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¿Está Anna Wintour intentado ayudar a Weinstein con el regreso de Marchesa?

La cofundadora de Marchesa y ex mujer de Harvey Weinstein, Georgina Chapman, vuelve a la esfera pública tras medio año de silencio. Lo hace de la mano de la influyente editora de ‘Vogue’, que ha orquestado su vuelta con tres movimientos clave.

La editora de 'Vogue' Anna Wintour y Georgina Chapman, de Marchesa, juntas en 2015.
La editora de 'Vogue' Anna Wintour y Georgina Chapman, de Marchesa, juntas en 2015.Cordon Press (Angela Pham/BFA/Sipa USA / Cordo)

Anna Wintour no da un paso en balde. Si algo ha quedado claro del perfil de la mujer más poderosa de los medios de comunicación (así ha definido Forbes a la editora jefa de la edición estadounidense de Vogue), es su capacidad para mover hilos y milimetrar detalles. Lo demostraba en el mítico documental The September Issue y lo hace cada año codirigiendo junto a Andrew Bolton la Gala Met, la alfombra roja de mayor trascendencia, en la que su control sobre la cita se extiende hasta el punto de aprobar qué diseñadores vestirán a los asistentes. En su última edición, más allá de los espectaculares estilismos de inspiración católica, una reaparición que está generando debate. Scarlett Johansson se vestía de de la firma de alta costura Marchesa, cofundada por la ahora ex mujer de Weinstein, Georgina Chapman, junto a Keren Craig, que desde que Jodi Kantor y Megan Twohey destaparan el escándalo del productor en octubre no había vuelto a llevarse en ningún evento. Un gesto de apoyo por parte de Wintour al que ha seguido una aparición televisiva de la británica y todo un despliegue editorial en Vogue para librar a la firma de la lacra Weinstein. Pero la estrecha (y conocida) relación de Wintour con el empresario acusado de acoso, abuso y agresiones sexuales siembra dudas.

Scarlett Johansson, con el vestido de Marchesa en la pasada gala Met.
Scarlett Johansson, con el vestido de Marchesa en la pasada gala Met.Getty

“Vestí de Marchesa porque su ropa hace a las mujeres sentirse seguras y guapas y es un placer apoyar una marca creada por dos diseñadoras increíblemente talentosas”, explicaba Johansson a The Cut, convirtiéndose en embajadora de esta vuelta a escena con un vestido burdeos fiel al excesivo estilo de la firma. Marchesa no solo había desaparecido de las alfombras rojas, en enero también cancelaban su desfile en la NYFW. “No pensamos que fuera apropiado dada la situación. Todas las mujeres que han sido heridas merecen dignidad y respeto, así que hemos querido darle el tiempo que merecía (a la reaparición)”, explica a Vogue Chapman, que también se retiró en lo personal marchándose de casa con sus dos hijos tras publicarse las investigaciones.

Un primer paso por parte de Scarlett que, días después de la gala en el Late Show de Stephen Colbert, la propia Wintour alababa. El presentador dejaba para el final de la entrevista su comentario acerca de la decisión de la actriz: “Absolutamente preciosa, no demasiado en la temática de imaginería católica, pero lo vistió como declaración de que la mujer de Weinstein no debería ser castigada por los actos de él”. A lo que la editora contestó: “Estoy completamente de acuerdo con eso, quiero decir, Georgina es una diseñadora brillante y no creo que deba ser culpada por el comportamiento de su marido. Y creo que ha sido un gesto de apoyo genial por parte de Scarlett haber llevado un vestido como este, un bonito vestido como este, en tal ocasión pública”.

Anna Wintour no estaba más que preparando el terreno para el movimiento final. La publicación de un reportaje-entrevista (Georgina Chapman, sobre la vida después de Harvey Weinstein) escrito por Jonathan Van Meter y con fotografía de Annie Leibovitz, que se publica en el número de junio de la edición estadounidense de Vogue. Y la carta editorial del mismo mes, Georgina Chapman rompe su silencio, que firma Wintour con afirmaciones como “estoy firmemente convencida de que Georgina no tenía idea del comportamiento de su esposo; culparla por algo de eso, como muchos han hecho en esta era digital de gladiadores, está mal” o “no se debe responsabilizar a una persona de las acciones de su pareja. Georgina debería estar recibiendo nuestra compasión y comprensión”.

Chapman ya había reaparecido discretamente en marzo en una reunión del Consejo de Diseñadores de Moda de América, al que pertenece. Y según cuenta Steven Kolb, director ejecutivo de la organización, a The New York Times, fue recibida con aplausos entre los diseñadores reunidos. Pero las explicaciones sobre su aislamiento durante estos meses se las ha reservado para la revista: “¿Cómo iba a atreverme a salir, levantar la cabeza y decir: ‘Oh, por cierto, yo también estoy sufriendo”. Y reflexiona sobre la trascendencia de la situación más allá de su propia experiencia como esposa engañada: «No quiero que me vean como una víctima porque no creo que lo sea. Soy una mujer en una situación de mierda, pero no soy la única”.

Harvey Weinstein y Anna Wintour.
Harvey Weinstein y Anna Wintour.Cordon Press (Leandro Justen/BFAnyc/Sipa USA /)

La buena relación entre editora, diseñadora y productor no es novedad. A pesar de que Wintour señalara a Weinstein al destaparse el escándalo con sus declaraciones tachando su comportamiento de “espantoso y apabullante”, sus lazos habían sido estrechos hasta el momento. Era habitual verla sentada al lado del productor en el front row de Marchesa, juntos se encargaron de fomentar un nuevo estilo de portadas a principios de los 2000 en las que las celebridades sustituían a las modelos y del que, según señalaba Amy Larocca en The Cut, ambos se beneficiaban. Miramax promocionaba a sus estrellas y estrenos en portada y Vogue veía cómo “sus ventas en quioscos aumentaban hasta un 40%” gracias a ello. También organizaron mano a mano eventos de moda para recaudar fondos para Obama.

Se atribuyó a esta buena amistad el meteórico despegue de la firma de Georgina, creada en 2004 y que en 2006 con su primer desfile ya causó gran expectación: “Disfrutó casi inmediatamente de un grado improbable de éxito (…) Sí, había algunos vestidos bastante bonitos dentro de su extravagancia, pero la verdadera razón por la que el ‘show’ recibió tanta atención fue porque Weinstein era el novio de una de las diseñadoras, Georgina Chapman”, escribía entonces en su crónica Hadley Freeman para The Guardian. Pocos años después, Chapman y Keren Craig ya habrían vestido a actrices como Penélope Cruz, Renée Zellweger o Anne Hathaway. La presión que ejercía el productor para ello era señalada por Jessica Chastain a principios de año, afirmando que Weinstein la había intimidado por no querer vestir de Marchesa.

Con su abrazo a Marchesa, el mensaje que Anna Wintour envía es claro: que Georgina no sufra las consecuencias del comportamiento de su ex. “Ella adoraba a Harvey, pero en un abrir y cerrar de ojos, pasó de estar en un matrimonio aparentemente feliz a mirar hacia atrás en una relación que se había vuelto tan desconcertante como aterradora, escribe en su carta en Vogue. Si este es exclusivamente el interés que mueve a la editora y cuánto tiene esto que ver en realidad con su relación con Weinstein son la preguntas que hacerse. Como señala Emilia Petrarca en The Cut, todo este despliegue “parece algo que el propio Weinstein haría”.

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