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Justin Theroux: «Pretendo ser famoso, no una celebrity»

El protagonista de The Leftovers es un personaje polifacético: cuida de sus gallinas, baila break dance y sortea a los paparazis (culpa de su novia, Jennifer Aniston) con su mejor sonrisa.

Justin Theroux

Su nombre aún no ha pasado a los anales de la popularidad, pero su cara es reconocible por muchos de los seguidores de la nueva serie de culto, The Leftovers, que emite Canal+. Para ponerse al día con la trama: tres años después de que 140 millones de personas –el 2% de la población mundial– desaparecieran de la faz de la Tierra sin dar ninguna explicación, los misterios se suceden en un pequeño pueblo de Estados Unidos. Desasosiego, desesperanza y preguntas sin respuesta. Justin Theroux es el protagonista de esta saga, el jefe de policía de esta pequeña y misteriosa localidad. El bueno con un cuerpo tatuado como el de un delincuente; el tipo vulnerable en el que todos se apoyan; el sexy que, hasta el momento, duerme solo cada noche.

Pero si hay alguna constante en la carrera de Theroux es que precisamente no hay ninguna constante. El actor es un espíritu inquieto que actúa, escribe guiones –redactó junto con Etan Cohen y Ben Stiller el de Tropic Thunder:¡Una guerra muy perra!, que recaudó 144 millones de euros–, dirige –Dedication, en 2006–, protagoniza vídeos musicales –como el de la canción Hysteria del grupo Muse– y es asiduo de muchas series de televisión. Un hijo de la industria, además del de un artista y una escritora. Y por si fuera poco, su tío, el escritor Paul Theroux, firmó el libro La costa de los mosquitos, en el que se basó la película homónima.

¿No cree que The Leftovers tiene algo de la atmósfera de los trabajos del director indio Night Shyamalan, autor de El sexto sentido o Señales, que dejan al espectador con la piel del revés?

Lo que me gusta de la serie es que no se parece a ninguna otra de ciencia ficción que conozco. Es diferente y todo parece bastante real. Y eso ocurre desde el primer episodio.

Su personaje es un jefe de policía con una mujer que lo ha abandonado, un hijo desaparecido y una niña rebelde. ¿Demasiados problemas para una sola persona?

Es un hombre que piensa que si continúa haciendo lo correcto y siendo una buena persona, el mundo volverá a ser el mismo de antes. Alguien que tiene la necesidad de arropar en sus brazos a mucha gente, por lo que esta experiencia se convierte en algo muy frustrante.

¿Conoce el desenlace final de la historia?

Le dije a Damon Lindelof, su creador, que no quería saber lo que iba a suceder. Yo me limito a leer los guiones que me pasan y a trabajar en ellos. Para mí la trama también es un misterio, así veo la serie de la misma manera que lo hace el espectador. Estoy en una posición de igualdad frente al personaje que interpreto, sé lo mismo que él sabe.

El hecho de que Damon Lindelof, coautor de Perdidos, sea quien está detrás de la serie hace sospechar si todas las preguntas que flotan en el enrarecido ambiente serán alguna vez contestadas y si conseguiremos enterarnos de lo que está ocurriendo. Con Perdidos no era sencillo.

No creo que se parezca a Perdidos. Hay elementos comunes, el misterio, algo que ha pasado y no se sabe muy bien qué es, pero lo que me gusta es que dos personas pueden ver la serie y tener diferentes interpretaciones de lo que está sucediendo. Eso es bueno, es excitante. Es como ir a un museo, ver las pinturas y tener diferentes reacciones. Creo que es lo mejor de la serie.

Su personaje cuenta con grandes tatuajes. ¿Son suyos o forman parte del atrezo del personaje?

Son míos, y la cuestión que se planteaba era que si se cubrían había que hacerlo en un área muy extensa. ¿Qué pasa si el protagonista tiene tatuajes? En realidad eso no supone nada. Además, si queríamos taparlos, eso implicaba que cada día, antes del rodaje, había una sesión de cinco horas de maquillaje.

Justin Theroux junto a Jennifer Aniston.

Getty Images

Muchos actores están encasillados en papeles, pero su caso es totalmente opuesto. Cualquiera que trate de buscar un nexo de unión en su carrera cinematográfica lo tiene complicado. ¿No cree que esto puede ser también contraproducente?

Bueno, siempre he intentado no ser estereotipado como actor porque, si te conocen por hacer un cierto tipo de cosas, finalmente eso se convierte en una trampa de la que es difícil salir. A lo largo de mi carrera he tratado de elegir cuidadosamente lo que hago.

Escribe, actúa, dirige. ¿Significa esto que todavía no ha encontrado lo que realmente le gusta, su hueco, o simplemente que es un tipo versátil?

Mi problema es que si hago la misma cosa durante mucho tiempo, empiezo a aburrirme; necesito variar para que mi vida sea interesante. Cuando escribes, tienes mucho control sobre lo que estás creando y eso me gusta, pero cualquiera que se dedique a la escritura sabe que es la parte más dura. Tienes que hacerte muchas preguntas. Actuar es casi como una lotería, porque te dan un guión, sabes que alguien ha hecho el trabajo duro y tú solamente tienes que interpretarlo.

¿En el programa The Ellen DeGeneres Show demostró al público estadounidense, y al resto del mundo, por obra y gracia de Internet, que domina el break dance. ¿Dónde aprendió a bailarlo?

Cuando era adolescente. Sí, por entonces me dedicaba a eso y llevaba zapatillas, gorra y pantalones anchos; todo el equipo.

Ha declarado sentirse orgulloso de su trabajo en Mulholland Drive. ¿Cómo es trabajar con David Lynch?

Es fabuloso. La verdad es que él y Damon están interesados en la misma clase de cosas, como sueños o acontecimientos inexplicables, sin sentir necesariamente la presión de racionalizarlos. Son muy abstractos, tienen un tipo de creatividad paralela. Lynch es una persona totalmente distinta a la que la gente cree o a lo que uno puede deducir de sus películas. Cuando trabajas con él, tienes la impresión de que estás filmando una comedia. Hay muchas risas, es muy divertido. Luego, cuando ves la cinta, te extraña, porque es totalmente diferente a como ha sido el rodaje.

¿Qué es lo que enseña más a un actor, los buenos papeles o las películas terribles, que uno desearía no haber hecho nunca?

Cuando uno empieza, no lo hace siempre con el mejor material. Pero jamás miro atrás pensando que aquel filme era horrible, porque todo lo que uno hace tiene algo valioso que enseñarte. Nunca veo las cintas con las que crecí de esa forma, les tengo más respeto.

¿Cuándo podremos ver la segunda parte de Zoolander?

Estoy trabajando en el guión, repasándolo. Probablemente, se empezará a rodar el año que viene.

¿Sigue teniendo gallinas, como cuando era pequeño?

Tengo 10 gallinas y tres perros. Adoro a los animales. Las gallinas me proporcionan huevos. Pero no las saco a pasear, tienen una zona para ellas.

En alguna entrevista dijo que desde muy temprano usted aprendió a tolerar la fama y a no dar demasiada importancia al hecho de ser un personaje público. ¿Cómo lo hace?

Hay una diferencia entre ser famoso y ser lo que en inglés se conoce como una celebrity. Ser famoso es el resultado del trabajo duro, ser una celebrity puede ser producto de cualquier cosa, como ocurre con Kim Kardashian. Eso nunca me ha interesado. Intento parecer relajado y no enfadarme, peor no es agradable que cada vez que sales a la calle alguien te sigue para tratar de sacarte una fotografía.

También ha dicho que no le gusta el modo en que los medios escriben sobre usted y Jennifer Aniston.

Es algo histérico. La manera como escriben, quiero decir. La narrativa es muy ridícula: ahora van a casarse, tener un hijo…

¿Cuál es su relación con la moda?

No la sigo, pero me gusta verme bien, o eso espero. No leo revistas de moda. Simplemente, trato de tener un estilo.

¿Cómo lo describiría?

Black & black: sin demasiados colores. No me gustan los shorts ni las chanclas. Tampoco soy fan de esas gorras de béisbol encima de la cabeza. Pero no tengo iconos de moda y no sigo a diseñadores. Más bien me fijo en lo que lleva puesto la gente de la calle en Nueva York. Personas reales, no celebrities.

También se ha manifestado en contra de la cirugía estética. ¿Se propone envejecer de forma natural?

Hacer lo contrario es tratar de ganar una pelea en la que nunca podrás obtener la victoria. Es una batalla perdida contra la madre naturaleza. De hecho, cuando ves a alguien que se ha operado, automáticamente lo identificas como un viejo.

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