25 grandes iconos del cine que increíblemente nunca ganaron un Oscar

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Tom Cruise – Si estrellas tan taquilleras como Leonardo DiCaprio, Matthew McConaughey o Brad Pitt se han alzado en los últimos años con su primer Oscar, ¿cuándo llegará el momento de otro de los iconos del Hollywood del siglo XXI? Su tan histriónico como increíble trabajo en Magnolia debería haber paliado ya esa carencia.

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Marilyn Monroe – No hay premio, título o reconocimiento que pueda hacer honor a la influencia y el legado que dejó tras de sí Norma Jean Baker, pero que con películas como Los caballeros las prefieren rubias, La tentación vive arriba o Con faldas y a lo loco no fuera nominada jamás, evidencia la ceguera cultural de los académicos.

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Peter O’Toole – Antes de que Glenn Close igualara su honorable récord, este irlandés de magnéticos ojos azules que nos conquistó en Lawrence de Arabia consiguió la hazaña de ser el actor más veces candidato –hasta en ocho ocasiones– e irse descompuesto y sin galardón en todas ellas. Como enmienda a tal desaire, la Academia le otorgó el Oscar honorífico en 2003.

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Charlie Chaplin – Da igual que los premios decidieran no reseñar su legendario trabajo interpretativo, la leyenda de Chaplin va mucho más allá de una figura bañada en oro de 24 quilates. Así lo demostraron en la edición de 1972, cuando la Academia le entregó un Oscar honorífico que supuso el regreso del artista a Estados Unidos veinte años después y tras ser tachado de comunista durante la infame caza de brujas del Macartismo. El londinense disfrutó aquella noche de la mayor ovación de la historia de la gala: 12 minutos de aplausos ininterrumpidos para celebrar un mito.

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James Dean – La muerte prematura del mítico actor de Indiana, en un accidente automovilístico en 1955, nos privó de una de las apariciones más impactantes de la historia del cine. Aun así, Dean es el único intérprete que cuenta con dos nominaciones póstumas al Oscar, por Gigante y Al este del edén.

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Greta Garbo – La considerada como una de las primeras estrellas globales del séptimo arte presumió de no cultivar las relaciones públicas, tan importantes para este tipo de premios, optando por ser la diva más misteriosa e inaccesible de todo Hollywood. Tras no premiarla en las tres ocasiones en las que estuvo nominada, en 1954 recibió un Oscar honorífico que se negó a recoger en persona.

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Michelle Pfeiffer – Casi treinta años sin lograr siquiera ser nominada a un Oscar se antoja como una sequía alarmantemente injusta teniendo en cuenta que hablamos de una de caras más reconocibles del séptimo arte en las últimas décadas. Todo un icono de estilo que estuvo muy cerca de conseguirlo con películas como Las amistades peligrosas.

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Cary Grant – También al galán por antonomasia de la gran pantalla se le resistió año tras año su estatuilla. Fue nominado en dos ocasiones, pero tuvo que esperar hasta el año 1970 para que su amigo Frank Sinatra le otorgara un reconocimiento honorífico, apenas cuatro años después de su retiro voluntario del cine.

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Samuel L. Jackson – En la histórica pugna entre recibir el abrazo de los críticos o el cariño del público, el de Washington se ha decantado con claridad por la segunda opción. El actor más taquillero de todos los tiempos, gracias a su participación en las franquicias de Marvel o Star Wars, solo ha sido nominado en una ocasión: por su legendario papel de reparto en Pulp Fiction.

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Natalie Wood – Pocas pueden presumir de haber conseguido tres nominaciones al Oscar antes de cumplir 25 años, y por filmes tan transcendentales en la historia del séptimo arte como Rebelde sin causa y Esplendor en la hierba. Su carrera se vio interrumpida en 1981 por un fatal accidente en un yate que no ha sido nunca esclarecido.

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Ian McKellen – Conocido por su rol de Gandalf en El señor de los anillos y películas como Dioses y monstruos, el legendario actor británico tampoco ha conseguido el reconocimiento de los académicos. En 2016 se unió al debate sobre la falta de diversidad en el cine preguntándose por qué ningún intérprete abiertamente homosexual había ganado un Oscar hasta la fecha.

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Mia Farrow – Retirada del cine desde hace más de una década, la californiana cuenta con argumentos suficientes como para haber subido triunfante los escalones del escenario del Dolby Theatre: de La semilla del diablo a Hannah y sus hermanas, pasando por El gran Gatsby o La rosa púrpura del Cairo.

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Willem Dafoe – La ausencia del galardón dorado no ha minado en ápice el estatus de Dafoe como uno de los actores más estimulantes, arriesgados y talentosos de nuestro tiempo. Ha sido nominado en cuatro ocasiones: por Platoon, La sombra del vampiro, The Florida Project y Van Gogh, a las puertas de la eternidad.

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Sigourney Weaver – Con su Ellen Ripley la neoyorquina no solo creó a uno de los personajes femeninos definitorios de una generación, sino que cargó sobre sus hombros la construcción de un género en sí mismo. Pero ni Aliens ni Armas de mujer ni Gorilas en la niebla lograron que leyera un merecido discurso de agradecimiento sobre el escenario.

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Montgomery Clift – “Ni Greta Garbo ni Chaplin lo han ganado nunca, así que creo que el verdadero mérito es no tenerlo”, dijo en una ocasión este titán del Hollywood clásico sobre la ausencia de un Oscar en su salón. El protagonista de Río Rojo o De aquí a la eternidad falleció a los 45 años sumido en una espiral autodestructiva de adicciones tras desfigurarse el rostro en un accidente automovilístico.

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Richard Burton – Un gigante de la interpretación que se quedó con la miel en los labios hasta en siete ocasiones en el transcurso de 25 años entre nominaciones. Su trabajo en ¿Quién teme a Virginia Wolf? –que sí premió el de su apasionada compañera fuera y dentro de la pantalla, Elizabeth Taylor– o El espía que surgió del frío bien lo hubieran valido.

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Annette Bening – Desde su fulgurante aparición en la industria cinematográfica a principios de los noventa con Los timadores, la de Kansas se ha establecido como uno de los talentos de referencia en Hollywood. Una posición que no ha sido refrendada en la gran noche del cine internacional, que ha descartado premiar su trayectoria hasta en cuatro ocasiones. Una maldición compartida en el seno de su hogar.

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Warren Beatty – Porque el inseparable esposo de Bening, coprotagonista en Bugsy y a quien dio el ‘sí, quiero’ en 1992, tampoco ha conseguido ninguna estatuilla por su trabajo delante de la cámara. Sí se alzó con ella como cineasta gracias a Reds (Rojos).

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Albert Finney – El fallecimiento en 2019 de otro de los grandes maestros de las artes británicas nos obligó a recordar que el protagonista de Dos en la carretera, Asesinato en el Orient Express o Bajo el volcán no consiguió materializar ninguna de las cinco candidaturas a las que optó.

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Deborah Kerr – La filmografía de la escocesa es una de las más lustrosas de la historia del séptimo arte, habiendo dado vida a las protagonistas de los romances más pasionales jamás vistos. Acumuló hasta seis nominaciones infructíferas, algunas tan significativas como las de De aquí a la eternidad o El rey y yo.

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Ethan Hawke – Ni Training Day ni El reverendo ni Boyhood ni Gattaca. Todas las intentonas realizadas hasta ahora por una de las estrellas de culto del séptimo arte no han conseguido que la Academia sancione una de las filmografías más estimulantes de las últimas décadas.

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Angela Bassett – Una de las actrices pioneras y que más techos de cristal ha roto en cuestiones de discriminación racial en la meca del cine solo ha estado nominada en una ocasión, por su papel de Tina Turner en el biopic sobre la vida de la cantante que vio la luz en 1993.