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Rita Moreno, la leyenda de ‘West Side Story’: «Llegué a odiar ser hispana. O te miraban mal o eras una bomba sexual»

El documental ‘Rita Moreno: Just A Girl Who Decided to Go for It’, estrenado en Sundance, recorre la vida de esta pionera que a sus 90 años volverá a ‘West Side Story’.

Rita Moreno en 1955.
Rita Moreno en 1955.Getty (Getty Images)

Su madre la llamaba “mi muñequita” y le diseñaba vestidos a medida. Y hasta hace poco más de una década, el resto de su vida, Rosita Dolores Alverío Marcano, Rita Moreno, estuvo vistiendo y transformándose en lo que otros esperaban o querían de ella. Hasta llegar casi a los 80 años, en 2010, tras la muerte de su marido durante 45 años, Leonard Gordon, esta mujer se sintió atrapada en la imagen que los demás tenían de ella, en las exigencias que los demás le hacían. Si ahora vive una edad dorada no es solo por un show de relativo éxito (Día a día, en Netflix), divertidos cameos (Jane the Virgin, Grace and Frankie) o sus fantásticas apariciones en premios que ya tardaban en llegar, es porque, por fin, es ella misma.

Así acaba el documental Rita Moreno: Just A Girl Who Decided to Go for It, estrenado en el Festival de Sundance y dirigido por la puertorriqueña Mariem Pérez Riera. La propia Rita Moreno reconoce, mirando fijamente a la cámara, que su felicidad y actitud actuales ante la vida son las que han hecho despegar su carrera de un modo que llevaba más de siete décadas esperando.

Rita Moreno (en el centro de la imagen) en ‘West Side Story’.
Rita Moreno (en el centro de la imagen) en ‘West Side Story’.Getty (Getty Images)

Nacida en Humacao, Puerto Rico, tenía cinco años cuando su madre se la llevó a Nueva York. No volvió a ver a su hermano y al entrar en la Gran Manzana tuvo la sensación contraria a la que vivió Dorothy al llegar a Oz. Aquella ciudad le pareció y fue un sitio horrible durante su infancia y adolescencia. “Crecí pensando que no valía mucho”, reconoce, por la indiferencia de la gente o la atención no reclamada en forma de piropos machistas. Las clases de baile español fueron su huida y el ingreso familiar. Dejó el colegio a los 15 años para bailar en clubes y tardó poco en descubrirla un ojeador de la Metro-Goldwyn-Mayer que le consiguió una cita con el capo del estudio, Louis B. Mayer. Allí fue Rosita, al ático del hotel Waldorf-Astoria, vestida por su madre como una joven Liz Taylor, porque no tenía referentes como ella. Al menos Liz Taylor era de su edad. Y lo clavaron: “Se parece a una Liz Taylor española”, gritó Mayer y la metieron en plantilla.

Su papel de Anita le valió el Oscar. En la imagen, junto a Natalie Wood en ‘West Side Story’.
Su papel de Anita le valió el Oscar. En la imagen, junto a Natalie Wood en ‘West Side Story’.Getty (FilmPublicityArchive/United Arch)

“Así es esto: te dejas el culo trabajando y de pronto solo necesitas una conexión con alguien”, suelta Moreno en el documental, hablando del papel que juega la suerte en Hollywood. Ella lo sabe bien porque se pasó los siguientes años trabajando sin parar: aceptando todos los papeles de “mujer isleña” que le ofrecían. Siempre lo mismo: podía ser india, egipcia, polinesia, mexicana… Le oscurecían la cara para que pareciera más negra y ella ponía lo que acabó llamando “el acento étnico”, el mismo para la nacionalidad que fuera, nadie le decía nada, porque eran siempre personajes secundarios, mujeres analfabetas…

“Llegué a odiar ser hispana porque no era algo bueno: o te miraban por encima del hombro o eras un objeto sexual”, explica en el filme. La cosificación y abuso las vivía, sobre todo, detrás de cámara: su agente la violó. “Y lo peor es que seguí con él porque era el único que me estaba ayudando. Así de poco me quería a mí misma”, dice.

Rita Moreno, en 1955.
Rita Moreno, en 1955.Silver Screen Collection/Getty Images (Getty Images)

El primero que le dijo que necesitaba terapia fue Marlon Brando. Con el actor mantuvo una relación de casi ocho años, por la que Moreno sí que acabó necesitando terapia: se quedó embarazada y Brando la mandó a abortar ilegalmente, casi murió y después intentó suicidarse. Eso pasaba un año antes de que ganara el Oscar por su Anita en West Side Story, su heroína. “Mi primer referente, una latina orgullosa y con dignidad por serlo”. Pero el Oscar fue su alegría y su maldición, siete años estuvo sin trabajar. La televisión y el teatro la rescataron y un matrimonio que parecía idílico hasta que, como confiesa por primera vez en el documental, no lo fue, pero no tuvo nunca el valor de abandonarlo.

Por el documental aparecen otros latinos, estrellas de Hollywood, amigos: Eva Longoria, Lin-Manuel Miranda, Gloria Estefan, Whoopi Goldberg… Mujeres y latinos que le reconocen su mérito profesional y activista porque fue la primera que se plantó ante los estereotipos de la pantalla. “Una podría preguntarse hasta dónde habría llegado Rita Moreno si no hubiera tenido todas esas limitaciones de raza y género”, dice la directora del documental. Y se nota en una Rita Moreno, que aparece sin maquillaje, sin sus pelucas, que trabaja largas jornadas y prepara sola su fiesta de cumpleaños, que aún tiene cierta melancolía por lo que pudo haber sido, aunque no se arrepiente porque fue a por ello y lo ha conseguido. El círculo se cierra ahora con su papel creado para ella en la nueva West Side Story, de Steven Spielberg. “Tengo 89 años, sigo aquí, mi cabeza funciona… Estoy viviendo mi mejor momento”, repetía en la charla después del estreno virtual del filme. “Tengo un documental sobre mi vida, salgo en un remake de West Side Story, una historia que ha tenido un éxito enorme”. Lo único que le preocupa a Rita Moreno ahora es no llegar a ver ese estreno. “El otro día llamé a Spielberg preocupada: ‘Steeeven, ¿cuándo se va a estrenar la película? Steven, que voy a cumplir 90’. Y él me dijo que no tendría 90, porque la película se estrenará el día antes de que los cumpla, el 10 de diciembre”.

Rita Moreno en 2020.
Rita Moreno en 2020.Getty (FilmMagic)

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