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Natalie Dormer: «Las actrices no somos modelos. No podemos obsesionarnos con el físico»

Natalie Dormer insiste en que no es perfecta. Pero es auténtica. Su personaje en Juego de tronos ha crecido gracias a ella. Posee facciones aristocráticas, curvas reales y un humor oscuro y algo pícaro.

Natalie Dormer
María Ovelar y Chabela García (Realización)

No es la primera vez que lo consigue. Natalie Dormer, célebre por su papel de Ana Bolena en Los Tudor y de Margaery Tyrell en Juego de tronos, encandila a guionistas, productores y directores. En su segundo éxito televisivo ha logrado, incluso, que su papel se amplíe. Su personaje en la ficción tiene más escenas y matices que el ideado por George R. R. Martin, autor de los libros en los que se basa la producción. «Así es. La futura reina casi no tiene desarrollo en la saga literaria. Su presencia es anecdótica», nos cuenta la actriz. Pero en la pantalla es un personaje fundamental, a la par que arquetípico. ¿A qué se debe su protagonismo? «Fue una decisión de los creadores, pensaron que a través suyo podrían desarrollar temas interesantes. Y ha sido fascinante ayudarles a construir a la prometida de Joffrey».

La lista de debates que propicia Margaery es interminable: política, feminismo, violencia. La chica es un filón narrativo. «Ella no piensa en el amor, tiene otros intereses y le sobran estrategias bajo la manga». ¿Es algo populista, quizá? «Cierto: quiere ganarse el corazón y la mente de sus súbditos. Y es buena psicóloga: sabe interpretar los deseos y debilidades de los demás. Sería muy buena terapeuta». ¿Algún referente a la hora de esculpir a esta anti-María Antonieta? «Yo la veo como un híbrido entre la Familia Real británica, Catalina Middleton y una primera dama como Hillary Clinton».

Pantalones y camiseta, todo de Giorgio Armani.

Louis Christopher

En Juego de tronos el resto de los actores cuenta con bibliografía a raudales (cinco novelas de las siete que Martin piensa escribir) para orientar su actuación. Dormer no. ¿Desventaja? «No, beneficio. Es más fácil contentar a los fans, no tienen tantas expectativas. Aunque…, si te soy sincera, al principio estaba tan preocupada como el resto». Ahora puede estar tranquila, su personaje gusta. «Una de las frases que más he escuchado es: “No me convence Margaery en el libro, pero me encanta en la tele”».

No es de extrañar que el público caiga a sus pies. Le sobra talento. En su debut cinematográfico (Casanova, 2005) también logró que el director modificara el guión para darle más cancha. Dormer es pura seducción: ojos enormes y azules, cara de luna, palidez extrema, melena rubia y silueta curvilínea. Sus desnudos en la serie Los Tudor con Jonathan Rhys-Meyer todavía arrasan en YouTube. Y varias webs y medios la han elegido como una de las actrices más sexies del planeta. «Es halagador, siempre está bien que te piropeen. Sobre todo, por lo que implica si no estás delgadísima. Y yo no lo estoy. La vida real no es perfecta y las mujeres auténticas tenemos defectos. Seguramente sea más fácil para muchas adolescentes identificarse conmigo que con una maniquí. Y más sano».

Le encantan los diseñadores italianos. «Me favorecen los patrones de modistos como Giorgio Armani. Sabe que las mujeres no somos rectilíneas. Yo tengo pecho y caderas, y me sientan bien los cortes limpios, con flores o lazos». Reflexiona un momento y añade: «Una actriz no es una modelo y, por lo tanto, no debe obsesionarse con las dietas y el gimnasio en busca de la perfección. Tal vez ese sea el trabajo de una top, pero no es el mío».

Vestido de gasa con espalda en pico de Giorgio Armani y zapatos de la actriz.

Louis Christopher

El suyo es enamorar. Y sabe cómo hacerlo. Un ejemplo, en El consejero (Ridley Scott, 2013): «Es una gran responsabilidad ligarse a Brad Pitt. Menos mal que la escena duró poco. Estaba nerviosísima. Pero Brad tenía que irse al día siguiente, así que no pude pensármelo. Las prisas me sentaron bien y lo seduje rápidamente», cuenta antes de soltar una risita explosiva. En aquella cinta, basada en un libro de Cormac McCarthy («un maestro en describir el lado oscuro y cínico de la existencia», apunta), coincidió con Penélope Cruz y Javier Bardem. «Adoro España, la última vez que visité Madrid estuve en el Reina Sofía viendo obras de Picasso y Dalí. Me gusta el Rioja y las tapas. Y Pe y Bardem son la pareja del momento». Desde luego sabe contentar a su oyente. Al menos, lo intenta.

Primeros pasos. No siempre ha sido una mujer tan segura. De niña, en Reading, donde nació hace 32 años, sus compañeros de clase se reían de ella («nunca entenderé por qué», confiesa). Otra imagen: llorando ante un sándwich cuando trabajaba como dependienta en Londres, preguntándose qué había ocurrido, en qué momento su destino se había torcido tanto como para no hallarse donde debía: en la Universidad de Cambridge.

Porque iba para historiadora. Era la esperanza académica de su familia. «Sacaba muy buenas notas, pero fallé en un examen y no accedí a esa facultad». Entonces se reconoció a sí misma una meta inconfesable: le atraía la interpretación. Así que se mudó a Londres y estudió arte dramático. De aquella frustración erudita conserva dos pasiones: «La Historia y el drama. Me encanta la novela histórica, autores como David Starkey o Antonia Fraser. Pero no leo tanto como querría: no tengo tiempo».

Chaqueta con cuello de seda y falda envolvente con drapeado lateral en seda blanca y negra, todo de Giorgo Armani.

Louis Christopher

No fue a Cambridge, pero acaba de estar en Oxford trabajando. Este año, la podremos ver en Posh (pendiente de estreno), del danés Lone Scherfig (An Education), un drama sobre esa institución. La que sí tiene fecha es Los juegos del hambre 3: Sinsajo (21 de noviembre). «Corro, peleo; es un papel muy físico». Para esta saga distópica le han rapado la mitad de la cabeza. Poco le importa. «Siempre he sido un poco chicote», aduce.

El pasado ha vertebrado su trayectoria: tal vez no se haya convertido en humanista, pero sí ha interpretado a varios de los personajes que se estudian en esa carrera. Sus facciones aristocráticas remiten a épocas pasadas: claves son sus interpretaciones de la Reina Madre en W.E. (Madonna, 2011); Ana Bolena en la serie Los Tudors (2007-2010) y Moriarty, el enemigo de Sherlock Holmes en elshow Elementary (2013-2014). Desde 2012, la última vez que la entrevistamos en esta revista, su currículum ha engordado.

Entonces vino a presentar The Fades, una serie de la BBC. A pesar de un Bafta y del apoyo del público, no pasó de la primera temporada. «Es el signo de los tiempos. No es fácil hacer indie. Los estudios persiguen el taquillazo fácil. No arriesgan».Ella, a veces. Por eso su carrera es un juego de malabares entre lo comercial y lo alternativo. Cortos, superproducciones como Capitán América (2011) o Rush (2013). «Me considero afortunada: he actuado en taquillazos y teatros. Busco el equilibrio: combinar proyectos artísticos con otros comerciales para pagar la hipoteca. Los papeles arriesgados los acepto por amor al guión». Un ejemplo es The Girl Who Invented Kissing (con Zachary Quinto). «El rodaje no ha empezado, confiamos en que recauden el presupuesto suficiente».

Chaqueta con bordados multicolor y cristales de Swarovski y falda de corte diagonal en satén, ambas de Giorgio Armani.

Louis Christopher

Esto agradará a los fans de Juego de tronos: «Me gusta la fantasía y la ciencia ficción. Cuando me enteré de que trabajaría con Ridley Scott [El consejero], descolgué el cartel original de Blade Runnerde mi casa y se lo lleve para que me lo firmara, como una groupie». Su debilidad por la fantasía tiene justificación sociológica: «Permite moldear la realidad; hablar de la sociedad sin dar referencias y abordar temas espinosos de forma tangencial. Es muy útil». Ese es el secreto del éxito del género y una de las razones por la que millones de adultos consumen fantasía. «Al ser humano le preocupan estos temas e intentar entenderlos es catárquico. Otro boom interesante es la huida al pasado. Buscamos consuelo en series como Mad Men porque nuestro siglo asusta con sus armas nucleares, dictaduras, terrorismo…».

Los actores de Juego de tronos asistieron a la cena de la Asociación de Corresponsales de la Casa Blanca. «La mayoría de los periodistas no se pierde un capítulo. Tal vez las maquinaciones de los siete reinos les recuerden a su día a día». Natalie saborea cada detalle estético de la fantasía épica: «El rodaje parece una sociedad medieval: tenemos armeros, herreros, curtidores… Y los peluqueros deberían ganar un Emmy. La mayoría de actores lleva peluca y no se nota. Nada».

Pero al grano que esto se acaba: ¿se casará en la cuarta temporada de Juego de tronos? «Sí, pero dudo que haya escenas de amor… Jeoffrey es un poco sádico». Más spoilers: durante la ceremonia púrpura (así se llama en el libro), lucirá tres vestidos. «Se han cosido sobre mi cuerpo. Sientan como un guante, tanto que tras comer aprietan». Y para terminar, la pregunta del millón: ¿sobrevivirá su personaje a esta temporada? «Esto es Juego de tronos. Todo es posible».

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