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Sí, Kendall Jenner y Ben Simmons son la pareja millennial que necesitábamos (y estas son las pruebas)

Ella es la modelo mejor pagada del planeta. Él, una superestrella de la NBA. Pero sus citas tienen lugar en centros comerciales de extrarradio. Larga vida a ‘Bendall’.

Jóvenes, populares y millonarios... La fama no parece influir en la relación entre Jenner y Simmons.
Jóvenes, populares y millonarios... La fama no parece influir en la relación entre Jenner y Simmons.Getty (GC Images)

La cita podría ser perfectamente la de cualquier otra pareja de su edad. Una ojeada a los escaparates, la compra de una aspiradora nueva en una tienda de electrodomésticos y, para terminar, cenita romántica. No en el último bistró de moda situado en el Upper East Side, sino en la típica franquicia de comida americana que te forma una cola en cualquier centro comercial. También en este situado en un suburbio de Nueva Jersey. Grand Lux Café, algo así como una especie de Vips pero con vocación de refinamiento, triunfa por sus cantidades contundentes y una carta kilométrica, libre de sabores arriesgados, para alimentar a cualquier tipo de comensal. Mucho cajún y teriyaki, costillas a la barbacoa y ensaladas con tantas calorías que deberían tener prohibido semejante denominación. Allí disfrutaron de la velada Kendall y Ben, una pareja de enamorados de 23 y 22 años, respectivamente, que podría pasar por otra cualquiera si no estuviéramos hablando de la modelo mejor pagada del mundo y de una superestrella de la NBA. La pareja que más alto vuela de la industria del entretenimiento ha apostado en su vida privada por recorrer el perfil bajo. Lo ordinario, en 2019, se ha vuelto extraordinario.

Los primeros rumores sobre el comienzo de su relación fueron desvelados en exclusiva por la web Page Six el pasado mes de mayo, confirmando que las citas se remontaban un par de semanas atrás según una fuente cercana a la pareja. Los medios se apresuraron a advertir a los seguidores del que más tarde sería nombrado Rookie del año (mejor jugador novato) en la NBA, de la terrible condena que se cernía sobre los Philadelphia 76ers si el affaire continuaba. Desde 2009, la prensa ha hecho suya la denominada como maldición Kardashian, por la cual todo deportista en activo verá como su rendimiento y proyección profesional caen en picado al iniciar una relación con cualquiera de las hermanas del clan. Los casos de Kris Humphries (Kim) o Lamar Odom (Khloé), entre otros, corroboraban este argumentario con cierto tufo machista y se llegaron a recoger más de 10.000 firmas en un Change.org que pedía que la modelo fuera vetada del pabellón “para que no arruinara la temporada”. Pero este romance se ha mostrado inmune al virus. No solo su equipo es uno de los mejores de liga, sino que en los partidos presenciados a pie de pista por Kendall el balance de los 76ers es de 15 victorias por solo 3 derrotas.

La modelo es una habitual en los partidos de los Philadephia 76ers.
La modelo es una habitual en los partidos de los Philadephia 76ers.Getty (Getty Images)

Comparadas con otras de las más icónicas parejas de su generación, Bendall –acrónimo con el que han sido bautizados– sorprende por haberse alejado del exhibicionismo histriónico de las de Justin Bieber y Hailey Baldwin, Ariana Grande y su ex Pete Davidson o incluso de la de su hermana Kylie Jenner y el rapero Travis Scott. Nunca han posado ante los fotógrafos y en las redes sociales el contenido común puede contarse con cuentagotas. Sobre el idilio, solo Ellen DeGeneres logró que Kendall hablara al respecto para al menos confirmarlo. La discreción exhibida hasta el momento por dos ídolos internacionales como Jenner y Simmons, con el peso del apellido materno, las decenas de millones de seguidores y los multimillonarios contratos de imagen, se antoja casi como contracultural. “Me obsesiona su relación porque resulta extrañamente auténtica, refrescantemente realista y hasta un tanto torpe en el sentido de llegar a verme identificada”, escribe Lindsay Zoladz en The Ringer, proclamándoles de paso como los “príncipes adoptados de Nueva Jersey”.

La inclinación de los enamorados por dejarse ver en los centros comerciales de los suburbios en lugar de por los clubs nocturnos de Manhattan o Filadelfia es, según la revista W, la prueba definitiva de que la cultura del centro comercial ha regresado. “Puede que Amazon haya diezmado al pequeño y mediano comercio y que las redes sociales hayan puesto fin a la necesidad de los jóvenes de acudir a ellos para poder verse después de la escuela pero, por las buenas o por las malas, el centro comercial ha vuelto”. Con ganancias superiores a los 20 millones de euros, Kendall Jenner se ha erigido durante los dos últimos años como la maniquí mejor pagada sobre la tierra pero, si nos atenemos a sus propias declaraciones, no debería extrañarnos que después de los desfiles, viajes y eventos alrededor del mundo apueste por la prudencia en su día a día. “No me parezco a mi otras hermanas, que son como: ‘¡Esta soy yo y este es mi novio!’… Yo intento mantener un perfil bajo con los chicos, trato de escabullirme todo el tiempo”, sostenía en Vogue.

¿Cuál será el siguiente paso para esta reencarnación de extrarradio de Brangelina o los Beckham? Pese a que los rumores sobre una posible boda entre Kylie Jenner y Travis Scott son cada vez más reiterados, no parece que su hermana mayor vaya a lucir anillo de compromiso a corto plazo. “La cosa no es tan seria hasta el punto de llegar a comprometerse, pero están disfrutando de su relación y les encanta pasar tanto tiempo juntos como les es posible”, afirmaba una fuente cercana a la pareja al US Weekly. Solo deseamos que, de producirse, el enlace tenga lugar también en un salón de bodas corriente; de los de brocheta de dátil con bacon, mesa de quesos del mundo, solomillo al Oporto, photocall con pelucas de colores y un dj reacio a las peticiones de los presentes. Porque Bendall, como Hacienda, somos todos.

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