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Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

El síndrome de la ‘abeja reina’ contra la huelga feminista

El contramanifiesto a la huelga que han firmado varias mujeres de éxito (en entornos masculinos) obvia las estadísticas y niega la estructura social discriminatoria que padecen las mujeres.

huelga feminista
Cordon Press

«Nosotras no nos reconocemos víctimas de nuestros hermanos, parejas, padres, hijos, amigos y compañeros, nuestros iguales masculinos. Nos rebelamos contra esa política de identidad que nos aprisiona en un bloque monolítico de pensamiento que niega la individualidad», afirman las 26 firmantes del manifiesto No nacemos víctimas. Esta veintena de mujeres de éxito en diferentes esferas sociales –entre las firmantes se encuentran eurodiputadas conservadoras, científicas o periodistas–  han ideado un contramanifiesto a la huelga feminista para dejar claro que ellas no tienen nada por lo que reivindicarse y piden «celebrar» (que no protestar) el 8 de marzo porque en España las mujeres somos «personas adultas, libres y responsables de nuestras elecciones».

El texto, de carácter individualista, ignora la brecha salarial, niega la realidad de la violencia machista (optan por etiquetarla como ‘de pareja’) y basa su teoría en que a las españolas nos va fenomenal porque somos más en las universidades, vivimos más años que los hombres y estamos muchísimo mejor que las mujeres de países islámicos a las que encierran por quitarse el velo.

Frente al olvido de las firmantes de la discriminación que sufren los colectivos más desvalorizados, las estadísticas e informes nacionales e internacionales propinan un baño de realidad a sus teorías. El Foro Económico Mundial advierte que la igualdad de género tardará un siglo en alcanzarse y que el progreso en este ámbito se ha estancado. Las españolas trabajan entre 40 y 50 días gratis al año porque la brecha salarial, según el Eurostat, es del 14,9%. La violencia sí es de género y no ‘de pareja’: sólo en 2017, 48 mujeres fueron asesinadas por sus parejas. Según los datos publicados por el Consejo General del Poder Judicial en su Informe sobre víctimas mortales de la Violencia de Género y de la Violencia Doméstica en el ámbito de la pareja o ex pareja (en este caso del año 2013), las víctimas mortales masculinas no fueron más de 40 entre 2007 y 2013. En ese mismo periodo de tiempo fueron asesinadas 443 mujeres. Esto supone que las muertes violentas que han sufrido los hombres a manos de mujeres apenas alcanzan el 8,7% frente al 91,3% de mujeres asesinadas.

«Hace cuatro décadas que las mujeres en España dejaron de depender de los hombres para conquistar la igualdad», escriben las firmantes, olvidando que fue gracias a las movilizaciones de muchas mujeres que protestaron en las calles y la presión de unas 600 organizaciones las que consiguieron cambios visibiles en la Constitución, como poder sacarse el carnet de conducir, tener cuenta propia en el banco o pisar la calle sin tener que pedir permiso conyugal.

Sin conciencia de grupo: el síndrome de la abeja reina

Tras su publicación, entre las múltiples voces que se han mostrado discordantes con el texto destaca la de la socióloga Cristina Hernández, que ha rescatado el síndrome de la abeja reina para evidenciar la problemática del manifiesto. Hernández indica que las que lo padecen  «son mujeres con éxito en ámbitos masculinos» que reniegan de la sororidad. «Como ellas han llegado al poder creen que todos pueden hacerlo, olvidando los obstáculos de clase social y género que sufrimos el resto«, apuntaba en su hilo de Twitter. Las socióloga destaca que estas suelen ser mujeres ciegas ante la discriminación de clase y género y se empeñan en hacer responsables al resto de féminas de las desigualdades que sufren.

En su tesis El síndrome de la abeja reina (Universidad Complutense de Madrid, 2013) Olivia García Velasco desarrolla el concepto de manera más amplia indicando que nos encontramos ante un perfil de «mujer tradicional, opuesta a los movimientos feministas, que atribuye su éxito profesional a méritos propios y no al ‘sistema’ y con la clara preferencia de rodearse de hombres a la hora de trabajar».

Los falta de conciencia de clase también define a estas abejas reina, «insolidarias» e «incapaces de mirar más allá de sus privilegios», según Cristina Hernández. Son mujeres afines a ese oxímoron etiquetado como feminismo corporativo que reivindica el éxito bajo las reglas del libre mercado. “El feminismo del Lean in (lema de Sheryl Sandberg) y sus variantes nos ha fallado a la mayoría de nosotras, a quienes no tienen acceso a la autopromoción individual y cuyas condiciones de vida solo pueden mejorarse con políticas que defiendan y aseguren los derechos reproductivos y garantice los derechos laborales”, defienden ideólogas de la huelga feminista, como Angela Davis.

Una visión diametralmente opuesta a la de estas Queen Bees, que ignoran las desigualdades globales más allá de su privilegio. «El éxito profesional de estas mujeres ha sido facilitado por las familias en las que han crecido, los colegios y universidades a las que han ido y las amistades y, por tanto, las redes de contacto que han generado», apunta Hernández en su hilo de Twitter.

Ironías del destino, este síndrome fue acuñado en 1973 por los psicólogos Staines, Tavris y Jayaratne en el artículo The Queen Bee Syndrome, en plena ebullición de la Segunda Ola del Feminismo. Una Women in Revolt en la que, como ahora hacen sus herederas, se peleó públicamente en contra de la desigualdad laboral y por una visión inclusiva de sexualidad consentida, así como una corresponsabilidad en la familia y cuidados del hogar. Las firmantes del No nacemos víctimas que hoy se vanaglorian de los derechos adquiridos hace cuatro décadas en España repiten, qué casualidad, las mismas reprimendas que otras abejas reinas dieron a las reivindicativas de los 70 que salieron a las calles para que hoy puedan presumir de sus libertades.

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