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Keira Knightley: «No soy menos mujer por tener menos pecho»

En su último filme, Begin Again, la estrella británica de Piratas del Caribe cambia la espada por la guitarra y se luce haciendo sus primeros pinitos musicales.

Keira Knightley
Rubén Romero Santos y Francesca Rinciari (Realización) Romero

Embutida en un elegantísimo traje negro de Chanel, de cuyo perfume Coco Mademoiselle es imagen, nos recibe para hablar de su nueva cinta, Begin Again (dirigida por John Carney), una historia de amor musical en la que, por primera vez en su vida (fílmica o no), ¡canta! Que tiemble Russian Red.

De estrella del cine de época como Anna Karenina, Expiación o Un método peligroso pasa a estrella del indie folk. Menudo cambio, ¿no?

Estaba harta de hacer papeles en los que siempre acababa por morir en pantalla. Quería hacer una película que transmitiera un mensaje de esperanza, para variar.

Bardot, Pfeiffer, Marilyn… El cine está lleno de actrices que han probado suerte con la música pop. ¿Será usted la próxima?

¡No, no temas! ¡No volveré a cantar! Odio los karaokes y solamente canto en la ducha algunas veces. Únicamente quería interpretar a Greta, mi personaje, y ella cantaba. Eso es todo.

No lo hace demasiado mal.

¡Gracias! Habría preferido que, cuando cantara, saliera de mi garganta algo parecido a Shirley Bassey o Adele, que son las voces que me parecen más hermosas, pero cada una tiene el talento que tiene.

Dicen que le robó el personaje a Scarlett Johansson. ¿Por qué le interesaba tanto?

Porque pasé mucho tiempo buscando esto. Quiero cambiar constantemente y enfrentarme a nuevos retos. Las comedias románticas no son algo que me propongan de manera natural, y, cuando lo hacen, normalmente me parecen muy cursis. Begin Again es diferente. Mi marido es músico, mi hermano es batería y siempre me han rodeado personas «musicales». Me interesaba saber qué veían en esa forma de expresión.

Su marido, James Righton, líder de la exitosa banda Klaxons, ¿la ayudó a preparase el papel?

Lo intentó, pero renunció pronto: es un milagro que sigamos casados y no nos hayamos matado (risas).

¿Le interesó que el filme trate sobre el precio de la fama?

No. Nunca me han dejado por culpa de la popularidad, y yo tampoco he dejado a nadie por ello.

Me refería, por ejemplo, a todas las especulaciones que se hicieron sobre su salud.

Eso fue horroroso, porque además era mentira.

¿Qué fue lo peor?

Tener a un paparazi constantemente en la puerta de mi casa. Te parecerá una tontería, pero me gusta salir a pasear y durante mucho tiempo no he podido hacerlo. Tampoco es agradable que te pregunten 14 millones de periodistas por ello durante una semana.

La otra gran polémica en la que se ha visto involucrada a lo largo de su carrera fue la del aumento digital de sus pechos con fines comerciales.

Prefiero pensar que fue en mis inicios profesionales y que es el precio que hay que pagar. Mírame: ¿acaso crees que puedo tener las curvas con las que aparecía en el cartel de El Rey Arturo? En este trabajo, muchas personas influyen en tu imagen, y yo lo acepto, porque es parte del oficio. Lo que no estoy dispuesta a consentir, por ejemplo, es que alguien me diga que soy menos mujer que otra porque tengo menos pecho.

¿Se ha sentido cosificada por Hollywood?

Sí, pero Hollywood solamente es un reflejo de lo que pasa en la calle. Las mujeres estamos infrarrepresentadas en todos los aspectos de la vida.

En Begin Again lleva camisetas y pantalones de pinza como si fuera Jean Seberg o Diane Keaton.

¡Ajá, veo que has pillado los referentes! En serio: todo el vestuario está comprado en tiendas de segunda mano. Era fundamental vestirme para el público femenino, que me vieran guapa otras chicas, no los hombres. Había que eliminar las minifaldas y los escotes.

¿Participó en la elección?

¡Sí! Me encanta Annie Hall y a cualquier mujer le gusta como va vestida.

En la vida real: ¿viste más a lo Diane Keaton o a lo Chanel?

Ni lo uno ni lo otro. Soy la persona más desaliñada que has conocido: no me preocupa nada mi imagen; casi nunca pienso en lo que me pongo; rara vez me peino; y me maquillo poco. Creo que es por mi profesión: todas esas cosas las relaciono con el trabajo; así que, cuando estoy descansando, intento evitarlas.

Alberto Ammann me ha comentado lo que le impuso rodar con usted el anuncio de Coco Mademoiselle…

¿En serio? ¡Pobre Alberto! ¡Nunca me lo dijo! ¡Es un chico encantador!

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