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Condenados por quererse: la historia real de ‘Loving’, la sensación de Cannes

El matrimonio entre una mujer negra y un hombre blanco en los años 50 desafió las leyes discriminatorias de Estados Unidos. Exiliados para evitar la cárcel, ahora una película cuenta su increíble historia.

Richard and Mildred Loving in Washington, DC
Getty

Eran las dos de la mañana y la luz de la linterna cegó a Mildred y Richard Loving. “Me desperté y vi esa luz… había un policía junto a mi cama”, recuerda ella. Con “voz amenazadora”, se dirigió al hombre con desdén y preguntó: “¿Quién es esta mujer con la que estás durmiendo?”. El sheriff y dos de sus ayudantes revisaron el certificado de matrimonio de la pareja y lo declararon nulo. Unas horas después, ambos estaban entre rejas. Richard salió a la mañana siguiente. Mildred fue recluida varios días más. Quizá fuera el color de su piel lo que provocó que la retuvieran más tiempo. O a lo mejor el policía intentaba hacerle pagar por su desacato, al ser ella la que se levantó de la cama y frente a él, contestó a su despreciable pregunta: “Soy su esposa”.

Este es solo uno de los insólitos episodios por los que tuvieron que pasar los Loving, una pareja que se enfrentó a una pena de prisión por contraer matrimonio y cuya lucha permitió abolir definitivamente las leyes segregacionistas que prohibían las uniones interraciales en Estados Unidos. Ahora, su vida ha sido trasladada al cine de la mano de Jeff Nichols (Take Shelter). Recién estrenada en Cannes, la crítica se ha deshecho en elogios y es considerada como la primera gran favorita a los Oscar de 2017. Ya que todavía tendremos que esperar al próximo otoño para poder disfrutarla, te contamos la emocionante historia del matrimonio (que no fue) entre Mildred y Richard Loving.

Negga y Edgerton caracterizados como los Loving, la gran sensación de Cannes.
Negga y Edgerton caracterizados como los Loving, la gran sensación de Cannes.Focus Features

“El crimen de estar casados”. Así titulaba en 1966 la revista LIFE la primera referencia en los medios nacionales al caso de los Loving. Por aquel entonces, la pareja esperaba la sentencia del Tribunal Supremo, que un año después, en junio de 1967, les daría la razón. El caso Loving v. Virginia dictaminaría a su favor, declarando todas las leyes de uniones segregacionistas del país inconstitucionales. Las más de medio millón de parejas mixtas que existían en aquel tiempo les deben su libertad a los Loving. Sin embargo, ellos nunca quisieron verse como héroes, revolucionarios o meros activistas de la lucha por los derechos civiles. “No lo hacemos porque alguien tenga que hacerlo y queramos ser nosotros. Lo hacemos por nosotros, y porque queremos vivir aquí”, explicó Richard a la revista.

La pareja se conoció en su ciudad natal, Central Point, en el estado de Virginia. Allí los negros y los blancos convivían en paz, trabajando juntos en las granjas y en el cultivo de tabaco, el motor económico del pueblo. Comenzaron a salir en el instituto, cuando Mildred tenía 11 años, seis menos que Richard. Al cumplir ella la mayoría de edad se quedó embarazada. Tener un hijo sin estar casados era un estigma imposible de asumir por aquel entonces, así que en 1958, la pareja viajó a Washington para contraer matrimonio. Solo cinco semanas después, de vuelta en su hogar, el sheriff del condado los detuvo mientras dormían en su casa para meterlos en prisión. Su delito era el “cohabitar como hombre y mujer, en contra de la paz y la dignidad de la mancomunidad de Virginia”, una ley vigente en 17 estados por aquel entonces. Las comunidades del sur de Estados Unidos, normalmente más conservadoras y cerradas, han permitido que muchas de estas leyes perduraran hasta muy avanzado el siglo XX, en pos de la «integridad y pureza» de la raza blanca.

El juez los condenó a un año de cárcel, pero les ofreció suspender la sentencia si salían del estado y permanecían en el exilio durante al menos 25 años. Asustados y desconocedores de su derecho de apelación, la pareja huyó a Washington, donde vivieron un lustro. Los Loving volvieron a Virginia para visitar a la familia de Mildred y fueron arrestados de nuevo. Pero en esta ocasión, decidieron luchar. Fijaron la residencia en su ciudad natal y pidieron ayuda al Fiscal General del Estado y a la Unión Estadounidense por las Libertades Civiles.

El estado alegó que prohibir el matrimonio interracial no era discriminatorio, ya que se aplicaba tanto para blancos como para negros. Los abogados de la Unión intentaron que el juez Leon Bazile se retractara de su veredicto original, pero Bazile, un defensor de la segregación racial, se negó a hacerlo. Según The Telegraph esta fue su sentencia. “El todopoderoso Dios ha creado las razas blancas, negras, amarillas, malayas y rojas, y las separó en diferentes continentes. Y, si no fuera por la interferencia de su acuerdo, no habría ninguna razón para tal matrimonio. El hecho de que separara las razas nos muestra que él no pretendía que se mezclaran entre ellas”. Gracias al dictamen posterior del Tribunal Supremo, y casi una década después de contraer matrimonio, los Loving pudieron vivir por fin en el lugar donde siempre quisieron, Virginia.

El escritor Phyl Newbeck contó su historia en 2004 en el libro Virginia hasn´t always been for lovers (Virginia no siempre fue para los enamorados), pero su caso adquirió relevancia y popularidad internacional gracias a un documental emitido por la HBO. Jeff Nichols, una de las grandes promesas del cine norteamericano gracias a trabajos como Mud, vio el tráiler y se echó a llorar, según confiesa en una entrevista con El País. “Cometí otro error, pasárselo a mi esposa, que me dijo que si no rodaba la historia sobre ellos se divorciaba de mí”. Loving, con Joel Edgerton (El gran Gatsby) y Ruth Negga (Misfits) como Richard y Mildred, acaba de ser estrenada en la sección oficial del Festival de Cannes, con críticas unánimes y entusiastas. Tanto es así, que ha retrasado la fecha de estreno al público hasta el próximo noviembre, para poder competir en la temporada de premios. Nichols dijo que quería que su película hablara de la gente y no de los políticos, ya que contaba con “la relación de amor más pura de los Estados Unidos”. Apunten este drama porque es muy probable que les veamos subir al escenario del Dolby Theatre el próximo año.

A riesgo de hacer un spoiler de la película, el final de esta pareja bien merece ser contado. Tras tantos años de pelea, en 1975 un conductor borracho chocó contra su coche. Richard falleció y Mildred perdió el ojo derecho. Cuando se cumplía medio siglo desde aquella boda en Washington que no fue (o que no dejaron ser), en 2008 Mildred murió. Unos meses antes, había ofrecido a la prensa el último testimonio de un amor y una lucha que, contra su deseo inicial, va a perdurar en la historia. “No pasa un día en el que no piense en Richard y nuestro amor, y lo que significó para mí tener la libertad de casarme con la persona querida, incluso si los otros pensaban que era “la equivocada”.

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