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Mira lo que hago por tu amor: lo que realmente protege Will Smith cuando pega a otro para defender a «su mujer»

La escena que nadie olvidará de los Oscar llega justo después de la pelea de gallos entre Kanye West y Pete Davidson a costa de Kim Kardashian y recuerda que la narrativa de la violencia pasional sigue instalada en la psique colectiva

2022 Vanity Fair Oscar Party Hosted By Radhika Jones – Arrivals
Lionel Hahn (Getty Images)

Aun no había salido la rojez en la mejilla de Chris Rock y el comentariado, es decir, cualquiera con Twitter o con un chat de más de dos personas, ya tenía listas varias lecturas políticas contrastadas sobre el momento que todo el mundo recodará de unos Oscar muy timoratos y conservadores: la bofetada de Will Smith y su grito de puerta de discoteca: “mantén el nombre de mi mujer lejos de tu puta boca”.

Aunque esa es la frase que ya vive en 500 memes, hay otra que pronunció el actor que tiene aun más peso, la que dijo entre lágrimas unos 20 minutos después, cuando recogió el Oscar al Mejor actor por El método Williams. “El amor te hace hacer cosas locas”, se justificó, en un discurso en el que mencionó a Dios, al diablo y a Denzel Washington.

De esa manera, Smith pedía la absolución de los presentes. Sí, venía a decir el actor, acabo de levantarme de mi asiento en una gala televisada para abofetear a otro hombre porque ha hecho un chiste malísimo sobre la alopecia de mi esposa, que ni siquiera está nominada pero, lo tienen que entender, lo hice por amor. El cancionero popular universal, de la copla al country, está construido sobre estos cimientos: tú no mientas a mi mujer, lávate la boca antes de hablar de mi mujer, si de algo soy culpable es de amor. Smith se comportó como se esperaba hasta hace no tanto que lo hiciera cualquier hombre con pelo en pecho y sangre en las venas, respondiendo a una injuria de manera primaria.

Algunos de los asistentes se lo compraron. La actriz Tiffany Haddish dijo a la revista People que la escena fue “lo más bonito” que ha contemplado nunca. “Cuando vi a un hombre negro proteger a su mujer, lo significó todo para mí. Como una mujer que ha estado desprotegida, ver cómo alguien dice ‘mantén el nombre de mi mujer alejado de tu boca, deja en paz a mi mujer’, eso es lo que se supone que debe hacer un marido, ¿no? Protegerte”. Haddish añadió que la bofetada le hizo creer que todavía existen hombres que quieren y protegen a “sus mujeres, sus esposas”. También hay quien, de manera más confusa, trató de vincular el gesto de Smith con la defensa de las mujeres negras y hasta con el feminismo, de venderlo como «alguien que da la cara por ti». La actriz y activista Jameela Jalil, siempre dispuesta a meterse en charcos, rubricó ese ángulo colgando una cita de Malcolm X en la que habla de las mujeres negras como las menos respetadas de América. Y hasta recalcó que Smith, que le saca una cabeza a Chris Rock, le había pegado flojo. «Will Smith dijo ‘hoy no’. Un hombre lo suficientemente grande como para tirarlo al suelo, le pegó tan suave que Chris ni se movió, porque se rió de la alopecia de su mujer delante del mundo entero. No decimos #protegealasmujeresnegras para ahora venir a condenar a Will».

En realidad, Smith, que en primera instancia y al contrario que la propia Pinkett Smith, recibió de buena gana el chiste y se carcajeó durante unos segundos como se supone que hay que hacerlo en las galas, no está tanto protegiendo a su esposa ni mucho menos a las mujeres negras, sino a su propio ego herido. La clave aquí está en el «mi» de «mi mujer». El mecanismo que hay detrás de esta lógica no es tan distinto que el que lleva a pensar que cuando se agrede a una mujer, a quien se está humillando es a su padre o a su marido. Por cada mujer que, discutiendo el incidente, se ha sentido protegida o defendida, como decían Haddish y Jalil, hay otras tantas que han tenido flashes de recuerdo de tantos novios violentos, de parejas que buscaban pelea con otros hombres usándolas a ellas como excusa y como escudo humano.

Conviene, antes de seguir con las reacciones de las reacciones, volver al punto  inicial, al chiste que era una broma de mal gusto. Rock, uno de esos cómicos que refrescó la escena en los noventa con una comedia autorreferencial e irreverente, ya lleva algunos años replegado en cierto humor reaccionario, no tan polémico como el de su colega David LaChappelle, que generó un terremoto en Netflix por sus chistes tránsfobos, pero igualmente rancio. Sus últimos especiales de comedia se basan en chistes sobre su ex mujer y lo mucho que le gusta quedarse con su dinero. En el mundo de Chris Rock, toda mujer es la mujer de alguien. “Javier Bardem y su mujer –la cuatro veces nominada y seguramente mucho más famosa en Estados Unidos Penélope Cruz– están nominados”, acababa de decir antes de lanzar su broma sobre la alopecia de Jada Pinkett Smith. Como la memoria de Twitter es prodigiosa y rencorosa, no tardaron en resurgir tweets como uno en el que el cómico bromeaba con Kumail Nanjiani: “The Eternals fue un aburrimiento. Ahora entiendo como tu mujer tenía tanto sueño en The Big Sick”, en referencia a la comedia romántica de 2017 en la que la pareja de Nanjiani cae en un coma a principio de su relación, y que está basada en la historia real del cómico y su esposa. Sin duda, sacará también rédito de la bofetada en sus próximos especiales de comedia, que seguirán llegando y seguirán estando muy bien pagados.

Todo el asunto llega justo cuando llevamos semanas asistiendo al espectáculo de otros dos machos famosos lanzándose amenazas a cuenta de una mujer. Kanye West y Pete Davidson, al igual que Chris Rock y Will Smith, son también muy aficionados al uso del posesivo. “Estoy en la cama con tu mujer”, le dice Davidson a West en un mensaje de texto, sacándose un selfie junto a Kim Kardashian con el torso desnudo y sacando la lengua. Mientras, West le escribe canciones, no precisamente de amor, y fantasea con decapitarlo en un vídeo de dibujos animados. No se puede decir que Kim Kardashian y Jada Pinkett Smith sean mujeres silenciadas. La primera es, quizá, la persona más famosa del mundo y tiene todos los altavoces a su alcance. La segunda se ha reinventado como productora de contenido en primera persona. El reality show que protagoniza con toda su familia, The Red Table, va de airear los trapos sucios propios y ajenos. Y sin, embargo, en todo este asunto se pretende que queden reducidas a damiselas en apuros, objetos silentes a la espera de que la batalla se determine entre dos hombres con bajo control de impulsos, que encima para disimularlo dicen que «lo hacen por ellas». Pinkett Smith no se ha pronunciado todavía sobre la bofetada, pero ya tuvo la mejor respuesta posible a un chiste perezoso, caducado, hiriente y mal enfocado: no reírse.

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