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Vanesa Lorenzo, producto nacional

Su nombre aparece en la etiqueta de una línea de ropa confeccionada íntegramente en España y creada para satisfacer los deseos de un mercado «saturado de logos».

Vanesa Lorenzo

Llega a la cita corriendo, disculpándose por el retraso y con un abrigo en la mano. Un detalle curioso si tenemos en cuenta que el termómetro marca 38 grados. «Es un prototipo de la segunda colección», aclara Vanesa. La primera –para este invierno– la presentó hace seis meses en un loft en Madrid. No podía haber elegido un momento mejor. «La idea de la firma es volver a un producto que promueva un consumo más reflexivo, en el que los tejidos y la buena factura den un valor duradero a la prenda». Una propuesta oportuna en un mercado que, empujado por la situación económica, ha cambiado su concepto de exclusividad. «Europa está de vuelta del logo; hay una necesidad de regresar a un lujo en el que pese la calidad y no la marca». Su convicción se refleja también en el hecho de que decidiera no explotar su estatus de supermodelo como imagen de la firma. «No poner mi cara es un mensaje mucho más directo. Quiero que el producto hable por sí solo». Una filosofía del anonimato que comparte con las hermanas Olsen, a la sombra de The Row, firma con la que ganaron el premio CFDA a la mejor colección femenina de 2012. Tanto para las gemelas como para Vanesa Lorenzo, la decisión esconde cierto complejo. «Soy consciente de los prejuicios», confiesa. «Muchas marcas utilizan el diseñado por como estrategia de marketing, pero este proyecto es real». Suena a reivindicación.

Dejó en un segundo plano su trabajo como modelo (el que le dio fama mundial) y se matriculó en la universidad para estudiar Moda. «Quería tener las herramientas para diseñar de verdad», explica. Su colección debut, que estará a la venta en septiembre en la tienda Pez, en Madrid, y en Magnolia Antic, en Barcelona, no es una colección al uso, sino una selección de prendas muy distintas, cada una con una personalidad propia, y que en su conjunto forman un fondo de armario perfecto, capaz de vestir a diferentes mujeres –o a la misma, según su estado de ánimo–. «No seguimos el vaivén de las tendencias». Pero tampoco hablamos de básicos. «Sería mucho más fácil elegir una paleta de color o una década y crear una colección de 40 piezas inspirada en esa temática», afirma Raúl Marino, que trabaja junto a Vanesa en el equipo creativo. «No es ni el básico aburrido ni la tendencia efímera», aclara Vanesa. Los cimientos: «Líneas simples y materiales de calidad». De los dos años que llevó crear la primera colección, la elección de tejidos fue la tarea a la que dedicó más tiempo. Su herramienta: «El tacto». «Las fibras naturales tienen algo que el poliéster no te da». Faldas lady de seda salvaje, trajes masculinos en lana y alpaca, chaquetas reversibles de borrego y piel encerada. Todas las prendas respiran el «lujo silencioso» con el que define la firma, y en el que el diseño y el valor está «oculto en los detalles», como interiores forrados, costuras invisibles o cortes al tallo vivo.

Las líneas son limpias, clásicas y modernas a la vez, con reminiscencias de Jil Sander o Dries van Noten, un referente para la creadora no solo de diseño, sino de estructura empresarial. «Ha crecido mucho, pero sin prostituirse, como tantos otros». En ese sentido, la decisión de fabricar en España fue consciente y premeditada, no solo para promover la industria –«en un momento en que las empresas deberían hacer una reflexión al respecto»–, sino para recuperar el talento de nuestra artesanía. «La chica que nos hace la tricotosa es de Igualada y trabaja para Marni y Balenciaga; usamos pieles españolas, de los mismos curtidores que proveen a Louis Vuitton y Céline, trabajadas a mano en un taller de Barcelona», nos cuenta. «Solo quedan dos así». Es una apuesta firme por la calidad frente a la cantidad del made in China. Algo que solo encuentra en nuestro país. «Me sale más caro producir aquí que irme a Marruecos, pero el resultado es otro». Aunque su entusiasmo desprende un optimismo contagioso, Vanesa es consciente de la situación. «Mi intención es producir en España y exportar; hay mucho más consumo en el norte de Europa y Estados Unidos». Opening Ceremony y Barneys ya se han mostrado interesados. Tal vez pronto veamos su etiqueta en las grandes tiendas internacionales, pero por ahora la diseñadora prefiere «ir poco a poco, crear una empresa sólida y ver la respuesta del consumidor».

La modelo lleva blusa de plumeti de Zara (29,95 €) y gargantilla de strass de Hélène Zubeldia (243 €).

Bela Adler & Salvador Fresneda

Vanesa con triquini de Andres Sarda (165 €), gafas de sol de Gucci (260 €) y brazaletes de oro con cristales de Swarovski de Hélène Zubeldia (c. p. v.).

Bèla Adler y Salvador Fresneda

Bèla Adler y Salvador Fresneda

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