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Cómo reaccionar cuando un amigo escribe en sus redes #yotambién sufrí acoso sexual

Miles de personas están escribiendo en sus redes sociales el hashtag #metoo (#yotambién) para denunciar que en algún momento de su vida se han sentido agredidos o acosados sexualmente. Hablamos con expertos para saber cómo debemos reaccionar ante estos mensajes. Porque nuestra respuesta también importa.

Bordado de la 'craftivista' Shannon Downey.
Bordado de la 'craftivista' Shannon Downey.Instagram @badasscrossstitch

El escándalo de Harvey Weinstein no solo ha removido los cimientos de Hollywood, sino que también ha vuelto a poner sobre la mesa el debate del acoso sexual, en el entorno laboral o en la vida diaria en general.

La actriz Alyssa Milano, compañera de Rose McGowan en la serie Embrujadas iniciaba en Twitter una campaña que pronto se ha hecho viral a nivel internacional. En concreto, el mensaje es el siguiente: “Si  todas las mujeres que han sufrido  un acoso o agresión sexual escribieran ‘yo también’, quizás la gente se diera cuenta de la magnitud de este problema”, con el objetivo de dar visibilidad a esta lacra social a través de las redes sociales.

Así, miles de mujeres, y también hombres que se han querido solidarizar con este problema, han compartido en redes no solo este enunciado, sino también sus propias experiencias de acoso sexual, bien a través de textos plasmados en imágenes en Instagram, en relatos de Facebook o incluso resumiendo historias en los 140 caracteres en Twitter.

El hecho de que sean miles los mensajes que aparecen detrás de ese #metoo #yotambién  y similares hashtags en diferentes idiomas, hace evidente que son muchas las mujeres que necesitaban contar y compartir su experiencia.

Pero “contarlo” no siempre resulta fácil, sobre todo teniendo en cuenta que a veces la reacción del interlocutor no suele ser la adecuada.  Aunque movimientos como este demuestren que se trata de un fenómeno global y generalizado, aún hay quién pregunta cómo ibas vestida, cómo fue tu actitud y si realmente no pudiste hacer nada por evitarlo, o que quizás, lo mejor es quitarle importancia. No olvidemos que el machismo siempre trata de culpabilizar a la víctima.

Más allá de los estereotipos, si alguien comparte contigo su experiencia detrás de su personal #yotambién, es importante que la respuesta no sea una agravante más a su situación, y que al menos dé a esa persona un espacio de confianza, también en sí misma.

1. Evitar generalidades: La psicóloga Zoraida Granados insiste en que “cada persona y su modo de sentir son únicos”, es decir, que aunque podamos imaginar la situación o empatizar en cierta manera con la misma, “lo que debemos evitar en todo momento son generalidades”. Incluso, aunque creamos haber vivido algo parecido, cada persona lo habrá vivido de una manera, por ello tampoco hay que “minimizar la sensación experimentada, narrada o vivida por otra persona”.  Mucho menos debemos ser quiénes valoremos qué es o qué no es un acoso o un abuso sexual, puesto que como recuerda Granados, “lo que constituye una agresión sexual lo determinan las leyes de la jurisdicción donde ocurrió la agresión, lo que hace que la definición varíe considerablemente y dependa de la influencia de concepciones locales, sociales y culturales”.

2. Desnaturalizar la situación: Es hora de empezar a desmitificar ese “boys will be boys” y dejar de soltar frases del estilo “eso son cosas que pasan”. En este sentido, Sonia Encinas, comunicadora, sexóloga y experta en el trabajo con mujeres aporta que “ya sea en relaciones personales con mujeres, ya sea en relaciones laborales en las que hago un acompañamiento individual, o cuando trabajo con grupos… me encuentro con este tema”.  Sin embargo, lejos de tomarlo como algo “normal”, la experta insiste en que es necesario “desnaturalizarlo y asumir que esto no es algo normal, que el hecho de que sea común, no significa que sea algo que se deba tolerar”.

3. Valorar el esfuerzo emocional: Que esa persona te haya elegido para compartir esa experiencia no es una cuestión baladí. La psicóloga Yolanda Cuevas aporta que “sentirse responsable en alguna medida o pensar que quizás sea algo que solucionar a solas, hace que las personas duden de si contarlo a su entorno familiar, compañeros o amistades lo sucedido sea lo mejor, y por eso lo más usual es el silencio. Así que tenemos que partir del esfuerzo emocional que hace una persona cuando  decide contar lo sucedido”. En este sentido la experta recuerda que de nuestra reacción dependerá que esa persona continúe o no el relato. “El cerebro tantea si vas a servirle de ayuda, si eres alguien seguro. Así que nada de ¿por qué no lo contaste antes? ¿Por qué has tardado tanto? ¡No lo entiendo! ¡Ese (o esa) me va a oír!”

4. No obligar a contar todos los detalles: “La persona que ha sufrido una agresión debe tener su tiempo y espacio para tranquilizarse, procesar y ordenar los hechos, evaluar sus necesidades inmediatas, etc.”, aporta Zoraida Granados. Igualmente insiste en que no se trata de indagar en la historia hasta saber si realmente hubo un abuso, ya que recuerda que una agresión sexual es por definición “cualquier tipo de violencia de naturaleza sexual cometida contra otra persona, atacando su libertad sexual”. Por ello, la experta insiste en que “aunque la agresión sexual esté asociada al crimen de violación, puede cubrir otros tipos de violencia que generalmente no encajan en la definición de violación”.

5. Escuchar sus necesidades: Para la psicóloga Yolanda Cuevas uno de los problemas en estos casos es que tendemos a hacer demasiadas preguntas, cuando quizás la otra persona solo necesite ser escuchada. “En los momentos difíciles lo primero que necesitamos es ser escuchados sin sentir presión”, aporta. En este sentido, su recomendación pasa por escuchar el relato hasta el final y después preguntar no tanto por los datos, sino por sus necesidades en ese momento. “Pregunta qué necesita, qué ha pensado. Quizá bastante ha tenido con decidir contarlo, así que dale tiempo, y ofrécele tu apoyo para juntos buscar soluciones”.

6. “Gracias” y “No estás sola”: La lista de frases a evitar, aunque parece obvia, también es larga. Sonia Encinas recopila algunas de las más comunes como: ¿En serio? ¡Qué exagerada! ¿Qué ropa llevabas? ¿Habías bebido? ¿Pero le dijiste que no? ¿Tú qué respondiste? ¡Algo harías! ¡Eso no es una agresión, es una broma hombre! ¡Ya no se os puede decir nada! En cambio, explica que la lista de frases que podría estar bien decir es más corta, y sin embargo mucho menos común. Algunas son tan sencillas como “gracias por compartir esto conmigo”, valorando el vínculo de confianza que se ha creado, y también, e igual de importante, un “no estás sola”, no solo porque la experiencia sea compartida o no, sino sobre todo porque das a entender que no es un problema que tenga que ver con su persona, sino que es algo mucho más complejo que todo eso.

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