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El ‘círculo Malú’, la última versión del clásico misógino de culpar a la mujer de todo

Achacan a la cantante la supuesta deriva hermética del líder de Ciudadanos. Otra versión más en la narrativa misógina que responsabiliza a la mujer de las decisiones de su pareja.

Malú, en una imagen tomada el pasado mes de enero.
Malú, en una imagen tomada el pasado mes de enero.Getty (WireImage)

Al síndrome de Yoko Ono en España ahora lo llaman «círculo Malú». Así se ha apodado la supuesta deriva hermética y aislacionista de Albert Rivera. Lo contaba esta semana Iñaki Ellakuría en La Vanguardia, donde fuentes del cronista insinuaban que la pareja del líder de Ciudadanos es la culpable de la deriva del político, al parecer más centrado en atender su vida personal que los consejos de sus compañeros de partido: «‘Esta más cerrado en sí mismo que nunca, en un grupo de confianza cada vez más reducido’, apuntan fuentes del partido –algunos hablan ya del ‘círculo Malú’–, que no dudan en situar más en el plano personal que político su decisión de apostar, todo o nada, por su llegada a la Moncloa en un plazo máximo de cuatro años. Aunque eso pueda suponer, si fracasa, la implosión de Cs como partido», recoge Ellakuría en el texto.

¿Les suena? Es la misma canción misógina de siempre, una nueva versión del ‘la culpa de todo la tiene Yoko Ono‘. Otra novia incómoda que llega para influenciar a un hombre carismático. La mujer diabólica, la femme fatale, lista para corromper y liquidar al héroe. Ono se cargó Los Beatles. Nancy Spungen a los Sex Pistols. Courtney Love a Nirvana. Sara Sálamo era «el cáncer de Isco«. Otra Sara, Carbonero, dividió a la Roja. Aquí tendremos el «círculo Malú» fulminando Ciudadanos, pero en EEUU estaba «el gafe Jessica» –así se apodó a la mala racha del quarterback Tony Romo, pareja de Jessica Simpson–. Múltiples e infinitas versiones para esa narrativa sexista que se resume con la infame moraleja vista en el vídeo del cómico Bill Burr a propósito de una actuación de 1972 de Yoko Ono junto a John Lennon y Chuck Berry: «Tío, ¿alguna vez has tenido un amigo que se ponga a salir con una jodida loca pero él está enamorado, así que no puedes decir ni una puta palabra? Y solo estás ahí, esperando a que le parta un rayo en la cabeza para que se dé cuenta de una puta vez que está saliendo con una jodida loca?». Una idea que se repite una y otra vez, la de la loca influyente, solo que algunos recurren a eufemismos y lo etiquetan como «círculo» o «gafe».

La narrativa se repite cíclicamente porque, tal y como apunta la historiadora Mary Beard, la mitología se ha basado en culpar a las mujeres de los problemas de los hombres y ofreciendo estrategias sobre cómo silenciarlas. No tenemos Edén por culpa de Eva. Helena causó la guerra de Troya. La belleza de Salomé provocaba decapitaciones. Pandora abrió la caja. Medusa tenía que ser decapitada por fuerte y peligrosa. El canto de las sirenas no dejaba pensar con claridad a Ulises y sus marineros.

«Cuando Sylvia Plath se quitó la vida, ¿acaso sus fans dijeron literalmente que Ted Hughes la había matado?», escribió el biógrafo de Elliot Smith, Todd Schultz, a propósito de las teorías conspiranoicas contra Courtney Love y los motivos del suicidio de Cobain. «¿Y qué decimos del de Diane Arbus? Cuando se suicidó, ¿acaso los admiradores atacaron a su amante, Marvin Israel, persona que la encontró en la bañera. No. […] Aparentemente, las heroínas sí se suicidan. Es una cosa de chicas. Pero los dioses hombres no. Ellos no son ‘débiles’. Son ‘luchadores’. Ellos podrían haber vencido a los demonios si no fuese por culpa de las mujeres que había en su vida», apuntó.

Responsabilizar a las mujeres de las acciones o pecados de sus parejas es una tónica que traspasa la esfera política, artística o deportiva. «Está presente en todo tipo de circunstancias», recuerda la ensayista Rebecca Traister. «Cuando los maridos actúan de forma miserable, la gente mira a su mujer buscando el porqué. Las esposas pagan el precio de cosas que nunca compraron; tienen que vivir un infierno por acciones que nunca llevaron a cabo y reciben juicios de valor por crímenes que no cometieron». Está tan normalizado socialmente que hasta en 2016, el mismo presidente de Chipre, Nikos Anastasiadis, dijo a la prensa ante el secuestro de un avión durante 6 horas perpetrado por un hombre que «todo tiene que ver siempre con una mujer…». La culpa de todo.

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