Amaya Arzuaga siempre ha tenido la vista puesta en el extranjero y el reciente cierre de sus plantas de producción en Lerma no hace más que confirmar que su futuro, al menos en lo que a moda se refiere, está fuera. La presentación de su segunda línea AA en Madrid no es más que la pedrea de ese premio gordo que supone desfilar en París, aún así, sus diseños son como ese apetecible refrigerio que sienta el estómago antes de pegarse la comilona en la capital parisina: como dirían los franceses, el perfecto amuse bouche. Su colección de otoño-invierno 2012/13 no se desmarca del guión Arzuaga y sigue apostando por los contrastes de texturas y volúmenes -de cintura alta para arriba, cálidas o estáticas, de allí para abajo, recias pero con cuerpo- básicamente en tres colores: rojo,negro y gris.








