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¿Quién es esta mujer que se parece a Martirio?

Su blog de moda cumple 10 años convertido en referencia global. Diane Pernet analiza las últimas transformaciones de un sector que, para ella, corre el peligro de convertirse solo en negocio.

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¿De qué planeta viene Diane Pernet? Nadie sabría decirlo con precisión. Cuando pasea por las calles de su barrio parisino, algunos niños la llaman «bruja». Otros la confunden con Morticia Addams, un parecido que no le disgusta del todo. «Lo más gracioso que me ha pasado es que me pregunten a qué secta pertenezco», afirma Pernet, personalidad indispensable de la moda parisina que fundó, 10 años atrás, uno de los primeros blogs de estilo, A Shaded View on Fashion (ASVOF), que luego terminaría originando el reputado festival de fashion films que ella misma dirige. Dice no haber celebrado la efeméride. «Mi equipo es muy pequeño. No tengo tiempo ni de organizar una fiesta», relata desde uno de los salones de Les Bains, antiguo club de moda reconvertido en hotel de lujo.

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A estas alturas, su silueta se ha vuelto inconfundible: sempiterna mantilla sin peineta, pelo elevado hasta la cúspide, falda negra cubriendo los tobillos y gafas oscuras que agravan el respeto que suele imponer. ¿Qué dice este atuendo sobre su persona? «Que soy auténtica», responde. «Las tendencias no me importan lo más mínimo. Me gusta el negro, porque da poder y fortaleza, aunque últimamente haya necesitado un poco de centelleo. Tal vez sea por el terrorismo…», sonríe esta mujer de voz ronca y humor cáustico. Si viste así, ¿no es también para intimidar un poco? «Sí, tiene razón. Soy una persona abierta y cálida, pero me gusta marcar cierta distancia. Seré estadounidense, pero realmente odio que la gente se me acerque y me dé un abrazo».

Seguro que a la comunidad ‘wooly’ le interesan estos estilismos de pasarela que la británica Sibling ideó en 2014.
Seguro que a la comunidad ‘wooly’ le interesan estos estilismos de pasarela que la británica Sibling ideó en 2014.Getty

Pernet nació en un momento indeterminado del siglo pasado en Washington, hija de un fabricante de mapas y de una ceramista bohemia. «No me enseñaron nada sobre moda. Todo lo que sé lo aprendí del cine», asegura. Creció en un barrio pudiente de Filadelfia, pese a tener menos dinero que sus vecinos. «Siempre me preguntaba por qué nosotros no teníamos piscina ni nos íbamos de vacaciones a sitios caros. Fui bastante esnob, pese a no tener ninguna razón para ello».

Pernet fue una adolescente «muy clásica», que vestía de una forma conservadora para demostrar «que seguía siendo virgen». Al final de la adolescencia se aficionó «al glam rock, el brillo y la purpurina» y decidió mudarse a Nueva York para empezar una carrera como fotógrafa y diseñadora de moda. «Entendí que prefería ser un pez pequeño en un gran estanque que lo contrario», recuerda.

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Pasó 13 años en el West Village, hasta que a finales de los 80 decidió que quería marcharse. «Fue mala época para vivir en Nueva York. El 80% de mis vecinos se estaban muriendo de Sida, los mendigos se amontonaban en las aceras y el crimen era épico», rememora. Cuando tuvo que elegir nuevo destino, supo que quería otra capital de la moda. Pero ni Londres ni Milán le atraían lo más mínimo. Escogió París por eliminación. «Nunca he sido francófila. Ni siquiera me gusta su comida y los parisinos están locos de atar. Pero en esta ciudad soy feliz. En el fondo, me gusta sentirme extranjera», explica.

Pernet fundó su blog con la intención de que la moda se volviera más democrática. Diez años más tarde, gracias al poder de las redes, lo considera misión cumplida. «Si la música o el cine son para todo el mundo, ¿por qué la moda no podía serlo? Cuando los diseñadores intentan volver al tiempo en que invitaban a 50 personas a sus desfiles, como hizo Tom Ford, se dan cuenta de que no funciona. No podemos volver atrás», analiza. Sin embargo, también detecta peligros en esta metamorfosis. «Hoy el trabajo del diseñador casi no cuenta. Solo importa su repercusión económica. Yo no soy una ingenua: la moda siempre ha sido un negocio, pero no puede ser solamente eso. Si le quitas el alma, solo te queda un puñado de productos», agrega.

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¿En qué consiste esa supuesta alma? «En transmitir un mensaje. En hacer que una modelo cargue con otra a cuestas, como hizo Rick Owens. En crear prendas tan delicadas y poéticas como las de Dries van Noten», señala.

Los recientes despidos en las grandes maisons parisinas también preocupan a Diane Pernet. «En el fondo, las marcas quieren que toda la atención recaiga en ellas y no en los diseñadores. No desean que les pase como a Chanel con Karl Lagerfeld, que la marca ya es indisociable del creador. Esa es la razón por la que presenciamos este baile de nombres. El mensaje es que no nos encariñemos mucho con el diseñador, porque puede ser sustituido en cualquier momento», analiza. «Cuentan que Richard Avedon solía decir a sus asistentes: “Déjalo todo impecable, para que mañana otro pueda seguir donde tú lo has dejado”. En eso se está convirtiendo la moda de hoy. Debemos volver a prestar atención a la artesanía y la creatividad».

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