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Oscura, intelectual y madre moderna: Sissi emperatriz por fin deja de ser infantilizada

Vicky Krieps (‘El hilo invisible’) interpreta a una nueva Sissi, más adaptada a los hospitales psiquiátricos que a las fiestas reales.

Vicky Kreaps en ''Corsage'.
Vicky Kreaps en ''Corsage'.

Vicky Krieps (El hilo invisible) estaba rodando en Viena cuando decidió empezar a leer sobre Sissi, la emperatriz Isabel de Baviera. Recordó entonces las películas de Romy Schneider que había visto de joven, y todo lo que leía chocaba de frente con “esa mujer de la que teníamos una imagen idílica y romántica”. “Hay muchísimos libros sobre ella, pero nadie sabe realmente quién era. Un ejemplo: llevaba un tatuaje [un ancla] que se había hecho en un bar de marineros en Ámsterdam, y estamos hablando de 1860. Los primeros instrumentos de gimnasia se los construyeron para ella…». Con esa idea de una Sissi más real se fue a la directora austriaca Marie Kreutzer, y esta se rio. “Para mí no era más que un cliché, un souvenir que ves en todas las tiendas de Austria: ella y Mozart”, recordaba la cineasta en el pasado Festival de Cannes, donde años después de aquella primera conversación, cineasta y actriz estrenaron juntas La emperatriz rebelde (Corsage) (estreno en cines el 7 de octubre), un retrato de una Sissi madura, en un momento crítico, su 40 cumpleaños.

¿Por qué esa edad, ese momento exacto? “Porque siempre iba a interpretarla Vicky. Y luego descubres que a los 40 en esa época eras vieja. Y para Sissi sería un momento terrible, cuando llevas años dedicada a cumplir con la imagen de la emperatriz más bella, ¿qué pasa si ya no eres guapa? ¿Y si decides que ya no quieres encajar en esa imagen que han creado de ti? ¿En qué te convierte eso?”, responde y se pregunta la directora Marie Kreutzer. Son precisamente las cuestiones que lanza con esta Sissi. En el polo opuesto al papel que fue la maldición para Romy Schneider, etiquetada toda su vida en contra de su voluntad en esa imagen de cuento de hadas, pero también alejada de las últimas versiones estrenadas que parecen más realistas, aunque aún están lejos de la realidad, como la serie Sisi (disponible en Disney +) o la próxima The Empress (estreno en Netflix el 29 de septiembre). “Son versiones romantizadas. La Sissi real fue más oscura, luchó mucho porque no la dejaban escribir o leer tanto como quería, era una intelectual, escribía poesía, estaba comprometida políticamente, algo prohibido para una mujer entonces”, continúa Krieps. “Y quería criar a sus hijos —añade Kreutzer—, algo también prohibido en una sociedad que solo esperaba de las mujeres que parieran hijos”.

Con el título original, Corsage [corsé], Kreutzer y Krieps dejan claro que querían hablar de libertad o, más bien, de la falta de ella que sufría una mujer aparentemente tan poderosa y perfecta, visualizada en esa prenda de dolor con la que oprimía su torso hasta llegar a los 45 centímetros de cintura. “Para una mujer a la que le habían dicho toda su vida, creo que su cuerpo era lo único que sentía que podía controlar; por eso los corsés que se ven no son eróticos o atractivos, son instrumentos técnicos”, explica la directora. Krieps lo llevó en el rodaje durante semanas, reduciendo su cintura entre cinco y ocho centímetros, lo que “dejaba dolorosas marcas en su cuerpo”, recuerda.

Corsage muestra a una Sissi en palacios decadentes y vacíos para hablar de soledad y mostrarla más adaptada a los hospitales psiquiátricos que a las fiestas reales.

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