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Cómo el español pijo y de derechas se apropió del chaleco de plumas ligero

Mientras en EEUU Steve Bannon se queda con la chaqueta Barbour, ¿qué pasará con esta prenda después de que Juanma Moreno y las elecciones andaluzas la hayan elevado a uniforme de un determinado color político?

Juanma Moreno con el chaleco acolchado que ha lucido sin descanso durante esta campaña y que ha convertido en símbolo de su candidatura.
Juanma Moreno con el chaleco acolchado que ha lucido sin descanso durante esta campaña y que ha convertido en símbolo de su candidatura.Getty/ Twitter

La foto de la entrada en prisión de Rodrigo Rato o cuando Mariano Rajoy lo lució bajo su traje en una cumbre en Suecia ya nos alertaban de lo que estaba por llegar. Tras unos pocos años de avistamientos tímidos, la catarsis se materializó con el arranque de la campaña a las elecciones andaluzas. Juanma Moreno, candidato a hacerse con la presidencia de la comunidad por el Partido Popular, oficializó el 16 de noviembre lo que muchos ya venían advirtiendo desde que integrantes del Partido Popular, Ciudadanos o Vox hayan posado con él una y otra vez con la caída de las temperaturas: los hombres de la derecha española se han adueñado del chaleco de plumas ligero. El círculo tenía que cerrarse con el «Juanma Moreno presidente» impreso en la espalda del modelo customizado que el candidato andaluz se colocó encima para presentar su campaña. El PP ya tenía su chándal a lo Evo Morales o su camisa de Alcampo a lo Pablo Iglesias. Su resumen estilístico ante el mundo es un acolchado funcional para proteger su pecho en invierno.

Ni la lluvia de memes que le cayeron ese día, ni los chistes constantes en redes sobre el nuevo uniforme de la derecha española han frenado al afán de Juanma Moreno por convertir a la prenda en una suerte de símbolo de su campaña. El andaluz ha adoptado el plumas ligero en múltiples formas y estilismos: lo ha llevado bajo la chaqueta, en versión plumón–a la que tampoco hace ascos Pablo Casado–, se lo ha puesto para pedirle el voto a una vaca y hasta en el vídeo viral donde quería epatar la épica de Juego de Tronos de Teresa Rodríguez. Pero el chaleco no solo es territorio único del Partido Popular. Mientras Albert Rivera ha cambiado la camisa por el cuello cisne bajo americana, el chaleco ligero también es un recurso estrella para el secretario general de Vox, Javier Ortega, y los simpatizantes que suelen acompañarle junto a Santiago Abascal. La prenda despunta este otoño en símbolo de una determinada masculinidad española (también se deja ver con ella bajo su americana toreros como Fran Rivera o el fanático de las mujeres como las de antes, Arturo Pérez Reverte) y con un carácter aspiracional resumido en un tuit: «Estas Navidades, no puede faltar en ninguna mansión el chaleco ligero de plumas y los castellanos de dos borlas».

Javier Ortega (Vox), Juanma Moreno (PP), Pablo Casado (PP) y Mariano Rajoy con luciendo plumas ligero.
Javier Ortega (Vox), Juanma Moreno (PP), Pablo Casado (PP) y Mariano Rajoy con luciendo plumas ligero.Twitter/ Getty

Mientras en EEUU Barbour se enfrenta a una posible crisis de imagen ante la apropiación de su chaqueta insignia por parte de la extrema derecha en una figura tan polémica como la de Steve Bannon, en España el fenómeno de la apropiación del chaleco ligero de plumas –visto aquí como heredero del uniforme de caza y equitación que viste el sector más conservador del país–, choca con la poliédrica visión americana. Allí está asociado de forma no oficial a un sector más geek como son los empresarios/inversores de Silicon Valley –de ahí las bromas sobre la máquina expendedora de chalecos ligeros que la firma Uniqlo instaló este verano en el aeropuerto de San Francisco o su inclusión constante en series que retratan el gremio como la de HBO–. También lo está con ese sector adicto a las tendencias que ha visto en el Gorpcore una salida creativa a la invasión de básicos minimalistas. El plumas ligero se imagina allí en diseños más osados y largos, mezclándose con forros polares, chaquetas-peluche con aire montañero o la reconversión de The North Face o Patagonia en inesperadas firmas de carácter urbano cool. 

La introducción en el mercado de la ropa térmica para vestir lejos de las montañas y sobre el asfalto, gracias a firmas de carácter urbano como Uniqlo o el repunte de la ropa montañera como tendencia de moda, ha propiciado una expansión aupada gracias su extrema funcionalidad –pesa/ocupa poco y abriga mucho– que ha favorecido una democratización del plumas ligero como chaqueta o accesorio básico del armario invernal. Una situación que en los últimos años no entendía de clase social o etiqueta. Así lo ve también el reciente manual del hater de Twitter que es El libro del odio (Malpaso, 2018) al ilustrar a la prenda como «5 gansos muertos llevo dentro. El chaleco de plumas es la prenda contradicción: eres choni, eres cazador». Una ambivalencia que ahora parece obsoleta desde que, en unas elecciones, la derecha española insistió en apropiársela para ella sola.

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