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No hace falta ser “padre de hijas” para indignarse con Harvey Weinstein

El caso del productor vuelve a poner sobre la mesa a los “feministas instantáneos” que sólo se solidarizan con las mujeres cuando comparten ADN con una.

Ben Affleck, Harvey Weinstein y Matt Damon en una imagen de 2016.
Ben Affleck, Harvey Weinstein y Matt Damon en una imagen de 2016.Getty

The Toast, una añorada web satírica que dejó de operar el año pasado, posteó este texto, titulado Como padre de hijas, en 2014 y la actualidad se encarga de volverlo a poner en circulación de vez en cuando. La última ha sido esta semana, a raíz del caso Weinstein y la escalada de declaraciones que ha generado. Todo aquel que colaboró con el productor se está viendo obligado a aclarar que no sabía nada y que le repulsa su comportamiento. Pero sólo algunos hombres lo hacen con ese prefijo, “como padre de hijas”. Lo hizo Matt Damon, muy salpicado por el caso –le acusaron de haber amenazado a una periodista que pretendía publicar un artículo que ya pintaba a Weinstein como acosador sexual en 2003 y él lo negó–, que señaló que “como padre de cuatro hijas, este tipo de comportamiento predatorio es el que mantiene insomne por las noches”.

La frase no necesita mucha aclaración: a Damon le preocupa, comprensiblemente, que cualquiera de sus cuatro hijas se tope en la vida con alguien tan repugnante como Weinstein, que las cite para una reunión de trabajo y a continuación se les avalance, les obligue a practicarles una felación y les amenace con arruinar sus carreras si se niegan –es imprescindible leer el artículo de Ronan Farrow que recoge los testimonios de Mira Sorvino, Asia Argento y otras actrices y empleadas–. ¿Y qué hay de las amigas de sus hijas?, ¿les alcanza la indignación de Weinstein?, ¿y a sus vecinas?, ¿y a las del barrio de al lado? La frase es doblemente denunciable, por profundamente insolidaria, ya que sustituye la fraternidad universal con todos los seres humanos sujetos de derechos por una especie de sentimiento de filiación (me importas porque te conozco) y porque es el ejemplo mismo del patriarcado (me importas porque eres mía). Deja a las mujeres convertidas en “nuestras hijas, nuestras esposas y nuestras madres”, otra frase hecha que también suele utilizarse mucho en los discursos de hombres, para abogar supuestamente por los derechos de las mujeres.

El sociólogo feminista Michael Kimmel, autor del libro Angry White Men y director del primer centro universitario dedicado a las Masculinidades (en la universidad de Stony Brook) bromeó en una conferencia diciendo: “Si quieres ver a un feminista instantáneo, habla con un padre cuya hija acaba de llegar a la pubertad, porque te dicen «oh dios mío, los chicos ahí fuera están mirando a mi hija como a mi me enseñaron a hacerlo. Esto tiene que parar hoy, ya”. Según Kimmel, también los padres de hijas que sufren discriminación laboral descubren de pronto desigualdades que les habían pasado desapercibidas tras toda una vida trabajando con compañeras víctimas de esa situación estructural. El problema está, para el sociólogo, en que “la mayor parte de hombres no saben que el género es importante, permanece invisible, ni siquiera creen que la palabra ‘género’ se refiere a ellos y esa es la definición de privilegio”.

Pocos están a salvo de caer en el padredehijismo, ni siquiera feministas contrastados como Barack Obama, que utilizó a menudo a Malia y Sasha en sus declaraciones, si bien añadiendo matices. En un texto para la revista Glamour, aclaró que “cuando eres el padre de dos hijas, te vuelves aún más consciente de cómo los estereotipos de género invaden nuestra sociedad (…) Ves las presiones sutiles y no tan sutiles que se transmiten a través de nuestra cultura, sientes la presión gigante para que las chicas se comporten de cierta manera y tengan cierto aspecto”. El socialista francés Benoit Hamon criticó a su compañero de partido Frédéric Mitterand cuando éste hizo apología del turismo sexual en Tailandia en sus memorias y dijo sentirse indignado “como padre de familia”. Más tarde, tuvo que aclarar sus palabras.

En Twitter se está empezando a cuestionar la coletilla, convirtiéndola en el nuevo “tengo muchos amigos negros” o “tengo muchos amigos gays”. Un usuario avisaba: “actores que estáis escribiendo vuestros borradores sobre Weinstein, recordad que las mujeres no son ‘hijas’ ni ‘mujeres’ sino personas”. Otra se preguntaba “imagínate cómo deben ser lo hombres SIN hijas” y una tercera denunciaba a aquellos que “sólo humanizan a las mujeres cuando están afectadas las mujeres de su vida. No pueden ver nuestra perspectiva hasta que ellas pasan por algo”. También alguien señaló: “Mucho hablar de proteger a nuestras hijas de los hombres depredadores y demasiado poco de enseñar a nuestros hijos a no emularlos”.

Quizá la primera respuesta para estos feministas instantáneos y limitados a la sangre de su sangre sea cachondearse un poco de ellos. Además de lo de The Toast, otras dos lecturas recomendables: esta noticia del satírico The Onion de 2013, titulada Eminem aterrado ahora que su hija empieza a salir con hombres criados con su música –“O sea, este tío probablemente escuchó mi canción Kim. Ahí rapeaba sobre cortarle el cuello a mi mujer y luego conducir por ahí con ella en el maletero”. Y este monólogo en McSweeney’s, que añade un elemento de mansplaining. Se titula Padre de una niña recién nacida explica a una mesa llena de mujeres la importancia de las políticas de género e incluye fragmentos así: “A ver, había oído hablar sobre la discriminación y los horribles actos de violencia que sufren las chicas pero no me importaba mucho hasta que he visto delante de mi un bebé femenino que comparte algo de mi ADN. ¡Ahora todo ha cambiado!”.

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