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De la cárcel a la alfombra roja: Michelle Rodriguez, la estrella que Hollywood no pudo domesticar

La tejana de origen latino estrena la novena entrega de la exitosa franquicia Fast & Furious convertida en una rara avis de la meca del cine por su carácter ingobernable y su lucha por liberar de arquetipos a los personajes que interpreta.

A los 42 años, Rodriguez ha conseguido medrar en la industria sin someterse a sus reglas.
A los 42 años, Rodriguez ha conseguido medrar en la industria sin someterse a sus reglas.GEtty

La escritora de cómics Gail Simone acuñó en el año 1999 el término fridging, algo así como neverización, para referirse al tratamiento sexista que recibían los personajes femeninos en la industria cultural. El neologismo toma como inspiración una escena de un tebeo de Green Lantern (editorial DC) publicado cinco años antes. En la viñeta, el superhéroe vuelve a casa y se encuentra a su novia asesinada y metida dentro de una nevera. Durante décadas, el sector del entretenimiento ha limitado a un inmenso número de personajes femeninos a ese papel de víctimas. Concebidos como atajos narrativos sin entidad ni conflictos propios, válidos solo como excusa para detonar la acción o sentimientos de un héroe que por fin cuenta ahora con la legitimación moral del espectador para acabar con el villano y vengar a su amada. La web Women in Refrigerators (Mujeres en Frigoríficos), creada por la propia Simone, recopiló más de un centenar de roles cinematográficos protagonizados por mujeres sometidos a este arquetipo. El de Letty Ortiz en The Fast & The Furious, interpretado por Michelle Rodriguez, fue uno de ellos. Hasta que su estrella dijo basta.

El personaje de Letty Ortiz ha ido ganando peso dramático en cada nueva entrega de la franquicia de acción.
El personaje de Letty Ortiz ha ido ganando peso dramático en cada nueva entrega de la franquicia de acción.Universal pictures

“Ya sé que a vosotros os gusta Hollywood y todo eso, pero si queréis ser realistas [sobre cómo funcionan las cosas en la calle], esto va así. No pienso portarme como una puta delante de millones de personas, así que me vais a perder si no cambiáis las cosas”. Fue la propia actriz la que confesó a EW el ultimátum que lanzó en la sala de guionistas de la saga Fast & Furious hace solo unos meses. Dos décadas después del estreno de la multimillonaria franquicia de acción, que comenzó a rebufo del fenómeno tuning y continúa triunfando pese a que los alerones, el nitro y los vinilos con forma de llamas cogen polvo en los talleres, Rodriguez se veía obligada a amenazar con su abandono con tal de que su personaje fuera algo más que lo que empezó siendo: la atractiva novia del protagonista, Toretto, interpretado por Vin Diesel. “Recuerdo haberme peleado para conseguir una escena en la que Letty misma se metía en una pelea, porque me parecía que una no se sienta por ahí sin ensuciarse las manos dejando a los tíos hacer el trabajo sucio”, añadía.

Gracias a su cruzada, la franquicia que estrena este 2 de julio el noveno episodio de la saga, y sobre la que los cines posan sus anhelos de recuperación tras la crisis sanitaria —en Estados Unidos ya ha batido récords de taquilla pospandémicos—, ha pasado de ser el epítome del cine de testosterona a reclutar a estrellas como Charlize Theron, Helen Mirren, Gal Gadot y, si se confirman los rumores, a la mismísima Rita Moreno para la siguiente entrega. “Cuando Michelle leyó su parte dijo algo así como, ‘No, yo no voy a interpretar eso’. Y después lo cambió completamente. Pasó de ser la novia trofeo a un personaje con muchísimas capas”, ratifica su compañera de reparto, Jordana Brewster. Gracias en buena parte a su trabajo, las actrices se han ido apoderando de un subgénero cinematográfico —ahí están Imperator Furiosa (Mad Max), Wonder Woman o Rey (protagonista de la última trilogía de Star Wars) —en el que estaban infrarrepresentadas e hipersexualizadas.

«Hollywood no es mi mundo», defiende una intérprete que no suele frecuentar las alfombras rojas.
«Hollywood no es mi mundo», defiende una intérprete que no suele frecuentar las alfombras rojas.Getty

Pero el compromiso feminista de esta latina de sangre nacida en San Antonio (Texas), criada entre República Dominicana, Puerto Rico y un barrio humilde y conflictivo de Nueva Jersey cuya dinámica ha trasladado a la franquicia —“tenía que hacerles ver a los guionistas que las calles no funcionan así”—, arrancó mucho antes de que movimientos como el #MeToo fueran siquiera concebidos. Tipa dura por excelencia de Hollywood, esta rarísima avis de las colinas de Los Ángeles puede presumir de haber aparecido en taquillazos generacionales como Fast & Furious y Avatar o series como Perdidos sin haber pasado por los rigores sexistas de la industria ni por el molde de la corrección política.

“Tengo un sentido muy fuerte de mí misma y hay ciertas líneas que no voy a cruzar. Soy muy quisquillosa con los papeles que elijo. No voy a ser la guarra. No puedo ser solo la novia. No voy a ser la chica que se empodera solo porque ha sido violada. No puedo ser la chica que se empodera y luego muere. Siempre supe que iba a tener que crear mi propio arquetipo”, confesaba en The Guardian allá por 2015, aunque en internet existen declaraciones suyas en este sentido desde los primeros años de este siglo. ¿El precio a pagar por mantenerse fiel a sus principios? Su última película como protagonista indiscutible data de 2016, pese a que es una de las 10 actrices más taquilleras de la historia del séptimo arte.

Para la prensa especializada, el mejor trabajo de esta outsider orgullosa de serlo —“Hollywood no es mi mundo”, precisa—, hija de militar y nacida en una familia con 10 hermanos y medio hermanos, fue el de su debut. Tras trabajar un par de años como figurante, en la primera audición de su vida se antepuso a 350 candidatas para lograr el papel de joven boxeadora en la cinta indie Girlfight, que le valió un nombre en la industria y comparaciones con Marlon Brando. El segundo casting fue el de The Fast & The Furious, un inesperado éxito que la convirtió en una estrella conduciendo bólidos solo una semana después de haber aprobado el carné de conducir.

Una joven Michelle Rodriguez posa con motivo del estreno de ‘Girlfight’, su primera película, estrenada en 2000.
Una joven Michelle Rodriguez posa con motivo del estreno de ‘Girlfight’, su primera película, estrenada en 2000.Getty

Sin embargo, Rodriguez no supo —o no quiso— digerir el triunfo meteórico. Dedicó sus días a salir de fiesta y al consumo descontrolado de alcohol, viéndose obligada a ingresar en la cárcel por breves periodos de tiempo en 2003 y en 2008, cuando ya era una estrella conocida en todo el mundo por su trabajo en Perdidos. Entre los cargos estaban los de conducción bajo los efectos del alcohol, violación de la libertad condicional o haberse dado a la fuga tras sufrir un accidente conduciendo bebida. Ya de adolescente había sido expulsada de hasta cinco institutos y también fue denunciada por la agresión a una compañera de piso que acabó retirando los cargos contra ella.

En su vida personal, la intérprete de 42 años se ha mostrado tan reacia a ser domesticada como en el aspecto profesional. Alérgica a las entrevistas y a los editoriales de moda, los tabloides han especulado durante décadas sobre su confesa bisexualidad, confusos ante un currículo amoroso en el que aparecen estrellas como Vin Diesel o Cara Delevingne. “Si hubiera querido que la gente supiera lo que hago con mi vagina hubiera publicado una cinta porno hace mucho tiempo”, respondió en 2006 a un medio de comunicación. Su fortuna, valorada en cerca de 25 millones de euros, no ha cambiado un ápice el carácter de la más rebelde de las actrices de la meca del cine y que ya rueda otra aspirante a convertirse en la próxima gran franquicia cinematográfica: Dragones y Mazmorras, con Chris Pine (Star Trek) y Regé-Jean Page (Los Bridgerton). Aunque se desconoce aún su papel, auguramos que no necesitará ser rescatada por ninguno de estos dos héroes del Hollywood moderno. Para ella, no hay frigoríficos que valgan.

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