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Cher, icono de estilo (y otras 5 cosas que cambiaron nuestra manera de vestir en 2017)

Este año ha roto los límites del buen gusto, ha despiezado las prendas más clásicas y ha encumbrado a la cantante como fuente de inspiración estilística.

La cantante Cher.
La cantante Cher.Getty

Cher o los nuevos límites del ¿buen? gusto: Que dos de los iconos del año hayan sido Cher (con permiso de Donatella Versace, cuya estética personal y de marca se ha impuesto este 2017 y lo hará de nuevo en 2018 de la mano del biopic que todos estamos esperando) y tu abuela (sí, la de los chaquetones de pelo, las perlas, las medias color carne y las rebecas) lo dice todo. Tampoco ayuda demasiado que hayan vuelto las gafas con cristales de colores, los tangas, los tops tipo pañuelo, los pantalones ciclistas, las riñoneras, las botas de cowboy, las Crocs (de la mano de Christopher Kane y Balenciaga), las zapatillas deportivas de padre de los noventa, o los brillos a todas horas (así lo demuestra el vestido del año: aquel que Chiara Ferragni le copió a Kendall Jenner que a su vez tomó prestado de Paris Hilton el día de su 21 cumpleaños y que marcas como Bershka han recuperado en forma de cuerpo ideal para estas fiestas), por citar solo algunos ejemplos. Ojo porque el repertorio se recicla cada temporada: aquello de hortera entendido como falto de gusto va perdiendo sentido con los años y es un concepto que por culpa de los caprichos de la moda tiene los días contados.

Hipersexualidad versus feminidad bucólica: El protagonismo absoluto de la cintura (marcada hasta la saciedad a propósito de la vuelta del corsé), además de los hombros y los abdominales como nuevo escote, demuestran que la tendencia que lleva la feminidad al extremo se ha abierto paso entre una estética a medio camino entre lo pastoril y lo pastoral. Al triunfo de los vestidos a media pierna estilo Rejina Pyo y Ganni basta remitirse. Tampoco podemos olvidar la moda que desde hace varias temporadas defiende las (des)proporciones en prendas que optan por una silueta uniforme y sin género definido. Este 2017 hemos estado transitando entre un tipo de sexualización al estilo Tom Ford en su época al frente de Gucci (con la vuelta de las transparencias, las botas infinitas o directamente la falta de pantalones) y la perpetuación de las prendas sin talla ni sexo. Una de las que mejor ha sabido moverse entre ambos límites ha sido, sin lugar a duda, Rihanna.

Rihanna se mueve muy bien entre lo sexy y lo masculino.
Rihanna se mueve muy bien entre lo sexy y lo masculino.Getty

La deconstrucción de los clásicos: De la camisa al blazer pasando por el vestido o el jersey, 2017 ha sido el año en el que las prendas clásicas se han redefinido dejando paso a fórmulas híbridas y multifuncionales en cuestión de estructura. Raf Simons, por ejemplo, ha despiezado los jerséis haciendo de las mangas de quita y pon una de sus propuestas más aclamadas, fórmula que ha copiado Zara. En el terreno de las camisas nos topamos con versiones para todos los gustos: asimétricas y cruzadas, con las mangas extralargas, cortadas, abullonadas o con lazos, con los cuellos deformados, agrandados, o directamente reubicados… Algo similar a lo que han vivido las americanas: con botones desplazados, de doble solapa o mangas acortadas, acampanadas o superpuestas, aunque sea a golpe de trampantojo. Y, por supuesto, utilizadas en conjuntos de dos piezas: el traje se actualiza dejando atrás su carácter conservador y estático para pasar a ser no solamente un símbolo de empoderamiento femenino sino enseña de la nueva vanguardia.

El jersey desmontable de Calvin Klein que «inspiró» a Zara.
El jersey desmontable de Calvin Klein que «inspiró» a Zara.Imaxtree / Zara

La reinvención del denim: Otro clásico revisado por la mayoría de firmas. Si las cazadoras han visto cómo se agrandaban sus hombros, se cortaban sus bajos, o se rajaban sus mangas, los jeans han sido los que más modificaciones han sufrido. Han pasado de básico a pantalón emblema de la nueva vanguardia de moda y colmo de la creatividad, además de símbolo del streetwear del que se han apropiado definitivamente la mayoría de firmas de lujo. No en vano una de las marcas más solicitadas del año ha sido Levi’s, y sus colaboraciones con Vetements, Sacai u Off-White son de las más buscadas del momento.

Taylor Tomasi Hill luciendo los vaqueros ‘ugly’ definitivos.
Taylor Tomasi Hill luciendo los vaqueros ‘ugly’ definitivos.Getty

El mensaje como reclamo definitivo: Si 2016 marcó la vuelta de la logomanía –una tendencia que se ha consolidado a lo largo de este año–, 2017 ha convertido la moda en un manifiesto. Un gran número de firmas han defendido mensajes feministas y eslóganes con vocación política en clave de protesta (recordemos la revolución anti-Trump vivida durante la Semana de la Moda de Nueva York inmediatamente posterior a su elección como Presidente). Otras simplemente han apostado por frases inspiradoras y motivacionales para subir la autoestima: una suerte de síndrome Mr.Wonderful (y ojo porque no es solo cosa de Inditex) se ha instalado definitivamente en las pasarelas y en las tiendas a través de consignas de todo tipo estampadas en camisetas, y a modo de novedad, también en complementos como bolsos y zapatos. Porque hoy más que nunca vestirse es la mejor manera de reivindicarse en cualquier frente.

Sin duda ha sido el año de los mensajes feministas.
Sin duda ha sido el año de los mensajes feministas.Imaxtree

Prendas que cambian de sentido: Pantalones reversibles (Vetements), camisas de arriba a abajo (Monse), chaquetas que se colocan de detrás hacia adelante (Acne Studios) y abrigos abrochados sin atender a la lógica (Balenciaga) han protagonizado el año. La versión más mainstream y viral llegaba en forma camisas que se llevan completamente caídas sobre los hombros o directamente al revés. Sin duda, en 2017 hemos aprendido a cambiar el sentido de la moda y nada mejor que empezar dándole la vuelta a las prendas de ropa.

Las camisas caídas han sido piezas clave en el ‘street style’.
Las camisas caídas han sido piezas clave en el ‘street style’.Getty

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