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Julia Gutiérrez Caba: «Una ya no tiene edad para ir luciendo pierna»

Reconoce que es más de pantalones, que los botines son para caminar y que le seduce el binomino blanco y negro. Por algo es la viva imagen de la elegancia.

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Nieta e hija de actores. El teatro estaba en su vida antes de nacer. Acaba de recoger el premio Max de Honor 2012 por su más de medio siglo de trayectoria como actriz. Comenzó en 1960 bajo las órdenes de Juan Antonio Bardem en la película A las cinco de la tarde, por la que ganó el premio Sant Jordi de cine. Desde entonces, no hay género que no haya bordado del teatro a la televisión. Lo último, su personaje del Siglo de Oro en Águila Roja.

El Max de Honor reconoce toda una vida dedicada a la escena. Si se tuviera que quedar con el vestuario de alguna de las obras en las que ha participado, ¿cuál sería?

Es difícil. Hay muchas, pero me encantaba el que eligió José Luis Alonso para A Electra le sienta bien el luto, de Eugene O’Neill. Y también el de Petra regalada, de Gala, que dirigió Manuel Collado Sillero.

Dice que es de improvisar, pero cuando recogió el Goya su look dejó a todo el mundo con la boca abierta.

Te aseguro que fui la primera sorprendida del impacto que causó aquella falda combinada con una blusa blanca. No he vuelto a ponerme ninguna de las dos prendas. Se habló tanto de ellas que no me ha parecido oportuno vestirlas de nuevo.

¿Cómo las eligió?

Fui a la tienda de la firma Gibierre Donna, me gustó el conjunto y me lo llevé. Pero fue mi marido quien me acabó de convencer para llevarlo en los Goya. La verdad es que creía que el premio no iba a ser para mí, así que pensé: «Bueno, al menos, así voy discreta y sin llamar la atención».

Sabemos que para las grandes ocasiones acierta, pero ¿cómo se viste a diario?

Bastante sencilla. En invierno me gustan las cosas de punto y en verano, el algodón. Casi siempre voy con pantalones, porque una ya no tiene edad para ir luciendo pierna.

¿Y los zapatos?

Suelo usar botines, porque me encanta caminar. Los tacones, cada vez menos. Además, a mí ese alto de tacón que se lleva ahora me parece imposible de usar.

¿Qué hace con la ropa que no se pone?

No me desprendo de casi nada, lo apuro hasta el final. Siempre he sido cuidadosa y tengo todo en muy buen estado. Mi sobrina Irene me pide cosas de los años 60, que se vuelven a llevar.

¿Qué es lo más especial que hay en su armario?

El vestido que me puse el día de mi boda. No era un vestido de novia al uso, con tules, velo y esas cosas. Era un abrigo precioso, de piqué blanco, que me hizo un modisto. No me lo puedo poner, pero eso no lo daría nunca.

Las firmas se pelean por vestir a las actrices en la alfombra roja. ¿Fue siempre así?

¡No! A mí nunca me ofrecieron vestuario para los estrenos, antes no se estilaba. Ahora no tiene nada de particular que un diseñador prefiera que una chica de 20 años lleve sus modelos y no una señora mayor como yo. Siempre compré lo que me puse. Solo una vez el modisto Lino me prestó un vestido.

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