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Para clínicas de fertilidad o seguros privados: así usan las compañías tecnológicas tus datos sobre la regla

Muchos de los datos que las mujeres introducen en estas aplicaciones no están relacionados con la menstruación en sí: evolución de la piel y el cabello, prácticas sexuales, horas de sueño o alimentación. ¿Realmente son necesarios estos datos? ¿A qué compañías les interesan?

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Getty Images (Getty Images/iStockphoto)

La tecnología de salud y bienestar dirigida a las mujeres, o Femtech, es uno de los negocios más punteros del momento: en los últimos tres años, las empresas de este tipo han conseguido más de mil millones de inversión. Y al boom le quedan unos cuantos años de gloria, con previsiones de crecimiento hasta 2025. La razón del éxito, tal y como apuntaba la analista Tracey Follows en una columna para Campaing, se debe a que en el mercado mainstream las principales aplicaciones de atención médica están orientadas a hombres y no a mujeres. Un detalle que ejemplifica bien este hecho es que la app de Salud de iPhone, que tenía todo tipo de herramientas de monitorización como medidor de pasos, pulsaciones o nutrición, no incluyó la opción de salud reproductiva (como la menstruación) hasta el año 2015. Y es aquí donde las pioneras de la Femtech se adelantaron.

El mercado FemTech incluye varias subcategorías: aplicaciones para medir la fertilidad –ya sea para quedarse embarazada o evitar el embarazo con medidas de contracepción naturales–, apps de ejercicio para mejorar el suelo pélvico o apps para monitorizar la menstruación. Junto con las apps de fertilidad, estas últimas son las más populares. Si eres una persona menstruante, es altamente probable que una aplicación como Clue, Glow, P-Tracker, Flo o Maya –por mencionar algunas de las más conocidas– se encuentre descargada en tu dispositivo.

Los datos que recogen estas aplicaciones están relacionados con el ciclo –cuándo va a bajar la regla cotejando datos de meses anteriores o cuándo, basándose en los mismos datos, estás en tu ventana de fertilidad, así como información sobre el síndrome premenstrual o diversos dolores físicos relacionados con el periodo– pero también recogen datos que no necesariamente están relacionados con el ciclo: evolución de tu piel a lo largo del mes –si es más grasa, más seca o aparece acné–, las relaciones sexuales que practicas o tu deseo sexual, tu estado de ánimo, tu alimentación y antojos, el ejercicio que practicas o tus horas de sueño. Estas aplicaciones tienen las opciones básicas gratuitas y, por norma general, incluyen versiones de pago más específicas que suelen incluir información más exhaustiva para quienes buscan el embarazo, medidas de contracepción o, por motivos de salud, requieren mayor control e información sobre su periodo. Dice una vieja máxima de la publicidad que cuando no pagas por un producto es que el producto eres tú, ¿dónde van los datos sobre nuestra salud que introducimos en las aplicaciones de la menstruación?

«A cualquiera», cuenta a S Moda Marta Peirano, periodista, activista de los derechos civiles online y escritora del ensayo El enemigo conoce el sistema, donde explica por qué Internet, la herramienta más democratizadora de la historia, se ha convertido en una máquina de vigilancia y manipulación de masas. «La aplicación más popular en Estados Unidos se llama Flo y le vende datos a Procter & Gamble y a Bayer. Su rival, Glow, dice que le parece inmoral vender publicidad segmentada, pero comparte sus datos con laboratorios. Los datos son comprados, reempaquetados y vendidos por empresas de data brokers al mejor postor, y la relación entre los datos que filtramos y sus consecuencias es más sistémica que específica, como un problema medioambiental».

Mejor escenario posible: tus datos sirven para mejorar la calidad de vida de las mujeres

Clue es una de las compañías que mayor transparencia ha mostrado en cuanto al uso de sus datos de sus usuarias: a través de su blog explican cómo Clue colabora con distintas universidades (desde Oxford hasta Standford) ofreciendo sus datos para diversos estudios que tienen como finalidad mejorar la salud de las mujeres. Como explicaba la cofundadora en un artículo para The Guardian: «Nuestros úteros son centros de información que envían actualizaciones sobre los efectos secundarios del control de natalidad, o sobre infecciones, calambres, ETS, ovulación y abortos espontáneos». El big data disponible en una app como Clue puede ayudar a estudios relacionados con la prevención de enfermedades o a entender con mayor detalle los cambios que se operan en el estado de ánimo durante el Síndrome premenstrual. Tal y como informan desde su blog, los datos compartidos con las universidades no tienen ánimo de lucro y no incluyen información personal (como dirección de email o nombre). La única finalidad de este tipo de colaboraciones, como explica la compañía, es mejorar la salud sexual y reproductiva de las mujeres alrededor del mundo.

Otras aplicaciones del estilo también colaboran con universidades y centros de estudio y publican abiertamente los resultados y colaboraciones como forma de responsabilidad social corporativa.

Escenario «casi» inevitable: tus datos te hacen comprar cosas que no necesitas

En el año 2016, The Wall Street Journal publicó información sobre cómo algunas empresas tecnológicas compartían datos con Facebook con fines publicitarios. Una de estas aplicaciones era Flo, de monitorización del periodo y embarazo, que compartía con Facebook cuándo sus usuarias tenían la regla o si estaban utilizando la app para quedarse embarazadas. La información compartida tenía un identificador que permitía conectar a las usuarias con su perfil en la red social, para así mostrar en sus muros anuncios que les pudieran interesar.

La comercialización de los embarazos es una práctica común en estos tiempos digitales porque las empresas saben que las mujeres embarazas tienen que comprar nuevos productos para sus futuros bebés y que son un target especialmente vulnerable –además del cóctel hormonal al que una mujer está expuesta durante el embarazo, la sobreinformación que existe en Internet sobre este periodo lanza mensajes contradictorios a las futuras madres sobre los cuidados y la crianza, haciendo que la culpabilidad o el miedo a afrontar esta nueva etapa sin la suficiente preparación genere una mayor predisposición a comprar productos «por el bien del bebé– . Simplemente mediante el uso de cookies y la búsqueda de temas relacionados con el embarazo, las mujeres verán aparecer en sus muros y publicaciones de Instagram compras relacionadas con este proceso. Sin embargo, la información de la que disponen las apps sobre el periodo son mucho más precisas y van más allá de lo relativo a si una mujer quiere o no quiere quedarse embarazada. Algunas de las aplicaciones más populares de Estados Unidos, como Glow, ya ofrecen pedidos directos a farmacias.

Kristina Durante es una psicóloga social que lleva años estudiando el factor biológico sobre las decisiones de compra, en una entrevista para The Guardian, explicó que en una reciente investigación había descubierto que las mujeres se sentían más inclinadas a comprar determinados productos en función del momento del ciclo en el que se encontrasen. El llamado márketing biológico, donde se estudia la fluctuación hormonal y se presentan informes con un halo científico, es la gallina de oro de la publicidad en tiempos de big data: «Básicamente nos movemos entre el apareamiento y el anidamiento: desde el día 1 en que nos baja la regla hasta el día 15 es cuando las mujeres tienen mayor nivel de estrógenos», tal y como explica Durante, en esta etapa las mujeres tienen mayor deseo sexual, lo que provoca que nos se sientan más inclinadas a comprar productos relacionados con la cosmética o la apariencia física en general. «Pero sea cual sea el producto, lo cierto es que las mujeres van a estar más receptivas al mensaje y a su posterior compra», apunta Durante. A partir del día 16, sin embargo, es cuando las mujeres tienen mayor nivel de progesterona: «una hormona necesaria para mantener el embarazo, por lo que muchas mujeres se sienten más inclinadas a la compra de productos relacionados con la maternidad o, si no es el caso, el anidamiento como productos para la casa y el hogar –plantas y decoración, por ejemplo–».

Las marcas ahora, gracias a estas apps, pueden disponer de información a tiempo real sobre los ciclos de cada mujer, lo que provoca que las compañías se interesen en el ciclo de las mujeres en pleno auge de las «compras biológicas»: «Está pasando y desde hace tiempo», explica Marta Peirano, «eso es lo que hace el Big Data: usar la incesante información que nos extraen para identificar patrones y explotarlos económicamente. La industria no quiere saber por qué queremos comer dulces durante de la regla o por qué nos da la calentura o la depresión justo antes de que llegue. Quiere saber cómo explotarlo para conseguir cosas de nosotros para sus clientes. Este es un mercado que trafica con predicciones. Si mi regla te ayuda a predecir lo que voy a querer o necesitar antes de que yo lo quiera, esa ventaja vale millones».

Además de la información sobre el momento del ciclo, cabe recalcar todos los datos que estas aplicaciones recogen sobre las mujeres para monitorizar el periodo que no tiene nada que ver con el periodo y que pueden hacerlas vulnerables a determinado tipo de productos: tipo de piel y evolución a lo largo del mes, cambios en el cabello, peso fluctuante o retención de líquidos, antojos, cuánto tiempo lleva una mujer sin practicar sexo, qué método anticonceptivo utiliza e incluso sus estados de ánimo.

Peor escenario posible: tus datos podrían volverse en tu contra

Glow, cofundada por Mike Huang y Max Levchin, quien también fundó Paypal, se ha convertido en un gigante de la concepción: no solo tiene apps hermanas como Glow Nurture, dirigida a mujeres embarazas, o Glow Baby, para monitorizar a los bebés, sino que cuenta con Glow Care, una especie de asesor de fertilidad que conecta a mujeres que tienen dificultades para tener hijos con clínicas de fertilidad o doctores especializados e incluso ofrece descuentos en tratamientos como la congelación de óvulos o la fecundación in vitro.

«Es difícil imaginar el peor escenario en un mundo donde coexisten los seguros médicos privados, los matrimonios concertados, la prueba del pañuelo, donde hay despidos por sospecha de embarazo, donde la mujer ya es castigada por serlo. ¿Qué empresa internacional de Recursos Humanos recomendaría a una mujer con fuertes dolores menstruales o períodos inusualmente largos?», se pregunta Marta Peirano, «¿qué empresa promociona a una mujer si sabe que está tratando de quedarse embarazada? La única manera de que no te perjudiquen esos datos es que no existan. Por no mencionar que estas son empresas que no invierten demasiado en seguridad y sufren hackeos y derrames de datos constantemente, aunque no llegue a los medios».

Mike Huang dijo que los datos de los que disponían en Glow se podrían utilizar para hacer «evaluaciones de riesgo más precisas… lo que finalmente resultará en un mejor seguro de salud». Es decir, para vendérselos a seguros privados.

Cómo gestionar los datos

«Técnicamente, los datos médicos son los que nos hacen más vulnerables, por eso son los más protegidos por la legislación», explica Marta Peirano, «pero si vas diciendo que vives sola en casa y luego haces un minuto a minuto de tus vacaciones, esa información también te hace vulnerable. A que te roben, sin ir más lejos. Sin duda es importante una educación mediática: esta generación se cayó en la marmita de la Red Social con el móvil en la mano sin saber lo que había dentro. Ahora tenemos que aprender a gestionar la resaca, a vincular los síntomas y a ser más higiénicos y precavidos«.

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