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El último (y vergonzoso) cliché de las comedias románticas

Películas como ‘La cita perfecta’ y series como ‘Sex Education’ reinciden en un estereotipo de nuevo cuño, el ‘amigo gay negro’ que solo busca presumir de la diversidad reclamada por los espectadores.

Los protagonistas de 'Sex Education', una de las series revelación de 2019.
Los protagonistas de 'Sex Education', una de las series revelación de 2019.Netflix

La comedia romántica ha vuelto para quedarse. El género que desde comienzos de siglo parecía no solo amortizado, sino relegado a nutrir el catálogo de la sobremesa de Antena 3 ajeno a cualquier expectativa mainstream, está viviendo una nueva juventud como opción preferente de los usuarios de las plataformas digitales. Con la peripecia romántica clásica como eje, pero sometiéndose a un lifting integral para adaptarse a su tiempo y ser reconocible por un público al que le costaría entender por qué Julia Roberts entra en la librería de guías turísticas regentada por Hugh Grant en Notting Hill en lugar de tirar de una app de viajes. Hacen de la ingenuidad histórica del género un recurso cómico de metaficción, las tramas tienen en cuenta la existencia de WhatsApp, suena lo último de The Killers en su banda sonora y las protagonistas ya no son siempre caucásicos de belleza incontestable –aunque el icono de esta reinvención, Noah Centineo, sí lo sea–. La diversidad es una exigencia que cualquier película o serie debe cumplir para representar la realidad pero que pocas cumplen sin recurrir a chapuzas. La más repetida: la del amigo gay negro del protagonista.

RJ Cyler interpreta al amigo inseparable de Sierra Burgess en el filme de Netflix.
RJ Cyler interpreta al amigo inseparable de Sierra Burgess en el filme de Netflix.Netflix

Los ejemplos se agolpan. Murph (Odiseas Georgiadis) en La cita perfecta, Dan (RJ Cyler) en Sierra Burgess es una perdedora, Lucas (Trezzo Mahoro) en Todos los chicos de los que me enamoré o Eric (Ncuti Gatwa) en la serie Sex Education. Las nuevas rom-coms abusan del cliché del personaje homosexual afroamericano, muy cool y diverso en la teoría pero una mera excusa de marketing en la práctica que carece de desarrollo argumental propio. Son personajes con estilo y verborrea que sirven como alivio cómico y satélites dramáticos: es decir, su trama solo gira en torno a la de la pareja protagonista. Si es necesario diseñar dos apps de un día para otro sin recibir nada más a cambio que la sonrisa de tu colega, como en La cita perfecta, se hace sin rechistar. Que hay que jugarse la expulsión del instituto con tal de cubrir una metedura de pata que ya habías previsto con anterioridad, adelante. Si llevas años sin saber de una chica pero en el transcurso de dos escenas debes convertirte en su paciente confesor y consejero, oigan, aquí hemos venido a jugar. Hasta la reciente producción ¿No es romántico?, que satiriza los lugares comunes del género, no se olvida de contar con su propio amigo gay, Donny (Brandon Scott Jones), cuya única función es la de reforzar la autoestima de la protagonista interpretada por Rebel Wilson.

Lo único que cambia en esta nueva ola de producciones liderada por plataformas como Netflix es el color. Para satisfacer los requisitos de movimientos como Black Lives Matter y poder cumplir con las cuotas reclamadas por la sociedad, Hollywood se ha visto obligado a garantizar más papeles a los actores de raza negra. Pero cantidad no es sinónimo de calidad. “Es como si los estudios supieran que, en 2019, no puedes escaparte con un elenco compuesto de blancos heterosexuales sin que Twitter te llame la atención, así que le ponen un poco de color o identidad sexual diversa, se dan una palmadita en la espalda, y continúan”, escribe Kathleen Newman-Bremang en Refinery 29. Quizá ya no sean los primeros en morir en las películas de miedo, una broma recurrente en la comunidad que rebosa verdad, pero las pruebas sugieren que tampoco son capaces de hacerse con un rol con peso suficiente más allá de lo logrado por creadores como Issa Rae o Spike Lee. El actor Oyelowo (ganador del Globo de Oro por Selma) aseguró que jamás interpretará personajes de ‘mejor amigo negro’ por considerarlo una falta de respeto a su raza. Por otro lado, el cineasta Jordan Peele declaró recientemente que no iba a darle papeles protagonistas en sus filmes a actores blancos “porque ya había visto esa película”.

Según un estudio de la asociación GLAAD+, apenas el 13% de los filmes estrenados por los grandes estudios de Hollywood en 2017 contaban con algún personaje LGTB+. Para Newman-Bremang, la solución más obvia para acabar con el cliché es que haya más personajes homosexuales que sean los protagonistas de este tipo de producciones. Por supuesto que existen clásicos del género como La boda de mi mejor amigo o Cuatro bodas y un funeral en los que el arquetipo del ‘mejor amigo gay’ es bidimensional y rico en detalles, erigiéndose en auténticos robaescenas, pero este anquilosamiento en la labor de consorte acaba por tener un influjo en el público que consume comedias románticas. “Cuantas más historias y personajes veamos subvertir y superar estos clichés vagos, menos nociones preconcebidas se harán paso en el subconsciente del espectador e influenciarán la forma en la que interactúan en sus vidas con personas LGTB+”, escribe el escritor Philip Ellis en Man Repeller. Quizá sea hora de convertir en cliché al ‘amigo blanco hetero’.

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