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Marianne Williamson, Houston, Texas (1952)
Acallados los rumores sobre las posibles candidaturas de Angelina Jolie u Oprah Winfrey, la de Marianne Williamson es quizás la más inopinada de todas las que engrosan la lista de las primarias del Partido Demócrata. Aunque en la política estadounidense no han faltado perfiles independientes con poco o nulo callo en el oficio –desde la drag queen Terence Smith hasta Jello Biafra, líder de la banda punk californiana Dead Kennedys— la figura del gurú new age no había hecho aún acto de presencia en un menester tan terrenal como la política.
Marianne Williamson saltó a la fama en 1992 con su primer libro de autoayuda, Volver al amor, una guía espiritual para enmendar una vida rota por las falsas expectativas. Oprah Winfrey, hada madrina del showbiz estadounidense, ensalzó la obra en su programa y fue directa a encabezar la lista de súperventas del The New York Times. De ahí pasó a convertirse en consejera espiritual de la presentadora. Todo lo cual ayuda a explicar el apoyo que recibe de no pocas celebridades. Fue la encargada de oficiar la octava y última boda de Elizabeth Taylor y ha recibido fondos por parte de Kim Kardashian, Nicole Richie o Alanis Morrisette, quien además compuso la canción de su primera campaña política, cuando en 2013 se postuló, sin éxito, para ocupar un sillón en la Cámara de Representantes por el estado de California.
Williamson ha sido muy activa socialmente. Entre sus proyectos destaca el Project Angel Food, un programa de voluntarios creado en 1989 para llevar comida a personas con SIDA postradas en cama que después se expandió para ayudar a cualquier enfermo crítico. Pero, sobre todo, se la conoce por los 12 libros que ha escrito, ocho de los cuáles se han convertido en superventas. Este mes publica, muy oportunamente, el decimotercero, titulado A Politics of Love: A Handbook for a New American Revolution (La política del amor. Manual para una nueva revolución americana).
En una entrevista con ABC, Williamson reconoció que la decisión de lanzarse a la carrera presidencial vino motivada por una epifanía. En su página web, admite que “la política estadounidense está desconectada del corazón”, idea que insufla a todos sus mensajes, dirigidos a despertar moral y espiritualmente a sus votantes progresistas. Apoya el Green New Deal, la sanidad universal, el control de armas y la educación pública, y quiere destinar 100 mil millones de dólares a reparar los efectos de la esclavitud.