un puesto en el ranking de las 10 mejores esgrimistas del mundo, afronta la cita brasileña con la ambición de morder el metal de las medallas subida al podio. “Este deporte le permitió expresar su talento atlético, y el uniforme le permitía seguir fiel a su fe. Esta no es solo la historia de Ibtihaj Muhammad. Es la historia de América”, dice de ella Keith Ellison, primer político musulmán elegido para el Congreso estadounidense.

El histórico ala-pivot de los Los Angeles Lakers Kareem Abdul-Jabbar o el recientemente fallecido mito Muhammad Ali, fueron algunos de los nombres con los que el presidente Barack Obama comparó la carrera de Ibtijah Muhammad, en una recepción celebrada hace unos meses. Una carrera sobresaliente en lo deportivo pero más aún en cuanto a su valor para la sociedad. Sí, estamos escribiendo el guion de una historia que en algunas décadas llegará a Hollywood para convertirse en una película taquillera, y a ella, en un icono internacional. Y aunque este sueño ya ha excedido sus expectativas, Muhammad confiesa que se debate entre la parte de su cerebro que le dice que su trabajo ya está hecho y la que busca llevarse a casa una medalla. “Puedo contestar con mi imagen a la gente que cuestionaba que los negros pertenecieran al mundo de la esgrima, o que las mujeres musulmanas no pudieran practicar deporte, o que los musulmanes no tuvieran un hueco en el equipo olímpico americano. Ahora me siento realizada”. En unos días, en Río de Janeiro, tendremos la respuesta.

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