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Zoe Saldana: «Envejecer es un hecho y lo llevo con alegría»

La actriz de origen dominicano reivindica su orgullo geek ahora que estrena la nueva entrega de Star Trek. El cine y la moda llevan años enamorados de esta mujer, que madura con prisas y siempre sale airosa de la alfombra roja.

Zoe Saldana

Zoe Saldana sabe cómo captar la atención del interlocutor. Al natural, tras el hechizo azul de Neytiri, el personaje de Avatar, y el magnetismo de Uhura, la encargada de comunicaciones de la saga de Star Trek, la actriz también conoce las claves de la seducción sin pavonearse por ello. Por algo esta dominicana de origen y neoyorquina de nacimiento tuvo al hombre más guapo del momento, Bradley Cooper, bebiendo durante meses los vientos por ella. Pocas podían caminar de su mano con tanto estilo. Aparece vestida de Oscar de la Renta, con zapatos de Oliver Tiye y la joyas diseñadas por Jennifer Meyer, la esposa de Tobey Maguire.

¿Ha elegido usted misma su estilismo de hoy?

Hay un poco de todo. A veces estoy liada o en un rodaje y me encanta que me asesore mi estilista, pero me gusta escoger lo que me pongo. Especialmente porque cuando me enamoro de algo no logro sacármelo de la cabeza.

¿Qué lugar ocupa la moda en su vida?

Creo que es un arte, y lo utilizo para comunicarme. Invento personajes en mi cabeza y la moda es mi forma de expresarlos. Mi respeto por ella me viene del otro lado, porque desciendo de una familia de costureras y sé lo que cuesta cada puntada, la caída de cada tejido. Hace que me sienta en el cuento de Eloise en el plaza, como una niña con todo un mundo a su alcance.

¿Cuál es su última obsesión?

Los zapatos de plataforma. Paso mucho tiempo de pie y la cuña lo hace más cómodo.

En Star Trek: Into Darkness su interés por el señor Spock deja de ser algo platónico y se convierte en una relación interracial. ¿Es el futuro que soñaba para Uhura?

Mi sueño es que este vulcano baje la guardia de una vez por todas y que, aunque sea en la intimidad que no vemos, ella conozca más su lado humano. La friki que hay en mí, enamorada desde niña de Uhura, la primera negra que recuerdo en el espacio y con quien me puedo identificar, cree que eso ya ha pasado.

Estar en forma es parte de su trabajo. Pero usted se lo toma muy en serio.

Quizá sea por mi pasado como bailarina, pero siento la necesidad de comprender a mi cuerpo. Es una curiosidad que no disminuye con los años. El sentimiento de ser invencible, irrompible, de poder hacer lo que quiera sin sufrir las consecuencias va desapareciendo. Noto las diferentes necesidades de mi cuerpo y aprendo a ser respetuosa con ellas. Me parte el corazón ver a gente que no se cuida.

¿Cuál es su disciplina deportiva favorita?

Ahí me ha pillado porque no soy nada disciplinada. Lo único que tengo claro es que lo de ir de fiesta hasta las cuatro de la mañana es cosa del pasado. Era gracioso cuando tenías 22 años, pero a los 34 no pierdo el tiempo. Claro que si estoy de vacaciones, estoy de vacaciones.

Y de cara al verano, ¿ya ha pensado en un destino idílico para perderse?

Si pudiera, otro planeta. ¡Soy una friki a la que le encanta la ciencia ficción! Si me dan la posibilidad de soñar, dejo libre la imaginación y me encanta ir donde nadie llegó antes, como dicen en Star Trek. Pero si tengo que ser realista, en realidad me gustaría visitar el Líbano y buscar la historia de mis ancestros por ese lado.

¿Cómo es su relación con su familia? Somos una piña. Se nota que somos chicas de Queens. ¡Pobre el que se meta con nosotras! Y de nuestra parte no esperes más que la verdad. A veces duele, porque tenemos una relación demasiado honesta. Mi madre es incapaz de dorar la píldora, algo que ahora puedo valorar, no como cuando era una niña. Hoy me parece una cualidad increíble.

¿Y si tuviera que buscar un hogar lejos del suyo?

Si algo me gustaría cambiar es la vida nómada que llevo y añadir algo de calor, tiempo y dedicación al espacio en el que vivo. No soy capaz de llamar hogar a lo que tengo. También influye mucho mi infancia, nos mudamos a la República Dominicana con la familia tras la muerte de mi padre cuando yo tenía nueve años, eso me hizo más apegada a la gente que a las cosas. Siempre he vivido en lugares diferentes.

¿Le preocupa la edad?

Envejecer es un hecho. Y lo llevo con alegría. No solo no me importa la edad, sino que me gustaría dar ejemplo. Soy de las que piensan que las mujeres mejoramos con los años.

¿Cuáles son sus posesiones más preciadas?

Siempre llevo dos objetos conmigo. Un colgante de Kokopelli, el dios de la fertilidad, que me regaló mi madre. No puedo ni montarme en un avión sin él. Y el reloj que nos regaló James Cameron a Sam [Worthington] y a mí cuando hicimos la película. Quizá porque fue mi primer Cartier, pero sobre todo por lo que significó para mí ese momento en mi vida.

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