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Estas son las activistas jóvenes (más allá de Greta) que están cambiando el mundo

Desde luchar contra las armas hasta defender a la comunidad LGTBIQ, pasando por proteger el agua: estas 10 mujeres de corta edad tienen ya mucho que decir.

Marley Dias, Amika George y Blair Imani.
Marley Dias, Amika George y Blair Imani.Instagram @iammarleydias / @savvysuzanna / @blairimani

Algunas millennials se salen del estereotipo de personas adictas a las redes sociales, resignadas a un futuro incierto. Son jóvenes que han decidido empezar a tomar las riendas, puesto que los mayores parecen conducirlas a un precipicio. Son, en definitiva, adolescentes que han convertido su vida en una lucha o denuncia y, contra todo pronóstico, se están convirtiendo en líderes y referencias para un cambio que ya ha empezado.

1. Greta Thunberg: Pellas para denunciar el cambio climático

Esta sueca de 16 años ya está nominada al Nobel de la Paz y es la responsable de que millones de niños en todo el mundo hayan dejado de ir un día a la semana al colegio para protestar por el cambio climático y que hashtags como #Climatestrike o #FridaysForFuture sean compartidos por Alexandria Ocasio Cortez, Bernie Sanders o Iñigo Errejón. «No quiero que tengas esperanza, quiero que entres en pánico. Quiero que sientas el miedo que siento todos los días y luego quiero que actúes», ha declarado en alguna ocasión esta sueca con trenzas, tan rebelde e inconformista como Pipi Calzaslasgas.

La historia de Thunberg comenzó cuando un día, con ocho años, oyó en la escuela hablar de la amenaza del cambio climático y de que no estábamos haciendo lo suficiente. Lo contó en casa y sus padres la ayudaron a investigar sobre el tema. Tras un verano especialmente caluroso, decidió que si los líderes mundiales seguían sin hacer nada era necesario pasar a la acción y comenzó una movilización estudiantil en Suecia, que se saltaba las clases del viernes para ir a manifestarse frente al Parlamento, exigiendo al Gobierno medidas efectivas para cumplir con los compromisos de lucha contra el cambio climático. Pero su salto al escaparate mundial tuvo lugar con su discurso en la Cumbre del Clima de la ONU, celebrada el pasado año en Katowice (Polonia). Una intervención breve pero intensa, en la que ponía el dedo en la llaga, “si las soluciones dentro del sistema son imposibles, tal vez deberíamos cambiar el sistema”.

En una charla TED que dio en Estocolmo (2018), contó que a los 11 años se puso muy enferma. Tenía depresión, dejó de hablar y comer y perdió 10 kilos en 2 meses. Fue diagnosticada con síndrome de Aspeger (una forma de autismo) y mutismo selectivo, lo que significa que solo habla cuando lo cree necesario. Parece que, para Greta, el momento de decir cosas ha empezado. “Hemos venido aquí para hacerles saber que el cambio está llegando, les guste o no. El verdadero poder pertenece a la gente”, sentenció para acabar su popular discurso.

2. Sonita Alizadeh: Rap contra el matrimonio infantil forzoso

Una cinta que se hizo viral en Youtube cambió la vida a esta joven afgana. Su videoclip Brides for Sale, en el que a ritmo de rap denunciaba los matrimonios forzosos de adolescentes en su país, la liberó de casarse a los 16 años y le sirvió de pasaporte para emigrar a Estados Unidos y obtener una beca de estudios.

Aunque nació en Afganistán, su familia se mudó a Teherán huyendo de la guerra. Al ser una refugiada, Sonita solo recibía clases de una ONG que hacía las veces de escuela, pero desde muy pequeña empezó a escribir canciones sobre la guerra, la violencia y los derechos de las mujeres. Uno de sus profesores le habló de esta chica talentosa a la directora de cine iraní Rockhsareh Ghaem Maghami, quien decidió hacer un documental, Sonita, sobre ella. Pero para esto, la cineasta tuvo que pagarle a su madre 2.000 dólares, y evitar así que durante 6 meses fuera vendida a su futuro marido. Era la segunda vez que se le concertaba un matrimonio forzoso, la primera había sido a los 10 años de edad.

El videoclip se llevó a cabo durante la grabación del documental y está inspirado en su particular huida de un matrimonio concertado. “Soy vista como un cordero, que solo crece para ser devorado”, dice en la canción. Stongheart Group, una ONG que ayuda a jóvenes excepcionales en entornos desfavorecidos, vio la cinta y le ofreció una beca de estudios en EEUU.

Entre conferencia y concierto, Sonita espera acabar sus estudios de derecho, volver a su país y seguir con la lucha contra los matrimonios forzosos.

3. Jazz Jenning: Normativizando la transexualidad

A los cinco años apareció vestida con un traje de baño en su cumpleaños, a los seis le diagnosticaron disforia de género y comenzó su transformación. Y a los 11 contó su historia en una entrevista televisiva. Luego vendría su canal de Youtube, I am Jazz, en el que narraba el día a día de una chica transgénero, con los problemas normales de cualquier niña de su edad, más los que la sociedad añade a este colectivo. Básicamente, insultos, desprecios y amenazas de los que no la comprenden, la odian o la juzgan; sumado a los contratiempos administrativos del colegio. No la dejaban ir a los baños de niña y no podía jugar en los equipos femeninos.

En 2007, junto con sus padres, creó la Transkids Purple Rainbow Foundation para ayudar y orientar a otros niños transexuales y a sus familias; y, en 2013, la Purple Rainbow Tails, una empresa que confecciona y vende colas de sirena de silicona para recaudar fondos y ayudar a la comunidad LGTBIQ.

Acostumbrada a las cámaras, Jennin grabó un reality I am Jazz, y publicó un libro Being Jazz. My life as a trangender teen (Siendo Jazz. Mi vida como una adolescente transgénero). El pasado año, con 18 años, la niña que había inspirado la primera muñeca trans del mercado estadounidense, pasó por el quirófano para su operación de cambio de sexo.

4. Marley Dias: Los renglones negros de la literatura norteamericana

Esta norteamericana procedente de familia jamaicana (la llamaron Marley en homenaje al rey del reggae) era una voraz lectora, pero a los 10 años ya estaba harta de leer libros llenos de chicos blancos con perro. “¿Dónde están las niñas como yo?”, se preguntaba. Marley se dio cuenta de que solo el 8,4% de los 3.400 libros publicados en 2016 en Estados Unidos tenían un protagonista afroamericano, un pequeño 5% de ellos lo protagonizaban latinos, un 1,6% indios americanos y un 7% asiáticos.

Entonces, Marley decidió hacer una colecta de libros donde las protagonistas fueran chicas negras y llamó a su proyecto #1000BlackGirlBooks. En principio, la iniciativa era hacer una guía de lectura con las donaciones y enviar los ejemplares a escuelas pobres de Jamaica, pero sus expectativas quedaron sobrepasadas con el éxito de esta convocatoria, ya que en unos pocos meses había conseguido más de 9.000 libros. Su campaña la llevó a engrosar la lista de Forbes de Jóvenes Influyentes de 2018 y a escribir un libro, Marley Dias Gets It Done: And So Can You! (Marley Dias lo ha conseguido. ¡Tú también puedes!), donde cuenta su hazaña, con la moraleja de que cualquiera que se proponga algo realista y hermoso puede conseguirlo.

5. Payal Jangid: La educación nos hará libres

Nacida en Hinsala, un pequeño pueblo del estado indio de Rajastán, Payal se negó a seguir la tradición de aceptar un matrimonio pactado desde los 10 años, pero su lucha no se limitó solo a sí misma. Jangid comprendió que la única puerta para escapar a la temida ‘tradición’ era la educación. En un estado con grandes índices de matrimonios forzosos y trabajo infantil, consiguió crear, en 2012, el Child Parliament con el fin de empoderar a los pequeños y concienciar a sus familias de la necesidad de ir a la escuela como única arma para evitar los abusos a la infancia. Tocando de puerta en puerta, esta adolescente logró enrolar a varias decenas de niños en la escuela y, con el tiempo, el matrimonio infantil fue completamente erradicado de Hinsla.

La labor de Payal fue aplaudida por Bachpan Bachao Andolan, una organización que lucha por los derechos de los niños y que fue fundada en 1980 por Kailash Satyarthi, quien hace cuatro años compartiera el Premio Nobel de la Paz con Malala Yousafzai. Este movimiento impulsó una iniciativa llamada Bal Mitra Gram, que busca llegar hasta las aldeas más pobres y proteger a los pequeños garantizando una inscripción en la escuela. Una delegación sueca viajó hasta su poblado para invitarla a formar parte de la organización World Children’s Prize, de la que es “amiga honoraria”. Los Obama también tuvieron ocasión de conocerla en su viaje a India y, a día de hoy, Payal sueña con convertirse en maestra. ¿Qué otra cosa podría ser?

6. Melati e Isabel Wijsen: En contra del monstruo del plástico

Un día, estas dos hermanas de Bali (cuando tenían 10 y 12 años respectivamente) escucharon una lección en la escuela sobre personajes importantes que habían marcado la diferencia y que habían luchado por sus ideas, como Mahatma Gandhi o Nelson Mandela. Interesadas en hacer su pequeña contribución al mundo, decidieron luchar contra el monstruo del plástico, ese material imperecedero que mata ballenas, ahorca tortugas marinas y está convirtiendo el mundo en un vertedero. En 2013 crearon su propia organización Bye Bye Plastic Bags, inspirada en la prohibición de las bolsas de plástico de 2008 en Ruanda.

La meta de estas dos chicas era convencer a la gente de Bali para que fuera abandonando la costumbre de usar estas bolsas y dijera no al plástico. Así que empezaron limpiando las playas y continuaron con peticiones a los gobiernos locales y centrales. La organización fue creciendo y teniendo cada vez más miembros, al mismo tiempo que conseguían pequeños-grandes triunfos. El aeropuerto de Bali prohibió las bolsas de plástico en agosto del 2016; y, en enero del pasado año, la isla entera se declaraba plastic bag free. Bye Bye Plastic Bags cuenta con equipos en 15 países, que tratan de erradicar este material con diferentes campañas y tácticas.

Melati (ahora 17 años) e Isabel (15), dan conferencias, salen en los medios y continúan su lucha. Como decían en una charla TED “tal vez los niños solo seamos el 25% de la población mundial pero somos el 100% del futuro”.    

7. Amika George: Sacando del armario a la ‘pobreza menstrual’

A sus 18 años, George ha creado una ONG, Free Periods, desde la que combate y denuncia la pobreza menstrual de muchas mujeres. Y no solo en el tercer mundo, sino también en países desarrollados como Reino Unido, donde ella vive.

Amika empezó a concienciarse del problema al ver que muchas adolescentes de familias con pocos recursos no tenían dinero para comprar compresas o tampones y usaban calcetines, trozos de camisetas viejas o papel higiénico robado en servicios públicos, como sustitutos. Otras muchas dejaban de ir a clase o de salir durante su período, por miedo a mancharse o porque no se sentían seguras.

Esta colegiala de día y activista de noche, empeñada en hablar de la menstruación y sacarla del cuarto oscuro, empieza a ser una cara conocida en los medios de comunicación. “Hay que romper los tabúes sobre la regla y hablar de ella, ya que el silencio que hay entorno a ella no hace sino potenciar el problema”, ha dicho en una entrevista a Vogue UK. No duda en utilizar el potencial de las redes sociales: empezó su campaña un viernes lluvioso, desde su móvil, ella sola en su habitación. Cada 20 de diciembre organiza una protesta pacífica para pedirle al gobierno inglés que facilite productos de higiene íntima a las mujeres con pocos recursos.

8. Emma González: Adiós a las armas

La superviviente del tiroteo en la escuela secundaria Stoneman Douglas de Parkland (EE.UU.) del 14 de febrero de 2018, marcó un antes y un después en la lucha para el control de las armas. Formó el colectivo Never Again MSD, dio un discurso que se hizo viral en una manifestación contra la violencia armada (17 de febrero del 2018) y se convirtió en una referencia para los jóvenes que no están conformes con el mundo que les ha tocado vivir.

Pasada la tormenta mediática; esta estadounidense, hija de padre cubano, sigue con la lucha, centrada ahora en convencer a las nuevas generaciones de que no voten a políticos que piensan que es más importante seguir con el modelo de sociedad militar-armada, que conseguir que los estudiantes sobrevivan a otro día de colegio. Pero el adiós a las armas no es lo único que preocupa a González, que desde pequeña se ha destacado por el activismo y ya en el colegio era la presidenta de la GSA (Gay-Straight Allianza). Bisexual, según ella misma ha declarado, cree que “no necesito definirme como feminista, porque pienso que la igualdad de los sexos (y los géneros) debería ser una de las bases sobre las que se asentara la sociedad”.

Pero como ese aspecto no siempre está asegurado (y cada vez menos), cuando González habla de lo que es crecer como mujer en la era del empoderamiento femenino, le gusta citar a Eleanor Roosevelt, cuando dijo “nadie puede hacerte sentir inferir sin tu consentimiento”.

9. Blair Imani: En defensa de los musulmanes y la comunidad LGTBIQ

Si una es mujer, negra, musulmana y queer, es casi seguro que tiene varias cosas que reivindicar. Si además, una tiene dentro una conciencia especialmente rebelde y cualidades para escribir y hablar en público, puede acabar convirtiéndose en activista como Blair Imani.

Su salida del armario se dio en 2017, en el programa de Tucker Carlson Tonight (EE.UU.), lo que le valió manifestaciones de odio procedentes de todas direcciones. Desde entonces, Imani no ha parado de hacer cosas. Además de escribir artículos para el Huffington Post y Vice, ha publicado su primer libro, Modern HerStory: Stories of Women and Nonbinary people Rewriting (Historias de mujeres no binarias que pueden inspirar a otras muchas).

Imani participa en iniciativas como Erase the Hate; destinada, como ellos mismos dicen en su web, “a que la gente se sienta segura en EE.UU., independientemente de su aspecto, de dónde venga, a quién rinda culto o a quién ame”. Trabaja con GLAAD, una organización a favor de los derechos de la comunidad LGTBIQ, da charlas en universidades y colegios y, por si fuera poco, mantiene un aspecto tan glamuroso, que podría ser influencer de moda para el mundo musulmán.

10. Autumn Peltier: La guardiana del agua

“Los líderes deben liderar y abrir el camino para los que vienen detrás, asegurando que tenemos un futuro que vivir y proteger”, afirma esta adolescente de 14 años, indígena de Wiikwemkoong First Nation, al noreste de la isla Manitoulin, en Ontario, Canadá.

El agua limpia y potable es un bien escaso y más de 140 tribus indígenas de su país no tienen acceso a ella. Algo que preocupa a Autumn, que la ha convertido en una activista desde los ocho años y que ha heredado de su tía, Josephine Mandamin, que caminó por las orillas de los cinco grandes lagos para concienciar a la gente de la necesidad de proteger el agua. Su sobrina, sin embargo, va más allá y su leit motiv es que el agua tenga los mismos derechos que un ser humano; ya que, solo así, podremos protegerla.

Esta chica indígena que viste con los preciosos y coloridos vestidos de su tribu, es ya un personaje público en Canadá, donde no falta a cualquier evento relacionado con el medioambiente. En 2016 le dio un tirón de orejas al primer ministro Justin Trudeau, durante la Asamblea de las Primeras Naciones (los pueblos indígenas), al decirle que no estaba muy contenta con las decisiones que había tomado para su pueblo. Y a los políticos presentes en una asamblea de las Naciones Unidas, en Nueva York, durante el World Water Day (2018), les dio unas breves nociones de la filosofía indígena. “Mucha gente no cree que el agua es algo vivo o que es un espíritu. Pero mi pueblo cree que es verdad”.

Autumn es la única canadiense nominada al International Children’s Peace Prize (en 2016), pero a ella no le importan demasiado los premios. “Alzo mi voz para hablar a favor del agua y de la Madre Tierra. Alzo mi voz porque ya no podemos rezar más. Debemos hacer algo, y hacerlo ahora”, ha dicho esta niña a la que le gustaría ser Primer Ministro o ministra de medioambiente.

* Este artículo se publicó inicialmente el 28 de febrero de 2019 y ha sido actualizado el 27 de septiembre de 2019.

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