_
_
_
_
_

Isabel Allende: «He trabajado con y para mujeres toda mi vida»

La escritora en español más leída del mundo se define cuerda, disciplinada, razonable… «pero tengo una imaginación loca que me salva de todo».

Allende se considera feminista "incluso antes de conocer el término".
Allende se considera feminista "incluso antes de conocer el término".Mirta Rojo. Ilustración: Montse Tanús

«He trabajado con mujeres y para mujeres toda mi vida. ¿Cómo no van a ser las heroínas de mis novelas?». Sobre todo, las chilenas: «Son fuertes, solidarias, se ríen de sí mismas y de los hombres. A gritos, por supuesto…». La escritora ha pasado por Madrid para presentar su último libro Más allá del invierno (Plaza & Janés). Radiante, porque a los 75 está recién enamorada. «Por primera vez me siento absolutamente celebrada. Aunque tienes menos tiempo y vas apurada», ríe.

Avanza sin medias tintas que todo lo que ha aprendido en su vida «ha sido del esfuerzo y del dolor, empezando por el día en que, de niña, mi padre nos abandonó». También de la situación política de su país, y de sus dos divorcios, «que fueron sin un grito ni un portazo porque, si te has querido tanto… ¿para qué pelear?». Incluso de la muerte de su hija Paula se queda con una lección bonita: «En el año que estuvo en estado vegetativo tuve que ir desprendiéndome de todo: su alegría, su voz. Entendí que, al final, lo único que queda de todo lo que has hecho en la vida, es el amor. El que das».

Nunca se ha sentido más segura de sí misma que ahora. «Con 20 años eres desafiante, pero no sabes bien lo que quieres. Ahora no voy a peleas que te quitan la energía y no merecen la pena. A mí siempre me indignó, por ejemplo, cómo se trata a las mujeres y a las niñas en la sociedad patriarcal. Antes pataleaba de rabia. Ahora tengo una fundación para intentar ayudar a programas y organizaciones que trabajan en este sentido». Porque Isabel Allende siempre ha sido feminista. «Desde antes de conocer ese término. Imagínate, a los 5 años me di cuenta de que mi madre, que no tenía marido pero sí tres hijos, vivía de la caridad de su padre y hermanos, y no tenía derecho ni a dinero propio. Lo tenía que pedir. Pero hasta los 18 años no vi que existía un movimiento que luchaba contra todo esto».

Instalada «en una burbuja, en la parte más liberal de California», sueña con volver a Chile, donde aún viven sus padres. Pero estar cerca de su hijo, sus tres nietos, y sus amigos se lo impiden. «El exilio es muy doloroso. Abandonas todo lo que conoces». No acepta que la definan como una celebridad. «No soy una cantante de rock. Vendo libros. Vivo en una casa chiquita con mi perra. No hay glamour, solo trabajo». Pero está agradecida con la vida: «Mi abuela, que era vidente de verdad y loca como una cabra, me dijo que estaba marcada por la suerte. Y siempre lo he sentido así.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_