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Lea T, la top transexual que defiende el poder de la diferencia

Brasileña, criada en Italia, hija de un futbolista, primero hombre y ahora mujer. Lea T huye de las etiquetas que lo reducen todo a una cuestión de sexo… y género.

Lea T
Ana Fernández Abad y Francesca Rinciari (Realización)

Saluda en italiano, responde en inglés, prefiere explicarse en español. Habla portugués porque nació en Brasil, el país de su familia (muy católica). El italiano le viene de Roma y Génova, donde se crió [su padre, el futbolista Toninho Cerezo, jugó en el calcio (la liga italiana) como centrocampista de la Roma y la Sampdoria]. En Londres aprendió inglés. Allí estudió Arte –aunque le habría gustado ser veterinaria o bióloga: le chiflan los animales– y comenzó su carrera en el mundo de la moda, animada por Riccardo Tisci [entonces estudiante de la Central Saint Martins y hoy director creativo de Givenchy]. Fue él quien la empujó a subirse a unos tacones, a ser mujer.

Ibiza –de ahí su soltura en castellano– es su refugio, al que empezó a ir de vacaciones con su madre cuando tenía 8 años y donde lo ha dado todo en noches interminables junto a Tisci y su gang: «Es mi casa, quiero pasar el resto de mi vida allí; morir en Ibiza». Pero antes, Lea T. (Belo Horizonte, 1981) desea viajar. Entre sesión y sesión se pierde por el mundo… de mochilera. «Me encanta irme sola y conocer nuevos lugares, hacer un análisis antropológico de lo que veo, analizar la evolución de cada sitio y estudiar el comportamiento de la gente. Soy curiosa, muy curiosa». También es una mujer que nació hombre [la operación de reasignación de sexo tuvo lugar en Tailandia, en 2012] y la primera transexual en protagonizar la campaña de una marca cosmética: Redken la fichó como imagen en 2014.

Americana (c. p. v.), top (153 €) y culotte (411 €), todo de Michael Kors; pulseras de Hermès (224 € c/u) y sandalias de Aquazzurra (795 €).

Damon Baker

¿Cuesta romper continuamente techos de cristal?

Es una responsabilidad grande. La gente me dice mucho que estoy abriendo caminos, pero a mí me pesa. Intento que todo sea normal, no quiero la responsabilidad de ser el icono de nada. Porque todos derribamos barreras en el momento que hacemos algo diferente, aunque sea pequeño.

¿Le cansa hablar de su operación, de su importancia como modelo transexual?

No, aunque es algo íntimo y no me apetece hablar de ello todos los días. No lo veo como un precio que tenga que pagar, sino como algo que quiero hacer. Contarlo, para mí, es dar sentido a muchas cosas que he hecho.

Gracias a historias como la suya, o la de la también modelo Andreja Pejic, la concepción tradicional del género está cambiando. Ya no todo es femenino o masculino.

Ha llegado el momento. Si no fuéramos Andreja o yo, habría sido otra. Quiero que la gente empiece a hablar de la diferencia, no de si tengo pene o vagina, porque creo que ese no es el problema. La gente está limitada por eso. Todo es sexo, sexo, sexo; si eres hombre, si eres mujer… Los iconos de belleza hoy son mujeres extremamente sexuales. Comencemos a hablar de las personas, de las esencias, no solo del exterior. Para tener una vida mejor hay que aceptarse y aceptar al otro.

Mono de algodón de Victoria Beckham (c. p. v.) y sandalias de Aquazzurra. (655 €).

Damon Baker

¿Se encuentra mejor desde que se operó?

Sí, después de haberlo pasado muy mal, ahora me siento mejor. Pero por haberme hecho un cambio de sexo la gente no tiene que dar por sentado que ya está todo logrado, que voy a ser feliz y ya me puedo morir tranquila. Es bueno, porque me quité un peso de encima, pero hay que seguir luchando. Tengo una vida con la que lidiar, un trabajo, facturas que pagar… Arreglé una cosa que estaba en mis bragas, ya está. Es una parte de mi cuerpo. Se trata solo de piel, no tiene sentido estar pensando siempre en lo que tenía entre mis piernas.

Hija de brasileños y criada en Italia, dos países muy conservadores, ¿fue difícil poder rebelarse contra los cánones del género?

Allí no es fácil ser mujer. Es complicado. Tenía mucha presión, porque mi padre era famoso, un futbolista que venía de un mundo muy machista. En Italia está El Vaticano y Brasil tiene a los evangélicos. En ese contexto, yo no lo tenía fácil, pero Dios elige a la persona adecuada, sabe lo que hace. Lo que pasó conmigo ocurrió porque yo tenía la fuerza para soportarlo.

Top (320 €) y minifalda (370 €), todo de Isabel Marant. Sandalias de Aquazzurra (655 €).

Damon Baker

Piensa mucho en su destino, ¿es creyente?

Sí, creo mucho en Dios, soy muy curiosa con todo lo que es la religión. Cuando empiezas a volverte un poco más viejita te ves un poco más conectada con lo espiritual, quieres entender por qué estamos aquí, saber si hay algo más.

¿Tienen cabida los transexuales en las religiones?

Sé que existen muchas doctrinas que no me aceptan y no toleran a los gays y tampoco a muchas otras categorías de personas. Cuando creces sabiendo que hay algo diferente en ti llega un momento en el que piensas que Dios no te quiere y, o te sientes culpable, o intentas negar lo que eres, porque es muy difícil pensar que no existe un Dios que te ama por ser tú mismo, sin hacer mal a nadie. La religión hay que recibirla con un buen corazón. Antes yo me preguntaba por qué nos rechaza y descubrí que no es Dios quien no nos ama, sino los que mandan, los dictadores de las religiones.

Vestido de seda con impresiones en látex de Anthony Vaccarello (2.430 €).

Damon Baker

Además de la espiritualidad, con el paso de los años ha comenzado a preocuparle el medio ambiente… «Empiezo a entender el planeta e intento cuidarlo», comenta. Por eso es vegetariana y en el trabajo se niega a utilizar pieles: «Puedo perder ofertas, pero no quiero hacerlo; forma parte de mis principios». Su salto a la primera línea tuvo lugar en 2010, al protagonizar la campaña de Givenchy, pero rechaza la etiqueta de musa de Tisci: «Es un poco arrogante decir eso. Yo soy yo. Las musas son otras: Patti Smith, Sophia Loren, Audrey Hepburn… Simplemente me llevo super bien con Riccardo, somos amigos», zanja.

¿Sin haberlo conocido su carrera habría sido la misma?

Creo que no… Seguro que no. No iba a hacer moda. Fue él quien me empujó. Yo necesitaba dinero y él me ayudó.

¿Algún diseñador con el que tenga pendiente trabajar?

Muchos. Me encantan los belgas, como Dries Van Noten, y los japoneses como Comme des Garçons o Yohji Yamamoto. También Rick Owens y Galliano, que es un genio. Como modelo tengo que ser flexible. Debe parecer que lo que llevo lo he comprado yo en una tienda.

Conjunto de chaleco (3.500 €), top (2.700 €) y pantalón (2.950 €), todo de Balmain; sombrero cowboy vintage.

Damon Baker

¿Qué tipo de ropa le gusta llevar realmente?

Soy super rara, muy vintage. Me encantan los setenta, las prendas futuristas, las joyas indias… Mezclarlo todo. Soy particular, ni muy clásica ni sexy, y creo en la cromoterapia, que los colores emanan energía. No tengo un estilo.

¿Hasta cuándo se imagina trabajando como modelo?

No puedes darte un tiempo. Esto iba a durar solo un año, y no he parado desde que empecé. Cada trabajo es como si fuera el último. Pero a algunas les dura toda una vida, como a mi linda Kate [Moss].

Ella sigue muy activa, a pesar de haber cumplido ya los 40.

Sí, pero incluso para la propia Kate resulta sorprendente comprobar que sigue trabajando después de tantos años.

¿Cómo se ve usted a esa edad?

Una mujer con el pelo gris, con vestido largo… [risas] Pero bien, muy tranquila.

¿Le gustaría tener hijos?

¡No! Aún no tengo la madurez necesaria. Adoptar es una responsabilidad enorme. A veces pienso que me gustaría, pero quiero viajar y descubrir mucho aún. Y con un niño es complicado. Además, todavía soy una niña yo misma, muy curiosa y con mucho por explorar.

Vestido de Cos (89 €), minifalda de Moncler (c. p. v.) y sandalias de Aquazzurra (655 €)

Damon Baker

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