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Twiggy: «Cara Delevingne se parece a mí, es muy divertida»

Fue el icono que definió la revolución estética de los años 60. Casi cinco décadas después, la británica vuelve como diseñadora de una línea de ropa «sin edad»

Twiggy

Twiggy, la verdadera, no es esa criatura lánguida que retrató el espíritu del swinging London. En vivo tiene la carcajada fácil y responde con la rapidez de una metralleta. Es un terremoto. A pesar de que haya cambiado los trajes mod por los leggings de cuero y tenga algún que otro achaque de espalda, al verla, una continúa imaginando a esa adolescente flaca y pecosa que en cuatro años se coronó como la primera supermodelo internacional. Nació hace 65 años como Lesley Hornby, pero aún hoy todo el mundo la llama Twiggy («ramita» en inglés) o Twigs. La que fuera nombrada «el rostro de 1966» dejó la moda con el cambio de década y solo retornó de su retiro voluntario en 1993, tras una petición de Steven Meisel para una sesión para Vogue Italia. Hoy disfruta de una madurez de lo más ajetreada. Su aparición en las campañas publicitarias de Marks & Spencer disparó las ventas de la cadena británica y desde hace dos años capitaliza su éxito con una línea de ropa para la marca a la venta en marksandspencer.es.

Existen ya muchas líneas de moda asociadas con un nombre famoso. ¿Por qué se decidió a crear la suya?

Soy la menor de tres hermanas y todas aprendimos a coser (en mi infancia a los niños no se les compraba la ropa). Cuando crecí, empecé a diseñar mis propias prendas porque era mod y teníamos que llevar estilismos muy particulares que no se encontraban en las tiendas. Se convirtió en mi pasión y mi intención era estudiar Diseño, pero alguien, allí arriba, me tenía otros planes preparados y ese interés quedó aparcado.

Tuvo la culpa un corte de pelo…

Alguien se fijó en mí, quiso hacerme fotos, me cortaron el pelo para la sesión, la editora de moda del Daily Express vio la instantánea en la peluquería y bla, bla, bla… He contado esa historia tantas veces que me aburro hasta a mí misma.

Cazadora de ante, jeggings Sculpt & Lift y botines con tachuelas, todo de Twiggy para M&S Collection.

Brian Aris

Muchas de las piezas de su colección, como los leggings de cuero y la cazadora perfecto de colores, forman parte de su vestuario personal. ¿La moda tiene edad?

Odio esa idea. Es lo primero que le dije a mi equipo en Marks & Spencer.

¿Sigue poniéndose minifaldas?

Ya no. Llevo muchos pantalones, siempre me han gustado las prendas de corte masculino. Probablemente mi estilo venga marcado por mi propio cuerpo, sin demasiadas curvas.

Hablando de su silueta, su delgadez no se correspondía con los cánones de la época en la que triunfó. ¿La criticaron mucho?

¡Entonces ya me culpaban de promover la anorexia! He sido muy flaca, aunque la verdad es que siempre he comido bien y mucho. Me encanta cocinar. ¡Qué le voy a hacer! Salí a mi padre, que era muy esbelto. Sin embargo, no todas las chicas son delgadas de forma natural y reciben presiones por parte de la industria. Las grandes agencias lo tienen presente e intentan prevenir los desórdenes alimenticios, pero hay que seguir tratando el tema en público. Es un asunto muy serio.

¿Cómo asimiló ser la top más famosa cuando aún no había alcanzado la mayoría de edad?

Pensé que el mundo se había vuelto loco. No asumía que eso me estaba pasando a mí. Yo me veía rara, con aspecto de pollito, con ese corte de pelo, las piernas largas y esas pestañas…

Blusa con encaje, pantalón pitillo y zapatos de ante, todo de Twiggy para M&S Collection.

Brian Aris

La suerte de aquellos tiempos era que no existían los móviles ni las redes sociales. Podría estar tranquila de vez en cuando.

La verdad es que me hace mucha gracia que los jóvenes famosos se pasen el día haciéndose selfies. El otro día estaba comiendo con una amiga en Nueva York y le sacó una foto a la cena. Sinceramente, yo prefiero comérmela.

En su juventud, las chicas de su edad debían estar en casa a las 10. Sin embargo, usted ya viajaba sola. Ayudó a la liberación femenina.

Bueno, mi familia también era muy estricta. No querían que fuera sola por ahí, pero mi padre tenía que trabajar y a mi madre no le gustaba viajar. Así que pusieron como condición que mi novio, Justin de Villeneuve, que luego fue fotógrafo, fuera mi acompañante. De todas maneras, se tiene una imagen de los 60 un poco distorsionada. En la supuesta década del sexo, las drogas y el rock and roll, yo era, en realidad, muy inocente. A los 17 años aún pedía Coca-Cola en lugar de vino para cenar, incluso cuando estaba en París. En aquellos tiempos, en Inglaterra no había vino en las tiendas y la clase trabajadora no bebía alcohol. En mi casa se tomaba té y, solo en Navidad, mi padre se servía una cerveza y mi madre una copita de jerez dulce.

Usted formó parte, junto a fotógrafos como David Bailey, Terence Donovan y Brian Duffy, de la primera generación de jóvenes británicos de clase obrera que aparecía en las revistas de moda y las páginas de sociedad.

De repente se puso de moda ser de clase obrera. Me topaba con actores de alta alcurnia que imitaban nuestro acento callejero. Incluso ahora, los príncipes Guillermo y Enrique no hablan igual que su abuela.

La top en la edición de Vogue USA de marzo de 1967

Bert Stern

Hoy en día, sin embargo, más de 40 años después, los jóvenes no parecen tener las mismas oportunidades.

Actualmente hay que tener mucho dinero para vivir en una gran ciudad. Mi hija Carly –diseñadora de estampados para Stella McCartney– y mi hijastro están en la treintena y tienen buenos puestos de trabajo, pero aun así la vida para ellos es dura. Me dan lástima los jóvenes de hoy, porque lo están pasando mal. No hay casi empleo y la vivienda es prohibitiva. En Londres no pueden comprarse un piso a no ser que reciban ayuda de sus padres o trabajen en la banca. Es terrible, alguien tiene que hacer algo, porque a este paso el centro estará solo lleno de viejos y extranjeros ricos que adquieren casas como inversión y las dejan vacías. El barrio de Chelsea es ahora muy aburrido, justo al contrario de cuando yo lo disfrutaba. Es muy triste.

Trabajó con algunos de los fotógrafos de moda más importantes del siglo XX, como Avedon, Cecil Beaton, Helmut Newton o Guy Bourdin. ¿Cómo lo recuerda?

Las modelos de fotografía no desfilábamos, éramos así de esnobs. Así fue hasta que Versace subió a las tops a la pasarela. Mi fotógrafo favorito era Avedon. Él fue el único que no me inmortalizó como una adolescente chiflada. Me retrató como una mujer. ¿Qué otras personas marcaron su carrera? Estaré eternamente agradecida a Diana Vreeland, la Anna Wintour de aquella época. Cambió mi vida, porque me hizo famosa en Estados Unidos. De no ser por ella probablemente yo hubiera sido una celebridad británica local. Cuando la conocí, me asustó de muerte. Yo era muy joven y poco sofisticada y me encontré con esta mujer que parecía Cruella de Vil, vestida de negro y con los labios rojos. Pero fue maravillosa conmigo. Otra de las personas clave en mi carrera fue el director Ken Russell, un genio loco, quien confió en mí para hacer la película musical The Boy Friend. Me hizo dejar la moda. Grabé discos, actué en Broadway y gané dos Globos de Oro.

¿Le tiene menos cariño a su época de modelo que a la de actriz?

No me avergüenzo de lo que viví, fue increíble y me ayudó a estar donde estoy, pero no tuve nada que ver en ello ni lo busqué. Fue suerte y mi físico hizo el trabajo por mí. Me siento más orgullosa de mi trabajo como actriz y cantante, porque supuso un reto. Fue el momento más feliz de mi vida en lo que respecta a mi carrera.

Twiggy posando frente a varias de sus míticas portadas (1965).

Cordon Press

¿Le cansa que le pregunten por tiempos pasados?

A menudo me río de ese tema junto con uno de mis mejores amigos, Paul McCartney. Él ha aprendido a aceptar que su trabajo con The Beatles es lo que le ha hecho más popular y por lo que el gran público le conoce. A mí se me hace muy pesado hablar sobre otras épocas, pero acepto que es parte de mí y que a la gente pueda interesarle.

En todos estos años, ¿no se ha sentido tentada de recurrir a la cirugía estética?

Por ahora no me he operado. Es algo que me provoca aprensión, pero puede que lo haga si en algún momento me asusto al mirarme en el espejo. Aunque lo cierto es que algunos retoques no hacen parecer más joven. Dios me ha dado una cara que ha aguantado bien el paso del tiempo, me cuido razonablemente, tengo un marido encantador al que le gusto como soy, disfruto de mi familia… Ser feliz también es importante para conservar un buen aspecto. En el sector artístico, la gente se preocupa demasiado por lo superfluo. Los actores y modelos están obsesionados consigo mismos.

Usted, como Kate Moss, ha llegado a definir una época. ¿Qué tiene Reino Unido para conseguir dar al mundo tantos iconos de moda?

Yo creo que nuestra virtud es no parecernos a nadie y ser un poco excéntricas. En mi caso, la diferencia es lo que me hizo triunfar. Kate Moss es fantástica y única. Las modelos brasileñas son tan guapas que cortan la respiración, sin embargo nosotras no seguimos los cánones tradicionales. Nuestro gancho es ser especiales.

¿Existe en la actualidad alguna modelo que le recuerde a usted de joven?

Sí, Cara Delevingne, por su actitud. Es una mujer particularmente divertida.

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