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Michelle Obama versus Ann Romney: duelo de estilo de las aspirantes a primera dama

Las esposas de los candidatos a la presidencia de EE UU son ideológica y estilísticamente opuestas. Te contamos por qué.

Michelle Obama Ann Romney

Hoy empieza (si las tormentas y huracanes no lo impiden) la convención republicana en Tampa (Florida), justo en medio de la campaña electoral que culminará el 6 de noviembre. Mientras tanto, los candidatos se intentan ganar a su electorado con sus mejores armas posibles, una de ellas sus esposas. La futura primera dama tendrá un papel determinante en el número de votos que tenga su marido de ahí que su presencia en la campaña sea esencial.

En las elecciones de 2012 Michelle Obama 'compite' con Ann, la esposa de Mitt Romney, candidato republicano a la presidencia. Y no solo por ocupar un lugar en la Casa Blanca sino también -voluntaria o involuntariamente- en estilo. Cada una de estas mujeres representa, ideológica y estéticamente, un estilo distinto. Veámolos en detalle:

Ann Romney, la perfecta hockey mom

Nacida en una pequeña ciudad al norte de Detroit (Michigan), Ann Romney representa a la América tradicional con una familia numerosa y una esposa abnegada que deja de trabajar para que su marido pueda triunfar. Éste es el caso de Ann, de 63 años, que ha dedicado su vida a cuidar de sus cinco hijos -todos varones- mientras su marido Mitt triunfaba en los negocios y ascendía en política. Aunque tiene un título en lengua francesa de la Universidad de Brigham, la única profesión que ha ejercido ha sido en el mundo de la hípica. Incluso ha participado en competiciones ecuestres a un nivel más o menos profesional.

En 1998 le diagnosticaron esclerosis múltiple, y lleva su enfermedad con relativa buena salud combinando medicina occidental con terapias alternativas como la reflexología o la acupuntura. Como buena primera dama (ya lo ha sido de Massachussets, donde Mitt Romney fue gobernador) ha desarrollado una gran actividad caritativa, y gran parte de ella la ha orientado a asociaciones que investigan la esclerosis. En 2008 también sufrió carcinoma, un tipo de cáncer no invasivo del cual, por suerte, ya está completamente curada.

Desde finales de 2011 ha empezado a ser una figura más visible dentro de la campaña, acompañando a su marido a más actos y teniendo algo más de visibilidad. Sin embargo, Ann Romney casi siempre permanece en un segundo plano. Es el 'bálsamo' que calma a su marido, a quien proporciona la estabilidad que le resta el camino a la presidencia. En su cuenta exhibe fotos de ella con los nietos, de sus obras de caridad y lanza pequeños mensajes de apoyo a la campaña.

Su estilo es completamente coherente con la figura que quiere vender. Es el de la clásica ama de casa adinerada que no valora especialmente las tendencias y que no busca destacar. Ella prefiere llamar la atención por sus valores familiares y de amor a su país que por su forma de vestir, que es ciertamente anodina. No exhibe marcas (a excepción de este top de Reed Krakoff de 1000 dólares, que gracias a ella se agotó en las tiendas), no luce prendas que favorezcan o perjudiquen a su figura, tampoco se pone grandes joyas… Cuando rompe su sobriedad, de hecho, lo hace con regulares resultados. Si finalmente su marido gana las elecciones, ¿deberá el partido republicano gastarse una millonada en renovar su vestuario, como hicieron con Sarah Palin en su día? Si atendemos a las consecuencias que tuvo el top estampado de Reed Krakoff, Ann Romney es una trendsetter en potencia si llega a la Casa Blanca.

Ann Romney es el mejor accesorio de su marido Mitt.

Getty

Michelle Obama, la independiente

Comparar la figura de Ann Romney con la de Michelle Obama es una tarea relativamente sencilla. Las biografías de ambas mujeres son diametralmente opuestas; como ya sabemos desde las anteriores elecciones, Michelle sí que desarrolló una carrera profesional y bastante exitosa hasta que fue abandonándola progresivamente en 2007, justo antes de que Barack comenzara la campaña.

Cuando su marido llegó a la Casa Blanca se empezó a dedicar en cuerpo y alma a su papel de primera dama, alcanzando un rol muy relevante no solo como apoyo sino realizando infinidad de acciones por su cuenta. Más allá de las labores de caridad, también participa en actos políticos y representa a Barack Obama cuando es necesario (recordemos su presencia en los recientes Juegos Olímpicos). Lo de mujer florero no va con ella.

La relación de Michelle con la moda ha sido excelente desde que la empezamos a conocer. No solo está presente en las listas de las mejor vestidas de cada temporada sino que hasta se ha escrito un libro sobre su estilo. En 'Commander in chic' la autora Nicki Taylor definde su estilo como "clásico con un toque" y como "un buen ejemplo de una persona que se viste de ella misma y sabe lo que favorece a su figura".

A pesar de ser una embajadora inmejorable de la moda estadounidense (para cada acto importante elige con buen tino una creación de un creador patrio como Jason Wu o convierte en superventas prendas de J Crew), también utiliza marcas como H&M. Hasta ha tenido su propia portada de Vogue, lo cual no la ha eximido de las críticas que afirman que tiene un vestidor demasiado caro. También se le ha echado en cara que su pelo es demasiado liso para ser una afroamericana. Lo cierto es que su estilo es más alabado que denostado, y cuenta con el beneplácito de las mismísimas Anna Wintour y Sarah Jessica Parker.

Michelle Obama ofrece una imagen muy fresca y saludable (se levanta antes del alba para hacer ejercicio) y se ha tomado tan en serio las campañas contra la obesidad en su país que no sorprende verla hasta saltando a la comba para promocionar el deporte entre los jóvenes.

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