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La extraña dieta de Marilyn Monroe

La actriz reveló en una entrevista de 1952 sus extraños hábitos alimenticios. Una periodista ha tratado de emular su dieta y la ha dejado a los tres días.

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Nickolas Muray (Getty Images)

Atkins, Dukan, la paleodieta, que se puso de moda el año pasado y consiste en comer como en el Paleolítico, la dieta de Jesucristo (con mucho predicamento en el Cinturón Bíblico de Estados Unidos)…al paso que van las dietas-fenómeno, no sería extraño que alguien pronto se haga rico patentando la Dieta de Marilyn.

Pero quienes quieran comer igual que la Monroe tienen que estar avisados. No es fácil. Para empezar, implica desayunar huevos crudos batidos en leche tibia, algo que algunos consideran una llamada a la salmonelosis. La actriz reveló éste y otros de sus curiosos hábitos alimentarios en una entrevista que concedió en 1952 a la revista Pageant y que volvió a salir a la luz con motivo del 50 aniversario de su muerte. 

La protagonista de Niágara, que tenía entonces 26 años, era ya una estrella en aquel momento, pero sus hábitos culinarios se parecían a los de miles de solteras que por entonces vivían en apartamentos diminutos equipados con un hornillo de gas, como recoge un popular libro de cocina de la época, Saucepans & The Single Girl. "Empiezo por calentar una taza de leche en el camping gas que tengo en mi habitación de hotel. Cuando está templada, rompo dos huevos en la leche, lo bato con un tenedor y me lo voy bebiendo mientras me visto. Lo suplemento con una pastilla de multivitaminas".

Aunque llamativo, el desayuno de Monroe era un hijo de la época. Por aquel entonces, se creía que los huevos mantenían más proteínas crudos que cocinados, y, por lo menos en Estados Unidos, se consumían bastantes más huevos por persona: 389 frente a los 247 de ahora. La propia actriz estaba convencida de sus virtudes. "Dudo que ningún doctor recomiende un desayuno más saludable para una chica con prisas", dijo a la revista. 

El almuerzo al mediodía directamente se lo saltaba y para la cena, explicaba: "Cada noche paso por el mercado y me compro un filete de ternera, cordero o un poco de hígado. Lo caliento en el horno eléctrico de mi habitación. Normalmente, me tomo cuatro o cinco zanahorias crudas con la carne. Debo tener algo de conejo porque nunca me canso de las zanahorias crudas".

Los negacionistas de los carbohidratos, tipo Dukan, aprobarían esta cena. Pero no todo era autocontrol para la Monroe: "Menos mal que como poco durante el día, porque en los últimos meses he cogido el hábito de parar en la tienda de helados de Will Wright y me compro un 'hot fudge sundae' cuando vuelvo de mis clases nocturnas de arte dramático. Estoy segura de que puedo permitirme este capricho, ya que mi dieta está compuesta casi totalmente de proteínas". El 'hot fudge sundae' es una bomba calórica que suele llevar helado, frutos secos, nata montada, chocolate caliente y varios toppings.

Respecto al ejercicio, Marilyn no estaba para sesiones diarias de SoulCycle o Bikram Yoga, como las starlettes actuales. En la misma entrevista, la actriz admite que solía hacer pesas hasta que se cansó. "No puedo soportar que se convierta en una obligación", dice. Sí que hacía, sin embargo, "ejercicios para fortalecer el busto".

La semana pasada, la periodista Rebecca Harrington, de New York Magazine, hizo un intento de replicar la dieta de Marilyn, como ya había hecho con la inusual rutina alimentaria de Elizabeth Taylor, que suena bastante más divertida: desayunaba cada día bacon, huevos revueltos y un cóctel Mimosa, de champagne con zumo de naranja, y pedía que se lo cocinasen todo con deliciosa crema agria. Harrington duró solo tres días sin hacer trampas (aunque soportó la tortura de acudir a una fiesta con pizza casera sin probar ni un bocado) y asegura que se sentía a la vez pesada y hambrienta, sobre todo en las interminables horas entre el desayuno y la cena. Sorpendentemente, el invento mañanero de la Monroe le encantó, pero se aseguró de pasteurizar antes los huevos. 

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