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Rosa María Calaf: «Tengo un blusón enmarcado en mi salón»

Abrir su armario es viajar por los países que ha recorrido. «La corresponsal del pelo rojo» cautivó al público con su información y su imagen.

Rosa Calaf
El País

Ha recorrido el mundo entero como corresponsal, ganándose el respeto de la profesión y de las audiencias. Rosa María Calaf es La Calaf, y al escuchar su nombre uno piensa que están a punto de contarle –muy bien– algo importante. Dice que va de compras poco en los viajes porque no tiene tiempo y por no ser ninguna fanática del shopping. Incluso se resiste a las rebajas, reconoce que se pone «muy nerviosa».

Usted que no para, ¿qué recomienda vestir para viajar en avión?

Yo uso ropa cómoda, pantalones de punto, ajustados o sueltos. Camisa holgada, jersey y un pañuelo a mano para defenderme del aire acondicionado.

Ha recorrido el mundo entero. Habrá hecho adquisiciones interesantes.

No me gusta ir de compras, pero sí tener cosas típicas del lugar. Por ejemplo… De Panamá me traje una mola, que es una tela fabricada por las mujeres kuna con retales de colores. Me hice un blusón que nunca he usado. Ahora está enmarcado en mi salón, como la obra de arte que es.

Pues cuénteme algo que sí se haya puesto.

En un mercado de Mali, encontré esos vestidos de tela ligerísima que usan allí y que son perfectos para las altas temperaturas, con manga larga por si aprieta demasiado el sol.

Ha vivido mucho tiempo en Asia. Confiese que adquirió alguna falsificación.

Sí, y no lo digo orgullosa. No estoy a favor de ningún tipo de pirateo. Pero allí las copias te rodean. Me compré una par de bolsos cuyos originales tienen precios disparatados. Giorgio Armani me dijo que no le preocupaban las imitaciones: el que puede lucir el real no se conforma con el falso, y el que tiene el falso no puede permitirse el original. Yo estoy en el segundo caso.

¿Dónde consigue su ropa?

En un par de tiendas que tengo cerca de casa. También en Armand Basi o en Max Mara, que además me hacen buenos descuentos.

¿Qué es lo que mejor le sienta?

Los escotes abiertos y en pico. Estoy contenta con mi cuello y con mis hombros, así que procuro enseñarlos.

Un capricho…

Los zapatos. Me encantan, tengo como 70 pares. Casi todos planos.

¿Sus preferidos?

Unas bailarinas de Milán, de ante negro con los labios de Dalí incrustados en piel de color rojo. He intentado encontrar un repuesto e incluso que en Pekín me hiciesen otras, pero les salió un churro.

Se sintió maravillosa…

En la entrega de los Oscar, cuando era corresponsal en Nueva York. Llevaba un vestido que me había hecho con una tela roja comprada en la India, que iba degradándose por todos los matices. Me pintó el maquillador de la gala por mediación del corresponsal Guillermo de Mulder. Estaba rara, pero me encontré muy bien.

¿Hay en su armario algo con valor sentimental?

Dos vestidos negros de crepé de China que pertenecieron a mi abuela. Me los he puesto mucho. Y un camisón de mi madre que he usado en verano como un vestido ibicenco.

Un regalo que le haya hecho ilusión…

Esta mañana me han mandado unos Panama Jack… Pero considero especial una flor de tela pintada a mano que me dio la embajadora Pilar Fuertes, que desgraciadamente falleció hace unos meses.

Su última compra…

Acabo de regresar de Alaska con unos mocasines indios auténticos.

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