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Taylor Schilling: «Si no fuera actriz, habría sido periodista»

Durante una charla distendida en Madrid –la única que concedió a un medio–, la protagonista de ‘Orange is the New Black’ nos explica cómo busca la autenticidad lejos de los estándares de Hollywood.

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A los 10 años de edad tuvo una epifanía, vio muy claro su futuro: después de una audición escolar para la obra de teatro El violinista en el tejado, supo que iba a convertirse en actriz. «Si no, seguramente habría sido periodista. Me parecía muy interesante viajar y escribir las historias de la gente, hablar sobre lo que pasaba en el mundo. Es curioso, las dos profesiones se parecen, tienen varios puntos en común», explica Taylor Schilling. La protagonista de Orange is the New Black asegura que también le gusta escribir, aunque no lo hace muy a menudo –«No soy constante», se lamenta–. Eso sí, es una ávida lectora, sobre todo de poesía (sus autores preferidos son Rainer Maria Rilke, Walt Whitman y William Blake). Ha viajado a Madrid, para el lanzamiento de la plataforma televisiva online Netflix, con un par de libros en su equipaje: Resurgir, de Margaret Atwood, y un compendio de los ensayos de Joseph Campbell, experto en mitología y religiones. El lema de Campbell era «Persigue tu felicidad», y Schilling parece estar en ese momento: habla pausadamente, sonríe enigmática.

El pasado 27 de julio cumplió 30 años. «No he sentido ninguna crisis por la edad. Me sigo viendo muy joven, pero no como una niña; me considero una persona adulta, creo que ahora soy mi yo real», afirma esta chica de Boston, hija –casualidades de la vida– de un exfiscal del Departamento de Prisiones y una administrativa del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT, en sus siglas en inglés). Y sostiene que, en parte, su personaje en la serie, Piper Chapman (una joven acomodada que acaba en una cárcel femenina por tráfico de drogas), la ha ayudado a encontrar el camino.

¿Qué es lo que más le interesa de Orange is the New Black?

Lo dinámico que es el personaje de Piper. La hemos visto comprometida con un hombre, pero también abierta a otro tipo de relaciones, me interesa muchísimo su evolución. El guión de la serie me atrapó desde el principio. Y el grupo de actrices que iba a participar en ella me pareció totalmente atractivo. Mi sexto sentido me decía que este proyecto iba a ser especial.

¿Cómo ha cambiado su vida?

Ha abierto puertas, mostrándome posibilidades. El personaje me ha enseñado mucho sobre mí misma. He aprendido, porque la persona a la que interpreto también está viviendo un viaje. Es una experiencia que me ha cambiado.

Estar en prisión hace que Piper se cuestione muchas cosas: la comodidad de su vida, su sexualidad… ¿Comparte sus dudas?

Absolutamente. Ella siempre está buscando, planteándose preguntas e intentando hacer lo mejor. A veces se encuentra al límite. Yo también me planteo muchas dudas, y creo que soy la única que puede darles respuesta.

Orange is the New Black fue pionera por su forma de tratar a las mujeres y su diversidad: en ella hay transexuales, lesbianas, se habla sin tapujos, no existen tabúes…

Creo que este tipo de proyectos ofrecen mayor libertad creativa y nos muestran de una forma diferente a como se había hecho con anterioridad en la televisión. La serie resulta interesante porque refleja la realidad, es intrigante porque las féminas ven en ella facetas desconocidas de sí mismas y los hombres descubren aspectos que no pensaban que existieran de las chicas que conocen. Las vidas de los personajes, su físico y su idiosincrasia no están endulzados ni pulidos para encajar en los estándares de Hollywood. Todo está hecho con mayor autenticidad.

Jenji Kohan es la creadora, Jodie Foster ha dirigido algunos capítulos. ¿Las mejores ideas están ahora en televisión?

Hay una gran libertad que no se da en el cine.

Junto a personalidades como Meryl Streep, usted apoya la Equal Rights Amendment (ERA), una enmienda constitucional para impulsar la igualdad de género en Estados Unidos. ¿Cree que ha tenido las mismas oportunidades que el resto de sus compañeros o siente que por ser mujer le ha ido peor, como ha criticado Jennifer Lawrence?

Ella está en un mundo diferente al que yo vivo: es una estrella de la industria cinematográfica. Aunque la disparidad de ingresos entre mujeres y hombres está bien documentada, no es una invención, se trata de un fenómeno que ocurre en todos los ámbitos y afecta a muchas familias. Poco a poco vamos rompiendo barreras, aunque es cierto que en algunas cosas Hollywood es como un club de chicos.

¿Y siente que encaja en ese club?

Honestamente, no creo que encaje en ningún club [risas]… No existe uno en el que se me pueda encasillar.

TODO AL NEGRO

Repantigada en la butaca, la actriz juguetea con su móvil y se muestra relajada en la única entrevista exclusiva que concede en Madrid. Reconoce que está agotada por el viaje –que no acaba en la capital, al día siguiente vuela a Milán para seguir con la promoción del canal– y algo acatarrada. Pide un chicle como si lo necesitara para mantenerse despierta (lo consigue: le traen varios paquetes de menta y fresa; elige la menta y mastica uno tras otro mostrando su dentadura perfecta).

Pese al cansancio, cuando acaba la entrevista se pone un jersey, vaqueros y zapatillas –de negro riguroso; dice que no es algo intencionado, pero suele apostar por looks monocromáticos, y el total black prima en su armario– y aprovecha para dar un paseo. Visita El Retiro y saca fotos con el teléfono junto al lago, como una turista más. Reconoce que se cuida sin pasarse –«Evito el azúcar. No me obsesiono con el ejercicio, pero me hace sentir bien. Si lo hago, estoy muchísimo mejor»–. Y cuando se le pregunta por sus planes, prefiere mostrarse cauta. No alude directamente a su pareja, Carrie Brownstein –feminista, cantante de Sleater-Kinney y creadora de la serie Portlandia–, pero tampoco evita aparecer con ella en público.

En su última película, The Overnight (que protagoniza junto a Jason Schwartzman y Adam Scott), interpreta a una mujer que busca nuevas emociones tras mudarse de ciudad con su marido. En su vida, ¿ha llegado el momento de tomar decisiones adultas, como ser madre, o dar un paso más con su pareja?

No tengo ni idea, quiero ver a dónde me conduce esto, especialmente en mi relación personal, no quiero tomar decisiones rápidas, deseo seguir expandiéndome. También en mi trabajo.

¿Y qué proyectos tiene?

Hay un par de películas sobre la mesa, pero estoy centrada en el rodaje de la cuarta temporada de la serie.

¿Hay algo que le gustaría cambiar de su trabajo, alguna parte mala?

Es difícil decir que mi trabajo tiene algo malo, porque siento que soy muy afortunada. Lo mejor de todo es que puedo cambiar constantemente y meterme en diferentes vidas.

Y no todo es delante de una cámara. En enero protagonizó A Month In The Country, de Turgenev, con Peter Dinklage (Tyrion Lannister en Juego de tronos) en el circuito Off Broadway. ¿Necesitaba un respiro?

Quería descansar de la televisión. Creo que es importante subirte al escenario después de haber hecho bastante tele. Me gusta mezclar medios, interpretar distintos papeles… Hay que mantener activa la musculatura de la actuación.

Vestirse de época tuvo que ser todo un alivio, ¿no está cansada de llevar el uniforme de la prisión de Litchfield todo el rato?

Es divertido, me sigue pareciendo cómodo, todavía no me cansa.

Pero sobre la alfombra roja se desquita, le gusta arriesgar.

Amo a Peter Pilotto. También suelo elegir a Thakoon, Proenza Schouler, Opening Ceremony, Stella McCartney… Me gusta sentir cosas diferentes cuando me arreglo: unas veces quiero verme poderosa, fuerte; otras pretendo ser radicalmente sexy. Me encanta elegir mi ropa, pero soy muy voluble: en algunas ocasiones paso muchísimo tiempo decidiendo qué ponerme, y en otras elijo vaqueros y una camiseta y me pongo solamente eso una y otra vez, sin tener que pensar mucho.

Tiene porte de modelo, ¿ha sido la altura también un problema?

Sí, cuando estaba creciendo me sentía incómoda a causa de mi estatura, a veces me hacía sentir muy fuera de lugar, pero ahora me encanta ser alta, creo que es un valor, he llegado a acostumbrarme a ella. Me gusta como soy.

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