_
_
_
_
_

Taylor Schilling: «Me encanta llevar el uniforme carcelario»

El nuevo fenómeno televisivo tiene un nombre, The Orange is the New Black, y una protagonista entre rejas, ella.

Taylor Schilling

Su trayectoria es corta, pero firme. Aunque ha participado en algún proyecto cinematográfico interesante (Argo, de Ben Affleck) o comercial (Cuando te encuentre, junto a Zac Efron), a Taylor Schilling el golpe de suerte le ha llegado en la televisión. Esta actriz de Boston de 29 años, adicta al yoga, los paseos por Central Park y los blazers, es la estrella de The Orange is the New Black (recién estrenada en Canal +). Una serie con legiones de seguidores basada en la autobiografía escrita por Piper Kerman, que cuenta las peripecias de una pija de Brooklyn quien, a punto de casarse con su novio (Jason Biggs), acaba en prisión por haber hecho de correo a su examante lesbiana narcotraficante (sí, todo eso). Ya se perfila como candidata de peso a los Globos de Oro y tiene prevista su segunda temporada para 2014. Schilling confiesa que es fácil empatizar con las historias personales (divertidas y traumáticas, irónicas la mayoría) del grupo de presidiarias con las que se relaciona en prisión, aunque su vida «es mucho más simple».

¿Qué le atrajo del personaje?

Mi anterior paso por televisión fue duro [se refiere al melodrama Mercy, de NBC] y no estaba segura de repetir. Pero soy una gran fan de Jenji [Kohan, creadora de la serie], así que leí el guión. Me impresionó que una mujer fuera el punto fuerte de la historia y me encantó que estuviera basada en hechos reales. No lo pensé. Estaba dispuesta a hacer lo que fuese para formar parte de ello.

¿Qué diferencia ha supuesto la experiencia con Netflix [la plataforma virtual que apostó por la serie] en contraposición a la televisión tradicional?

Fue genial no tener a nadie hablando de números ni audiencias. Los productores estaban entusiasmados con el proyecto y querían compartirlo. 

Cordon Press

¿Fue liberador llevar el uniforme de reclusa cada día? 

Me encanta. La gente me decía: «¡Llevas el mismo traje naranja durante siete meses!»; pero fue genial. Como actriz, me resulta divertido sumergirme de lleno en algo como interpretar algún periodo histórico bonito. Esto era igual de extremo. Supuso alejarme 180º de mi propia vida. Y me gusta no tener que pensar en qué me pongo cada día. En el instituto quería llevar uniforme y nunca pude. 

¿Qué le sorprendió más de la experiencia carcelaria? 

Había muchas cosas en las que nunca había pensado, como lo ruidosa que es una prisión. Tampoco había pensado en que las luces nunca se apagan, así que jamás descansas realmente. Ni en lo intenso que es que te estén vigilando todo el tiempo.

Al principio de la serie, se habla mucho del exterior…

Piper es como un pez fuera del agua. Está aprendiendo lo más práctico: cómo hacer la cama, dónde conseguir comida, en quién confiar y en quién no. A medida que avanza la trama, aparece su renovación interior. Ella se ve forzada a mirarse, no puede huir de quien es realmente. Sin revelar mucho, creo que empieza a entender que la vida que llevaba antes no era tan auténtica como pensaba. En ese sentido, necesita estar entre rejas para encontrar la libertad de saber quién es. 

Hay escenas de sexo muy explícitas. ¿Fue difícil interpretarlas?

No todos los desnudos son sexuales, algunos son muy crudos. Y yo nunca había hecho algo así. Pero valió la pena porque creo en la historia.

Regístrate gratis para seguir leyendo

Si tienes cuenta en EL PAÍS, puedes utilizarla para identificarte
_

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_