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Y la directora se lio con su joven actor: el romance entre Olivia Wilde y Harry Styles da la vuelta al cliché más viejo de Hollywood

De Charlie Chaplin a Darren Aronofsky, las relaciones, a veces adúlteras entre realizadores y actrices son una constante en la historia del cine

25th Annual Critics’ Choice Awards – Red Carpet
Matt Winkelmeyer (Getty Images for Critics Choice )

Normalmente, los medios esperan a tener la foto del beso para lanzar la noticia de un nuevo romance entre famosos. Esta vez no ha hecho falta. Unas imágenes y un vídeo de apenas unos segundos de Olivia Wilde y Harry Styles caminando cogidos de la mano en la boda del representante de él, Jeff Azoff, han bastado para que se dé por hecho que están juntos. El hecho de que ambos asistieran a un enlace con un aforo restringido a 16 personas y la intimidad de sus movimientos parecen apuntar a que hay algo entre ellos. También que coordinaran su ropa –los dos de Gucci, la marca de la que él es imagen. Styles con tuxedo setentero, Wilde con un vestido con bordados y estampado floral hasta los pies de la colección Resort– y hasta sus marcarillas, de The Vampire’s Wife, no hace sino abonar la hipótesis. Al fin y al cabo, nada dice “estamos juntos” como dos personas que visten igual.

Wilde no había hecho ningún comentario respecto a su relación de casi una década con el actor Jason Sudeikis, aunque People publicó en noviembre que ambos habrían roto a principios de 2020 y estarían “transicionado hacia una rutina de co-cuidado” de sus dos hijos, Otis, de seis años, y Daisy, de cuatro. Como la noticia no se confirmó, muchos medios están dando la noticia de la nueva pareja con enunciados del tipo “Olivia Wilde deja a Jason Sudeikis por Harry Styles”, aunque probablemente los tiempos de cómo fue la cosa nunca lleguen a saberse con certeza.

De ratificarse, el match Wilde/Styles sería una versión actualizada y con los géneros girados de un clásico de Hollywood, el del director que se enamora de la estrella de su película, con diferencia de edad incluida. Wilde tiene 36 y Styles, 26. De ser al revés, esos diez años ni se mencionarían, pero como ella es mayor que él, sin duda veremos titulares al respecto. Ambos acaban de terminar de rodar el que será el segundo largo de ella, Don’t Worry Darling, un thriller situado en los años cincuenta en el que también participan Florence Pugh y Chris Pine, que se ha grabado en localizaciones de Los Ángeles y Palm Springs. En la película, Pugh interpreta a una ama de casa de los suburbios que empieza a notar sucesos extraños, y Styles da vida a su marido. El cantante, que se estrenó en el cine con un papel en Dunkerque, de Chritopher Nolan, entró en el reparto para sustituir a Shia LaBoeuf, quien, al parecer, se habría mostrado problemático en el plató –su ex pareja, FKA Twigs, le acusó recientemente de todo tipo de abusos–. La directora, que debutó tras la cámara con la película Superempollonas, dijo que cuando supo que Styles estaría seguro en su película hizo “un baile de la victoria”. “Para mi, él es muy moderno y espero que este tipo de masculinidad, esta confianza que tiene Harry totalmente ausente de trazas de masculinidad tóxica, sea indicativa d su generación y del futuro del mundo”, dijo en una entrevista del que podría ser su nuevo novio. “Es muy poderoso y casi extraordinario ver a alguien en su posición redefinir lo que significa ser un hombre con seguridad en sí mismo”.

Casi el único precedente que existe de una directora y un actor más joven que inician una relación es el de Sam Taylor-Johnson y su actual marido, Aaron Taylor-Johnson. Ambos se conocieron cuando ella tenía 42 años y él 19, en el rodaje de Nowhere Boy. Ella tenía dos hijas de su matrimonio anterior, con el galerista Jay Jopling. Ahora ambos llevan ya una década juntos y son padres de otras dos niñas. En las entrevistas siempre aseguran que ni se rozaron durante el rodaje. “Tan pronto como acabamos de rodar, él me dijo que iba a casarse conmigo. Nunca habíamos tenido una cita, ni no sabíamos besado. Y justo un año después de conocernos, se puso de rodillas y me pidió que me casara con él”, contó ella a The Hollywood Reporter. Sea o no cierta, la historia, no deja de ser curioso comprobar cómo la maquinaria publicitaria necesita todavía perpetuar este tipo de narrativas más propias de los años cincuenta, petición hincada de hinojos incluida.

Ejemplos de hombres directores y actrices que inician romances en el rodaje los hay a montones desde antes de que Charles Chaplin y Linda Grey se conocieron en La quimera del oro en 1925 (la relación terminó en un divorcio cruento tres años más tarde) hasta que a los fans de Crepúsculo se les rompió el corazón cuando supieron que Kristen Stewart se había enrollado con el director, Rupert Sanders, mientras supuestamente aun salía con Robert Pattinson. Karina Longworth contó en la última temporada de su exitoso podcast, You must remember this, uno de los casos de idilio en el set más sonados en los sesenta, cuando Peter Bogdanovich se lió con su actriz protagonista, Cybill Shepherd en el rodaje de La última película delante de las narices de su esposa y madre de sus dos hijas, Polly Platt, quien, como directora artística de la película tenía entre sus funciones vestir a la mujer que se estaba acostando con su marido, y de hecho fue quien propuso a la entonces desconocida Shepherd, de 21 años, para el papel. Los tres integrantes del triángulo han dado a lo largo de los años sus versiones del asunto –Platt falleció en 2011– y en este caso, ninguno ha negado que hubiera infidelidad. Bogdanovich contó así en una entrevista en Vulture el inicio de la relación: “me sentía muy atraído por ella. La primera toma en el cine, cando ella aparece en su asiento y en primer plano dice ‘¿qué estáis haciendo en la oscuridad?’, justo antes de eso habíamos estado sentados en ese mismo cine, ella una fila delante de mi. Le dije: no sé con quién tengo más ganas de acostarme, si contigo o con Jacy”. Jacy, claro, era el nombre de su personaje. La relación duró ocho años y no sería la última vez que el director de películas como Luna de papel se enamoraría de su protagonista. En 1981 fichó a una joven modelo de la revista Playboy de 18 años, Dorothy Stratten, para su comedia Todos rieron. Los dos iniciaron una relación que terminó de forma trágica cuando el ex marido de Stratten la asesinó en la casa que compartía con Bogdanovich.

También es reincidente James Cameron. Durante el rodaje de Terminator 2, empezó a salir con su protagonista, Linda Hamilton, y por ella dejó a su entonces esposa, la directora Kathryn Bigelow. Más tarde, el director la dejaría también por Suzy Amis durante el rodaje de Titanic. A pesar de la naciente relación, se casó con Hamilton y, ocho meses después, rompieron porque Cameron seguía enamorado de Amis, con al que aun está casado. También Steven Spielberg y Kate Capshaw, que se conocieron mientras rodaban juntos Indiana Jones y el templo maldito, siguen juntos casi cuarenta años después, aunque él estaba entonces casado con la actriz Amy Irving. No duraron tanto otras relaciones nacidas en el trabajo, como las de Darren Aronofsky y Jennifer Lawrence, una de las parejas más raras del Hollywood reciente, que se conocieron cuando él la dirigió en Mother!, o la que formaron brevemente Rosario Dawson y Danny Boyle. Quién sabe en qué categoría quedará lo que sea que hay entre Olivia Wilde y Harry Styles.

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