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Charo Velasco, la rival política que apoyó a Nevenka: «No dudé ni un segundo. Ella era la expresión del dolor y la pena»

A raíz del estreno en Netflix del documental ‘Nevenka’, hablamos con la entonces portavoz socialista en el Ayuntamiento de Ponferrada sobre su papel en los días cruciales en los que se destapó el primer MeToo de la historia de España.

Charo Velasco y Nevenka Fernández.
Charo Velasco y Nevenka Fernández.
Beatriz García

Era el año 2001 en Ponferrada, una ciudad de provincias donde la bonanza económica y el desarrollo urbanístico ocupaban titulares a diario en la prensa local. Ellas eran rivales políticas. Nevenka Fernández, concejala de Hacienda del Partido Popular, que ostentaba la mayoría absoluta en el Ayuntamiento, y Charo Velasco, jefa de la oposición con el PSOE. Estaban acostumbradas a enfrentarse duramente en los plenos por cuestiones meramente políticas hasta que un día Fernández acude a Velasco para contarle que está pasando por un calvario de acoso sexual perpetrado por el entonces alcalde Ismael Álvarez. Según explicó Fernández, la relación con su jefe pasó de compañerismo «a querer ir mucho más allá y es partir de ese momento cuando empezó un infierno».

Ante la sorpresa y la conmoción al escuchar las palabras de Fernández, la entonces portavoz socialista toma la decisión de no utilizar el tema a nivel político. Se reúne con el resto del grupo de concejales y les pide que, «aunque no puede contar mucho», no ataquen a Fernández ni utilicen lo que se va a anunciar en los próximos días para sacar un rédito político. Algo que puede parecer simplemente sentido común, pero que en política es completamente excepcional. Un claro ejemplo de sororidad. Tras hacerse público el caso y después de la condena del alcalde, la concejala decide irse de España ante la imposibilidad de encontrar un trabajo y tener una vida normal. Fernández tenía 26 años en el momento de la denuncia. Álvarez, 50.

Dos décadas después del caso y ante el estreno del documental de Netflix Nevenka, Charo Velasco, alejada de la política después de una larga carrera –donde ha llegado a ser vicepresidenta del Consejo de Seguridad Nuclear– y a punto de reincorporarse a su plaza de pediatra en el Hospital de El Bierzo, rememora lo que fueron esos días cruciales en los que se destapó el primer MeToo de la historia de España.

¿Cómo se enteró por primera vez de lo que le estaba ocurriendo a Nevenka Fernández?
Ella es la que la me lo cuenta todo. Esto ocurre antes de la rueda de prensa.

¿Por qué acudió a usted?
Ella necesitaba hablar con alguien. Y yo era en ese momento la portavoz de la oposición.

¿Qué sintió cuando le contó el problema que estaba viviendo?
Yo creo que me sentí como cualquier mujer. Fue un shock. Sentí una solidaridad tremenda y muchas ganas de ayudar, de ver cómo ella podía salir de esa situación. En ese momento, yo me siento parte del problema y absolutamente solidaria con lo que le ocurría, que era muy diferente a lo que se estaba diciendo en los círculos de su agresor. Se decía que estaba en una cura de desintoxicación, que no acudía a los plenos porque estaba en Madrid tratándose…

¿Se había creído la versión inicial de los hechos?
No, yo no me lo creía. Yo había visto que ella no estaba bien. Los últimos días que habíamos coincido en los plenos había notado que algo no iba bien y, aunque nunca me creí la versión oficial, tampoco nunca imaginé lo que estaba pasando, hasta que me lo contó ella misma.

¿Le sorprendió posteriormente lo duro que fue su relato en la rueda de prensa?
No, porque realmente yo ya sabía lo que contó ante los periodistas. Lo que me pareció fue una mujer muy valiente, que estaba contando lo que también le ocurría a muchas otras mujeres en España y en el mundo. Tiene mucho mérito tener la valentía de hacerlo. No me sorprendió tampoco porque yo era consciente de que existía la violencia de género, aunque hace 20 años había muchos menos instrumentos. Posteriormente, en el período que es presidente José Luis Rodríguez Zapatero, se empieza a hablar más, se aprueba la Ley contra la violencia de género y se dota de instrumentos jurídicos y sanitarios para poder enfrentarse a este tema y para proteger a la mujer. Pero cuando pasó esto, casi no había instrumentos para poder abordar el tema. Por eso creo que Nevenka fue una mujer muy valiente. Antes y también ahora. Porque contar su historia puede servir de referencia para muchas mujeres. Para que se animen a denunciar lo que tantas otras están soportando en el mundo.

¿Cómo toma la decisión de apoyarla? No olvidemos que a nivel político era muy goloso utilizar algo así contra un partido rival, en este caso el PP, del que Fernández era concejala de Hacienda.
No, no. Nunca, nunca. Por encima de todo están las personas. No, no, de verdad. Yo no tuve ni la más mínima duda. Para mí cualquier persona vale más que los intereses coyunturales o políticos. Nunca dudé. Es más, ojalá hubiera tenido más instrumentos para poder ayudar, que yo tampoco pude hacer tanto. Simplemente escucharla, comprenderla y que la mentira que estaban diciendo sobre ella no se expandiera más. No fue una decisión difícil porque lo tuve clarísimo.

¿Se sintió apoyada por su partido, el PSOE?
Sí, totalmente. Tanto a nivel regional como a nivel nacional. Además, tengo que decir que mi grupo de concejales creyó en mí, a pesar de que yo no podía contar muchas cosas. Pero tomé una decisión y ellos confiaron en mí y la apoyaron plenamente, aunque en ese momento yo no les podía contar los pormenores. Total apoyo, sin duda.

¿Qué vio en Nevenka Fernández cuando habló con ella?
Esto es tremendo para cualquier mujer. Y ella era la expresión del dolor y de la pena. Era tremendo.

Impresiona oír a Fernández relatar lo que le sucedía…
Claro. Es que ponerse en la piel de cualquier mujer que es agredida física o psicológicamente es muy difícil hasta que lo pasas. Por eso digo que Nevenka es una mujer que merece toda mi admiración por cómo lo superó y avanzó. Y por cómo ahora comparte esta experiencia con tantas mujeres a las que puede servir de ayuda.

Qué sintió cuando una parte de Ponferrada se manifestó a favor del entonces alcalde, Ismael Álvarez.
Yo, en primer lugar, no quiero criminalizar a mi ciudad, a la que quiero y adoro, y donde la mayoría de las personas son gente de bien. Pero todo esto hay que analizarlo en el contexto. Estamos hablando de hace 20 años. Ponferrada es absolutamente abierta. Es una ciudad industrial, una ciudad de inmigración. Pero las circunstancias eran las siguientes: había una persona que había ganado las elecciones por mayoría absoluta, tenía 16 concejales de 25, había un desarrollo urbanístico tremendo, había una red clientelar enorme para la empleabilidad, un modus operandi por el que muchas personas se sentían comprometidas, otras calladas, y mucha gente pensaba que era un alcalde que gestionaba bien y hacía bien las cosas, por propio interés o no. Entonces, bueno, que haya un porcentaje de personas que se manifiesta a favor, lógicamente no te gusta. No lo entiendes, pero realmente había 4.000 personas y la ciudad tiene 65.000. Luego había muchos colectivos que no tenían capacidad de hablar porque temían las represalias. Todo el mundo conoce la vida municipal. Hay subvenciones a asociaciones… y también había miedo a levantar la voz contra una persona que era muy poderosa y estaba muy apoyada por el Partido Popular. Obviamente tenía el apoyo de las urnas, que le habían dado un poder absoluto, y tenía también poder con las empresas y los medios de comunicación. Nadie se quería jugar su puesto de trabajo, nadie se quería jugar su subvención.

No deja de ser sorprendente…
¿El apoyo explícito? Eran sus afines que se movilizaron. Yo creo que hoy, después de 20 años, no pasaría. La sociedad es mucho más consciente ahora de lo que significa la lacra machista. Actualmente, hay muchos más mecanismos para poder entender. Pero han pasado 20 años, y esto yo creo que podría haber pasado en cualquier ciudad española. De hecho pasaba en otras ciudades. Pasaba en todo el mundo. Mira, esto pasaba en muchos sitios a la vez, pero aquí la víctima tuvo la valentía de poner negro sobre blanco el tema y denunciarlo. En ningún caso pienso que Ponferrada, mi ciudad, se comportase de un modo diferente a cualquier otro sitio. Fue llamativo el caso, fue una conmoción, pero era mucho más habitual de lo que pensábamos. Nevenka fue la primera MeToo. La primera en reivindicar esta situación tan tremenda. Y le costó, como no podía ser de otra manera, sangre, sudor y lágrimas. Pero yo creo que tiene que estar muy orgullosa de haber hecho lo que hizo.

Se ha dicho que el feminismo no estuvo a la altura, pero tirando de hemeroteca he encontrado varios recortes en los que se habla del apoyo que Nevenka recibió de varias asociaciones de mujeres. Asociaciones de León, Valladolid, Burgos… También hubo en Ponferrada una contramanifestación feminista.
Hay muchas cosas que yo ya no recuerdo. Pero lo que sí recuerdo es que como portavoz del grupo municipal recibimos cartas para trasladarle a Nevenka apoyo. Por ejemplo, carta de Patrocinio de las Heras, que era de las mujeres progresistas vinculadas al PSOE, y también de otros muchos colectivos… Y claro que hubo manifestación de apoyo a Nevenka. Lo que ocurre es que en ese momento las voces feministas se acallaban muy fácilmente por los que ejercían el machismo. Yo pienso que el feminismo siempre está a la altura. Lo que pasa es que hay circunstancias concretas o personas concretas que no dan la talla. Respecto a Ponferrada, las asociaciones no estaban ajenas a las presiones que tenía el resto de la ciudad.

¿Ha mantenido algún tipo de contacto con Nevenka Fernández después de lo que ocurrió?
Bueno, eso es una cosa personal. Prefiero no contestar. Pero yo siempre he sabido cómo ha evolucionado porque me preocupaba por ella. Casi siempre lo he hecho a través de terceras personas. Pero lo importante es que ella ahora ha decidido contar su verdad, reivindicar su espacio y el cariño social que se merece. Luego el resto de los temas… espero que entiendas que son absolutamente personales.

Asumo que no se arrepiente de la decisión que tomó. ¿Se siente un ejemplo de sororidad para las mujeres?
No, en absoluto, jamás me he arrepentido. Es más, no tengo ningún mérito. Yo solo estaba allí e hice lo que tenía que hacer. Y probablemente hubo algo más que podría haber hecho, pero no supe o no pude hacer. Pero vamos, me duele pensar que delante de mis ojos tuve que ver a una mujer sufrir tanto. ¿Que luego esto tuvo repercusiones en mi vida? Claro que sí. Afectó a mi familia, afectó a mi marido, a mis hijos… pues obviamente, pero tengo la suerte de tener una familia estupenda, un marido y unos hijos que estuvieron a la altura. Y bueno… solo hice lo que tenía que hacer.

¿Le ha parecido conveniente el estreno del documental Nevenka por parte de Netflix?
A mí me parece que lo más importante es la autorización por parte de la interesada. Si a ella le parece bien, por supuesto, todo mi apoyo. Yo he participado un poquito en el documental porque creo que es importante que la experiencia y la verdad de Nevenka se conozcan. Que una plataforma como Netflix, con tanta repercusión en cuanto a espectadores, quiera contar la historia es positivo. Es muy pedagógico que una mujer que ha sufrido la violencia machista cuente su historia para que otras mujeres que estén en unas circunstancias parecidas puedan tomarla como referencia.

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Sobre la firma

Beatriz García
Redactora jefe web de S Moda. Inició su carrera en Soitu.es y más tarde trabajó desde Estados Unidos en El Mundo (edición América) en Los Ángeles y Miami. Es licenciada en periodismo por la Universidad Complutense de Madrid y graduada en periodismo de moda por Central Saint Martins College of Arts and Design de Londres.

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