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El ‘boom’ de las clases de ‘pole dance’, como experiencia curativa y liberadora, recorre el mundo

El documental de Netflix Desnúdate, rebélate (Strip Down, Rise Up) sigue las historias de un grupo de alumnas de una clase de pole dance, convirtiendo cada sesión en una experiencia catártica y de superación personal. Estas son algunas de sus historias.

El 'pole dance' es una disciplina que no para de ganar adeptas en todo el mundo.
El 'pole dance' es una disciplina que no para de ganar adeptas en todo el mundo.Getty

Evelyn, de 50 años, trabaja en una pastelería. Es madre de dos hijos y viuda desde hace un año y ocho meses. Su vida, dice, se sumió en la penumbra desde entonces, más aún al enterarse después de que su marido era infiel con otra mujer. Megan, de Ohio, soñaba con triunfar en la gimnasia y ganar una medalla en los Juegos Olímpicos. Su sueño se torció con apenas 15 años, cuando se cruzó en su camino el doctor Larry Nassar, un depredador que violó durante décadas a cientos de niñas gimnastas con total impunidad. También abusó de Megan en varias ocasiones, provocándole un trauma que dice haber reprimido desde entonces. Lisset lamenta no haber reunido el coraje necesario para confesarle a su padre su homosexualidad. Temía ser rechazada por su familia, pero tras la muerte de este sabe que ahora es demasiado tarde. Las tres comparten hoy clase en una academia de pole dance, convergiendo sus historias en un círculo al que se unen mujeres de diferente edad, etnia o identidad sexual buscando liberarse y reivindicarse.

Desnúdate, rebélate (Strip Down, Rise Up) es el título del recién estrenado documental de Netflix que ha seguido e inmortalizado el conmovedor proceso de transformación de estas alumnas de barra fija, disciplina de moda en todo el mundo gracias al éxito de películas como Estafadoras de Wall Street. Imitando al personaje de Jennifer Lopez, pero despojándolo del subtexto más sórdido y de los prejuicios que relacionan la práctica con los clubs de alterne, las alumnas que conforman el grueso narrativo del proyecto apuestan por «reclamar sus cuerpos» y sus vidas a través de esta forma de fitness, exhibiéndose vulnerables para aprender a amarse a través de la sensualidad. “Tras una investigación extensa encontré a las mujeres en las que quería poner el foco, asegurándome de que cada problema, contexto personal, forma y color estaba representado de la mejor forma posible”, declaró a Entertainment Weekly Michéle Ohayon, directora del aplaudido documental. “Me pareció muy empoderador ser testigo de la transformación de estas mujeres, derramando dolor y vergüenza para lograr aceptarse a sí mismas y a su belleza bruta”.

Evelyn Oshita es una de las protagonistas del filme.
Evelyn Oshita es una de las protagonistas del filme.Netflix

“Mi misión es que las mujeres vuelvan a sentirse completas”, asegura Sheilla Kelley, directora de la academia S Factor y líder espiritual de la disciplina. Con escuelas repartidas por las ciudades más importantes de Estados Unidos, Kelley, actriz en activo conocida por series como Perdidos o The Good Doctor, ha logrado hacer de sus aulas, despojadas de espejos en los que juzgarse y de la mirada masculina, un lugar seguro para las que se atreven a soltarse la melena, dejar las gafas en el vestuario y tirar de lencería de encaje.

Kelley quedó prendada de este ejercicio aeróbico a finales del siglo pasado, cuando se preparaba para el rodaje de la película Historias de la noche, de Michael Radford, en la que tenía que dar vida a una estríper. Por aquel entonces se consideraba una infeliz: sufría anorexia, se autolesionaba con frecuencia y su matrimonio con el también actor Richard Schiff (el inolvidable Toby Ziegler de El ala oeste de la Casa Blanca) estaba a punto de llegar a su fin. Pero el pole dance, confiesa, le cambió la vida. Escribió un libro, ofreció una charla TED al respecto, popularizó la disciplina en los programas de Oprah Winfrey o Ellen DeGeneres y reclutó a un ejército de estrellas de Hollywood que, como Teri Hatcher (Mujeres desesperadas), no dudaban en presumir ante los focos de los beneficios de un ejercicio aeróbico y emocional. Otras famosas como Emma Watson, Kate Moss, Cindy Crawford, Kate Hudson o Kim Kardashian también han revelado practicar esta modalidad para mejorar su forma física y su autoestima.

Imagen de una clase de la academia de ‘pole dance’ S Factor.
Imagen de una clase de la academia de ‘pole dance’ S Factor.Netflix

“No enseño lo que yo hago. Enseño a hacer lo que quiere tu cuerpo, a saber cómo se mueve en el placer y en el deseo. Esa es la premisa. Quiero que se sientan seguras para explorarse, y que puedan redescubrirse, recuperarse, completarse y… brillar, joder”, añade la intérprete, sobre una experiencia curativa e innovadora que hizo que, durante años, los padres de las amigas de su hija no permitieran que estas acudieran a su casa por miedo a que las transformara en una especie de trabajadoras sexuales. Su misión no es otra que ayudarlas a conocer la integridad de su lado más femenino porque, explica, “cuando una mujer controla y conoce su cuerpo, sus movimientos y sus curvas, se vuelve peligrosa para el patriarcado”.

Las protagonistas del documental consideran que esta disciplina aeróbica es una oportunidad para el empoderamiento femenino.
Las protagonistas del documental consideran que esta disciplina aeróbica es una oportunidad para el empoderamiento femenino.Courtesy of Netflix / 2021

Desnúdate, rebélate sigue la evolución durante seis meses de un heterogéneo grupo de mujeres cuyas vidas giran alrededor de esta disciplina. Desde alumnas noveles a las más experimentadas, pasando por empresarias, profesoras, estrellas con residencia en Las Vegas o bailarinas de competición. La mayoría comparte un historial traumático y sentimientos de inseguridad, miedo, vergüenza o culpa por lo vivido. Unas lidian con enfermedades, otras han sido víctimas de abusos y muchas denuncian la dictadura normativa que las llevó a odiar sus propios cuerpos, encontrando en la barra una oportunidad para no dejarse hundir por las emociones. En ocasiones, en contra de parejas o familiares de mente reaccionaria que consideran esta disciplina como una ofensa contra los valores religiosos. “Cada baile era yo llorando”, evoca Patricia, una empresaria neoyorquina de 38 años que superó el final de una relación sentimental escalando la barra con tacones de 15 centímetros. A veces, basta solo con subirse a unos para empezar a quererse un poco más.

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